1.1.14

la película subestimada del 2013

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JOBS
data: http://www.imdb.com/title/tt2357129

Esta primera crítica del año 2014 es para reivindicar a una de las películas más subestimadas del año pasado, “Jobs”, la película homenaje al colosal Steve Jobs. La crítica la trató con desdén señalando cierto grado de chapucería en el guión de Matt Whiteley, que se dispersa sin tener una idea para contar las múltiples facetas de una vida como la del fundador de Apple. Nos parece absolutamente infundada esa observación. El guión de Whiteley se concentra en una característica del personaje y deja todo los demás como apuntes accesorios. Y alrededor de ese rasgo genera una obra que dialoga con dos antecedentes notables: “Tucker, un hombre y sueño” (http://www.imdb.com/title/tt0096316) de Francis Ford Coppola y “El aviador” (http://www.imdb.com/title/tt0338751) de Martin Scorsese. El tema es entonces, señores, el capitalismo emprendedor contra el capitalismo prebendario.

Como el Preston Tucker del filme de Coppola o el Howard Hughes de Scorsese, el Steve Jobs de Joshua Michael Stern es un gigante desproporcionado, megalómano, egocéntrico, tiránico y genial. Son tipos que tienen un sueño, una pasión incansable por estirar los límites más allá, por cambiar el mundo tomando riesgos. Ellos ven lo que los otros no ven. Ellos pueden avisorar la potencialidad que hay en nosotros y que no nos atrevemos ni a imaginar. Tucker fracasa; Hughes enloquece; sólo Jobs logra triunfar antes de morir. “Jobs” es la parábola de ese sueño desbordado. Por eso decimos que es infundada la crítica a las carencias del guión en “Jobs”.

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La película empieza segundos antes del momento de gloria de Steve Jobs: el anuncio del iPod que cambiará la industria de la música. Luego viene un racconto, el salto en el tiempo, que inicia con sus días en la Universidad, siguiendo su propio camino y chocándose con la autoridad. Lo que sigue del filme es el auge de Jobs (la fundación de Apple), su caída (su expulsión de la compañía) y su resucitación (el regreso a la misma empresa que creó y lo echó años antes). Todo lo demás sobra. Porque el cuento de “Jobs” no es la vida de Steve Jobs; es la lucha del empresario tomador de riesgos con los tipos que prefieren especular a lo seguro bloqueando el paso a los demás.

Como en las películas de Coppola y Scorsese, confrontan dos tipos de capitalismos: el que hizo grande a Estados Unidos; el que lo amenaza hundirlo en su decadencia. Los empresarios que tomaron riesgos, que tuvieron una visión de un producto, de un cambio, de un nuevo concepto, enfrentan el no de los que manejan los resortes del poder, los que traman en las sombras para asegurarse cuotas de mercados, monopolios, rentas de la mediocridad. Si el progreso del mundo se asocia a tipos como Jobs, sus oponentes son los que traban las ruedas del cambio, personificado acá en Arthur Rock (sólido trabajo de J.K. Simmons), el dinosaurio que se sale con la suya, aunque signifique hundir a la compañía.

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La película muestra los rasgos menos amables de Jobs: el jefe tiránico, el sobreexigente, el padre que se niega a reconocer a su hija, el colérico y fanfarrón. Pero no se centra en eso. No pretende estudiar las contradicciones de un ego; no pretende un retrato psicológico. “Jobs” cuenta la misma historia que “Tucker...” y “El aviador”: la lucha entre dos tipos de capitalismo. Todo lo demás es funcional a ese conflicto principal.

Hay un excepcional trabajo de Ashton Kutcher que tiene que lidiar con algo que Jeff Bridges y Leonardo DiCaprio no tuvieron que afrontar: tener al personaje demasiado presente en la memoria colectiva como para no caer en la tentación de compararlo. Y Kutcher logra algo que habla a las claras de su éxito al ponerse en la piel de Jobs: hacernos olvidar que estamos viendo a Kutcher.

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Hay una segunda línea interpretativa en la película: sólo cuando uno se sumerge en algo que lo apasiona completamente, puede entregarse al 100% a los sinsabores que la lucha exige para alcanzar el objetivo. Esa pasión guía la jornada; nos garantiza la serenidad de ánimo para alcanzar el objetivo. Y su sencillez nos da la certeza de la corrección del camino emprendido.

Mañana, las mejores frases.

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