31.1.18

el Palimpsesto de Arquímedes

cultura cientíƒica


(…)

El Palimpsesto de Arquímedes es un libro del siglo XIII en el que se descubrieron nuevas obras del matemático de Siracusa. Está formado por 174 páginas de pergamino, con tapas de madera. En su interior se plasma el paso del tiempo y todas las vicisitudes a las que tuvo que hacer frente. El palimpsesto fue víctima de la cera, del pegamento, del fuego y de un hongo morado que, allí donde actuó, se comió el colágeno y acabó con el texto de Arquímedes. Es un gran superviviente que nos ha permitido recuperar un texto fundamental para el estudio de la historia de las Matemáticas.

La historia del palimpsesto parece remontarse al siglo X, cuando un escriba monástico, probablemente en Constantinopla, transcribió el texto de Arquímedes de alguna fuente anterior. Dos siglos más tarde, en 1229, cuando en el monasterio escasearon los materiales, el monje cristiano Johanes Myronas desencuadernó el libro de Arquímedes, borró la tinta, cortó las páginas por la mitad, las colocó perpendicularmente y las unió a otras que había extraído de otros seis libros antiguos, para formar un nuevo el libro sobre el que escribió textos religiosos. Afortunadamente, quedó un rastro de tinta escondido en el texto cristiano y el libro de oraciones, que permaneció varios siglos en el monasterio de San Sabas, fue la mejor caja fuerte para un contenido que en aquellos tiempos no hubiese sido entendido ni valorado.

El monasterio de San Sabas se encontraba en pleno desierto de Judea y fue comprado en 1625 por el Patriarcado Ortodoxo Griego de Jerusalén. En 1839, cuando fue visitado por el reverendo George Croly, el libro de oraciones todavía estaba en la biblioteca, junto a más de un millar de manuscritos. Pero por aquel entonces, le tocó hacer dos escapadas. La primera fue al monasterio del Santo Sepulcro de Jerusalén, cuando el Patriarcado ordenó reunir allí los acervos de varias bibliotecas. Más tarde lo trasladaron al Metochion de la Iglesia del Santo Sepulcro, una casa dedicada a la administración monacal situada en Constantinopla. Hay constancia de que el libro de oraciones ya estaba allí en 1846. Año en el que Constantin von Tischendorf visitó el Metochion con el fin de aprovechar la ignorancia de los monjes para hacerse con varios documentos antiguos. Dejó anotado que en la biblioteca del Patriarca no había nada interesante salvo «un palimpsesto que trata de matemáticas», lo que prueba que en aquel momento ya se sabía que el libro de oraciones estaba escrito sobre un texto antiguo. Tischendorf desconocía su valor pero se llevó de recuerdo una página en su mochila. Treinta años más tarde, tras su muerte, sus herederos venderían a Cambridge cuarenta y cuatro hojas de manuscritos antiguos. Pero no fue hasta 1983, que se reconoció que una de las hojas era la página que faltaba en el Palimpsesto de Arquímedes.

Otra prueba del conocimiento que se tenía por aquel entonces de las características del Palimpsesto, es el inventario de las riquezas manuscritas del Metochion que hizo Athanasios Papadopoulos-Kerameos en 1899. En él no solo se incluía el libro de oraciones, sino que también se señalaba la presencia de material de matemáticas en griego bajo el texto litúrgico. El inventario, además, incluía parte del contenido del palimpsesto, lo cual llamó poderosamente la atención del filólogo danés Johan Ludvig Heiberg quien, en 1880, había publicado una edición monumental de las obras conocidas de Arquímedes, y enseguida identificó al autor del texto. Así que, en 1906 y en 1908, visitó el Metochion para recopilar toda la información que pudo. Hizo numerosas fotografías y, ya una vez en casa, con la única ayuda de una lupa, se dispuso a recuperar el texto del matemático. Sus hallazgos fueron la base de una segunda edición de las obras de Arquímedes que publicó entre 1910 y 1915 y le valieron una portada en The New York Times (el 16 de julio de 1907).

Después de la Primera Guerra Mundial el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega ordenó que los libros y manuscritos del Metochion fueran enviados a la Biblioteca Nacional de Grecia para garantizar su seguridad. Sin embargo, de las 890 obras catalogadas por Papadopoulos-Kerameos, en Atenas solo se recibieron 823, entre las cuales, no estaba el Palimpsesto de Arquímedes. Parece ser que poco antes de la mudanza de la biblioteca, un funcionario francés llamado Marie Louise Sirieix, presumiblemente le compró el palimpsesto a uno de los monjes. Pero no existe ningún registro de dicha operación y Sirieix se limitó a volver a Francia y conservar el libro en el seno familiar.

Para desgracia del palimpsesto, en su nueva ubicación se le pintaron, a página entera, imágenes de estilo bizantino de los cuatro evangelistas. Pudo ser para darle más importancia al libro y que se asemejase más a un Nuevo Testamento que a un libro de oraciones, lo que da a entrever que sus entonces dueños desconocían su importancia. Sireix murió en 1956 y el palimpsesto pasó a manos de su hija Anne Guersan. Esta y su hijo Robert Guersan, se percataron a principios de la década de 1960, del deterioro sufrido por el libro y tras consultar a expertos como el profesor Jean Bollack, el profesor A. Wasserstein y el padre J. Paramelle, lo enviaron a París para su restauración. Diez años más tarde, los Guersan por primera vez se plantearon vender el palimpsesto y prepararon e hicieron circular doscientos folletos sobre el manuscrito, cien en francés y cien inglés. Instituciones como la Biblioteca Beinecke de Libros Raros, de la Universidad de Yale; Libros Raros y Manuscritos H. P. Kraus, de Nueva York; el Centro de Investigaciones sobre Humanidades de la Universidad de Texas, o la Universidad de Pittsburgh; estuvieron interesadas pero en ningún caso se procedió a la venta.


Finalmente, a principios de la década de 1990, la familia Guersan entregó el manuscrito a la casa de subastas Christie’s, a título de consignación, para su eventual venta. Christie’s pudo constatar su autenticidad comparando el documento con las fotografías de Heiberg y estimó que podía conseguir de 800 mil a 1.2 millones de dólares. El 13 de agosto de 1998, la empresa puso en conocimiento al gobierno griego de su intención de subastar el Palimpsesto de Arquímedes, y este puso sobre aviso al Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Griega de Jerusalén. El representante de Christie’s en Grecia llegó a ofrecer a las autoridades griegas la venta directa del manuscrito por 400 mil dólares, pero declinaron la oferta. Como consecuencia, Christie’s anunció en septiembre que subastaría el libro el 29 de octubre.

Cinco días antes de la subasta, el ministro de Cultura de Grecia, Evangelos Venizelos, comunicó a la prensa que el palimpsesto era propiedad legal del Patriarcado puesto que no existía ningún registro de la venta y el Patriarcado inició una acción legal contra Christie’s y la familia Guersan para impedir la venta.

El 29 de octubre de 1998, las actividades en Christie’s se iniciaron con la lectura de un boletín de prensa que decía lo siguiente: «Christie’s tiene el placer de informar a sus clientes que la Corte Federal de Nueva York negó anoche una moción del Patriarcado Ortodoxo Griego de Jerusalén para detener la venta, esta tarde, del Palimpsesto de Arquímedes. El juez decretó que bajo las leyes aplicables, nuestro consignatario tiene claramente derecho a vender el manuscrito, y la venta se realizará conforme a lo programado». El ganador de la puja fue Simon Finch, que compró el manuscrito para un coleccionista privado estadunidense que sigue en el anonimato.

(…)

El propietario del manuscrito se lo prestó al Museo de Arte Walters, para que llevasen a cabo las tareas de conservación y análisis necesarias para exhibirlo al público. Entre junio de 1999 y mayo del 2001, se organizó un certamen para integrar un equipo multidisciplinario que recuperase el texto de Arquímedes. Los dos finalistas fueron el Instituto Tecnológico de Rochester y la Universidad Johns Hopkins, que, mediante técnicas de obtención de imágenes multiespectrales, microscopía confocal y procesado de la imagen, recuperaron alrededor de 80 por ciento del texto.

Pero antes de poder analizar las páginas tuvieron que hacer frente a dos problemas. El primero fue el desmontaje del libro, tarea que les llevó cuatro años. Había pegamento Elmer’s Wood en el lomo, una emulsión de acetato de polivinilo que una vez seco no se disuelve en agua y es más fuerte que el pergamino donde estaba pegado. El segundo fue el raspado mecánico de la cera que se había depositado en las páginas, proveniente de las velas que se utilizaban en los servicios litúrgicos.

Para analizar el 20 por ciento restante que había quedado oculto por las imágenes religiosas añadidas se recurrió a la ayuda del físico Uwe Bergmann del laboratorio sincrotrón de la Universidad de Stanford, que, a finales de 2003, se dio cuenta de que la técnica que empleaba para observar la fotosíntesis en las hojas de espinacas podría ser útil para descifrar el texto de las páginas del Palimpsesto de Arquímedes que quedaban por recuperar. La técnica en cuestión se denomina fluorescencia de rayos X y pudo realizarse gracias a que la tinta con que se escribió el palimpsesto contenía hierro. Detectando las moléculas de hierro se pudo determinar las zonas en las que quedaban rastros de tinta.

Para llevarlo a cabo se utilizaron rayos X “duros” (muy energéticos), cuya longitud de onda es de alrededor de 1 Angstrom, comparable a las distancias entre los átomos y, por tanto, capaz de interaccionar con estos para aportar información sobre los mismos.

(…)

Además de obras de otros autores, el palimpsesto contenía siete obras del matemático griego:

  • Sobre el equilibrio de los planos
  • Sobre las espirales
  • Medida de un círculo
  • Sobre la esfera y el cilindro
  • Sobre los cuerpos flotantes
  • El método de los teoremas mecánicos
  • Stomachion (copia más completa de todas las conocidas)

Dos de las cuales tienen especial relevancia: la única copia conocida de su tratado Sobre los cuerpos flotantes, escrita en griego y el texto de El método de los teoremas mecánicos, que se creía perdido.

La particularidad de El método de los teoremas mecánicos radica en el uso de la experimentación previa a la hora de resolver los problemas. En una carta a Eratóstenes, Arquímedes lo expresa de la siguiente manera: «será posible captar ciertas cuestiones matemáticas por medios mecánicos, lo cual, estoy convencido, será útil para demostrar los mismos teoremas. Yo mismo, algunas de las cosas que descubrí por vía mecánica, las demostré luego geométricamente, ya que la investigación hecha por este método no implica verdadera demostración. Pero es más fácil, una vez adquirido por este método, un cierto conocimiento de los problemas, dar luego la demostración, que buscarla sin ningún conocimiento previo».

La lectura de los textos de Arquímedes contenidos en el palimpsesto nos han mostrado que los resultados obtenidos por el matemático no fueron adoptados por otros científicos hasta 500 años después.

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LAURA MORRÓN
“Tesoros que oculta el reciclaje”
(cultura científica, 19.01.18)

30.1.18

el populismo como fe religiosa

la nación

A primera vista, parecería correcto decir que vivimos “una era religiosa”, como Nicolás Berdiaeff, un filósofo católico y tradicionalista, llamó hace un siglo a la era que desembocó en los totalitarismos. Una era, escribió, “en la que el viejo mundo se descompone”, el mundo “de las luces racionalistas, con su individualismo y su humanismo, su liberalismo y sus teorías democráticas, su monstruoso sistema de industrias y capital, su ateísmo y su desprecio por el alma”. Contra todo esto, invocaba una “revolución del espíritu, una completa renovación de la conciencia”. En cambio, surgieron tiranías en nombre de la clase, la raza o la nación, el individuo fue sacrificado a la comunidad, las nuevas religiones políticas triunfaron. Tremendas guerras ensangrentaron el mundo, mientras pueblos enteros marchaban obedientes al mando de sus hombres de la Providencia.

La religión, señalaba Berdiaeff, “rige todo lo demás”, “exige una sociedad de carácter sagrado”, por lo tanto “rompe con los sistemas de independencia y laicismo de los tiempos modernos”. Nada mejor que el comunismo, observó, la herejía religiosa por excelencia, lo demostraba. En él, “toda la vida y todos sus aspectos se colocan bajo el signo de la lucha religiosa”. Él era ruso y se refirió a los rusos bajo el bolchevismo. Pero, mutatis mutandis, es lo mismo que experimentaron italianos y cubanos, alemanes, chinos y venezolanos.

Aunque filtrados por tecnologías modernas que difunden una apariencia engañosa de posreligiosidad o, como se suele decir, de posmodernidad, síntomas similares impregnan nuestra era. Será que los ingredientes de los que están formados el hombre y la historia son más o menos siempre los mismos: individuo y comunidad, fe y razón, conciencia y esperanza, algunas cosas más. Las que cambian de un lugar a otro y de una era a otra son las dosis de cada uno de esos ingredientes, y eso hace la diferencia entre el espíritu de una era y el de otra.

Religioso, por ejemplo, es el sentido de la ola populista actual. Lo que llamamos “populismos”, de hecho, no son más que formas religiosas de entender no solo la política, sino también el lenguaje, la moralidad, la estética. Las dicotomías maniqueas que los populistas agitan en cada una de estas dimensiones eluden la duda, detestan el matiz, destruyen la complejidad, es decir, la pluralidad. El populismo exige certeza, simplicidad, amigos y enemigos. En una palabra: fe, no razón. La suya es una guerra de religión permanente.

En el mismo plano, somos hoy testigos del poderoso regreso de los grandes relatos, de los grandes personajes, de la creciente demanda de líderes carismáticos que desde el púlpito o desde la red nos orientan y protegen. Los grandes del pasado arrecian en el cine: no solo los Churchill y los Lincoln, sino también los Stalin y los Mussolini. Como si buscáramos patrones, los padres y las autoridades que nuestra edad no produce o no logra dejar de desear. Las ventas de los libros premian a los grandes redentores y moralistas. Más que reflexiones y preguntas, los lectores parecen buscar afirmaciones y respuestas, alguien que les diga dónde está el bien y dónde está el mal, y quién tiene la culpa de todo. Al hacerlo, buscan a su alrededor el significado de la vida que Kant encontraba en las estrellas y en la ley moral de su conciencia.

Las mismas fake news, tan en boga hoy, son el nuevo nombre de una cosa antigua. La noticia falsa, mejor dicho la noticia que nos gusta creer que es verdadera, reafirma nuestra fe en lugar de desestabilizarla, nos complace más que las noticias verdaderas pero incómodas. Frente a una realidad desagradable, mejor conservar la fe en lo que ya creemos. El mal, dicen algunos, empezó cuando el conocimiento reclamó la primacía sobre la creación. Ahora se diría que la creación quiere consumar su venganza: en esto estriba una era religiosa.

Las causas que alimentan las edades religiosas son más o menos conocidas, no son diferentes hoy de las del pasado. Sucede que el hombre se espanta al violar nuevas fronteras, al alcanzar nuevas velocidades, al develar nuevos secretos; sucede que, asustado ante lo desconocido o lo incomprensible, busca refugio en el eterno misterio de la religión; que al prosaico comercio prefiere el heroísmo del guerrero; a la fría razón, el calor del sermón. Toman pie así bajo nuestros ojos el miedo al progreso, el horror a la ciencia, el regreso de prejuicios y supersticiones. Y con ellos, las letanías sobre mundos idílicos que nunca existieron, las teorías sobre el decrecimiento feliz, los cultos a la pobreza, las fantasías apocalípticas.

Pero ¿realmente el espíritu de nuestro tiempo es esto? ¿Realmente vivimos una era religiosa? ¿Nos esperan entonces aún más guerras religiosas de las ya en curso, nuevas epidemias creadas por el rechazo de curas y vacunas, nuevas hambrunas causadas por el odio al comercio y al mercado, nuevos fanatismos, nuevos odios, nuevas miserias en nombre del pueblo, de la nación, de la identidad, de la cultura, del grupo étnico? En la época de Berdiaeff ocurrieron muchas tragedias antes de que la razón regresara al lugar donde debería estar, antes de salir del túnel de la era religiosa.

Afortunadamente, la historia no tiene un espíritu particular, nunca va en una dirección específica. Ya se dijo muchas veces que la Ilustración estaba muerta, que la razón estaba démodée, que el conocimiento útil para la mejora de la vida humana era dañino, que para encontrar el sentido de la vida servían santos y héroes. Como en todas las edades, en la nuestra también la razón flanquea la irracionalidad; el conocimiento, la creación y el pragmatismo, el fanatismo.

En este sentido, es bueno recordar que, en el curso de la historia, la religión a veces ha inhibido la creatividad, la curiosidad, la inventiva y la libertad, y las ha condenado como formas de herejía, desobediencia e individualismo. Esto sucedió sobre todo en el mundo católico, y en el católico hispano en particular, donde la curiosidad se consideró un vicio; la afirmación individual, una vanidad; la prosperidad, un pecado; la creatividad, incredulidad. Galileo es un ejemplo. En diferentes formas, este legado conserva una fuerza extraordinaria e impregna nuestra “era religiosa”.

Pero en otros casos no ha sido así: la religión ha alentado y recompensado a aquellos que, avanzando más allá del límite conocido de las fronteras del conocimiento, desmontaron antiguos dogmas y descubrieron, incluso para la gloria de Dios, las leyes que regulan el universo; leyes cuyo conocimiento debía servir para mejorar las condiciones de la humanidad. Newton es un ejemplo. En ese caso, la fe y la razón se enriquecieron entre sí y, escribe Joel Mokyr, la religión ha reconocido que “la irreverencia es la clave del progreso”. Esta tradición también permanece viva. Vale la pena cultivarla hoy, antes de añorarla mañana.

LORIS ZANATTA
“El poderoso regreso de los grandes relatos”
(la nación, 24.01.18)

29.1.18

la biblioteca de Pérgamo

cultura cientíƒica

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La biblioteca de Pérgamo fue fundada por el rey Atalo I, cuyo reinado se extendió desde el 241 y el 197 a.C. Su construcción respondía a la voluntad del monarca de convertir la capital en una nueva Atenas de Pericles. Su hijo, Eumenes II, fue el mayor mecenas e impulsor de la biblioteca logrando que compitiese en importancia con la gran biblioteca de Alejandría.

Llegó a conservar alrededor de 200 000 volúmenes, si bien algunas fuentes hablan de una cantidad menor y en otras esta asciende hasta 300 000. La propia rivalidad con la biblioteca alejandrina puede ser la causante de la imprecisión de esta cifra, que pudo ser reducida o aumentada según se desease otorgarle mayor o menor relevancia a la institución. Los estudios llevados a cabo en la escuela de Pérgamo abordaban una amplia diversidad de disciplinas: historia del arte, viajes y epigrafía, topografía, cronología, filosofía estoica y literatura.

Los conocimientos acerca de esta biblioteca provienen, principalmente, de la obra Historia Natural de Plinio el Viejo. Este escritor y viajero romano también fue quien atribuyó la invención del pergamino a la lucha por el dominio cultural entre Pérgamo y Alejandría. Según cuenta, Ptolomeo, rey de Egipto, decretó un embargo a la exportación de papiro y esto propició que surgiese el pergamino en la corte del rey Eumenes II. Por desgracia, esta historia aportada por Plinio el Viejo no encaja con la realidad, ya que se sabe que en el siglo V a. C. los griegos del Asia Menor ya escribían en ellos. Puede que la evidente relación entre el pergamino y Pérgamo provenga del hecho de que esta ciudad fue una gran productora y exportadora de este material. En cualquier caso, el pergamino, siendo más resistente y aprovechable que el papiro, le ganó la partida como soporte para la escritura.

Por lo que se refiere a la biblioteca de Pérgamo, su final fue propiciado por su mayor rival. Tal y como narra Plutarco en Vidas Paralelas, Marco Antonio mandó al Serapeo de Alejandría los volúmenes de la biblioteca de Pérgamo como recompensa por las pérdidas que había sufrido la biblioteca de Alejandría en el incendio del 47 a. C.

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Los libros de la biblioteca de Alejandría estaban hechos de papiro, una planta fibrosa que crecía en el delta del Nilo y en ciertas zonas de Etiopía, Siria, Palestina o Sicilia.

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En Pérgamo, fuese por las dificultades en encontrar papiros o por la elección de un soporte más cómodo y duradero, se inclinaron por el uso de pieles de animal. Las más preciadas eran las de ternera, cabra, oveja o carnero, mientras que las de vaca y cerdo se consideraban demasiado gruesas. El pergamino se obtenía por maceración de la piel en cal y su posterior raspado, estirado, secado y pulido, hasta convertirla en una membrana lisa y translúcida. El componente básico del pergamino es el colágeno, además de la queratina, la elastina y una mínima cantidad de albúmina y globulinas. Su susceptibilidad al biodeterioro depende de la materia prima, del método de producción y del estado de conservación.

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En su inicio los pergaminos se enrollaban como los papiros, cosiendo las piezas una a continuación de la otra, pero con el tiempo, por practicidad, se optó por cortarlos en forma de hojas rectangulares que se podían plegar para obtener cuadernillos. Estos se cosían entre sí y se protegían con una cubierta de madera o piel reforzada formando lo que se conocía como códice.

Por tanto, este tipo de volúmenes ya contenían lo que pasaría a ser una parte fundamental del libro: la página, que en el futuro se numeraría posibilitando la realización de índices. La portabilidad y facilidad de escritura del nuevo soporte le proporcionó un gran éxito y permitió que en Roma se reprodujeran obras literarias y traducciones de autores griegos.

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LAURA MORRÓN
“Tesoros que oculta el reciclaje”
(cultura científica, 19.01.18)

27.1.18

conozco la canción: should i stay or should i go?

En 1991, Levi's lanzó este comercial que se convirtió en un clásico:



El aviso publicitario tiene un muy buen tema de fondo: “Should I stay or Should I go?”. El tema es un clásico de The Clash, el grupo punk británico y fue creado por uno de los integrantes del grupo Mick Jones.

El tema fue incluido en el album “Combat Rock” de 1981, una década antes que Levi's lo usara en su publicidad. Lo que llamó la atención es que este aviso relanzó el tema y lo llevó al Número 1 del Chart Británico. El único tema de The Clash que escaló a la cima. Una década antes, su mejor posición fue el puesto 17.

La grabación de “Combat Rock” fue el principio del fin de la banda británica, partido al medio por las peleas entre Jones y Joe Strummer, vocalista y guitarrista de The Clash. Las malas lenguas aseguran que el enfrentamiento entre ambos miembros de la banda fue fogoneada por Bernie Rhodes, manager del grupo, de mala relación con Jones.

Esa pelea forjó la leyenda de que el tema creado por Jones era un mensaje subliminal sobre su precaria situación en la banda, cantando si debía irse o quedarse, haciendo referencia al grupo. Otra versión indica que Mick Jones estaba llevando, en ese momento, un romance con Ellen Foley, actriz y cantante, relación que no estaba pasando por su mejor momento. Ambas versiones fueron desmentidas por Jones que pidió no buscarle rebusques al tema: sólo es una buena canción de rock.

Hay una sorpresa en el tema. Mientras canta Jones, puede escucharse al fondo a Strummer cantando el tema pero en español. Un muy mal español. A Strummer le pareció, en el momento de la grabación, que era una muy buena idea incluir un coro del tema doblado al castellano. Según el propio Strummer, el operador del estudio, un latino, llamó a su madre por teléfono para que le tradujera la canción. Como la mamá del operador era ecuatoriana, podría decirse que los coros fueron doblados al español ecuatoriano si se permite la expresión.

Como todo lo que tiene que ver con este tema, hay una segunda versión sobre esta historia: el operador no llamó a la madre, sino que era portorriqueño y lo tradujo al texmex, para un Strummer que sabía muy poco del idioma, apenas aprendido cuando era un niño en España.

Lo cierto que el tema fue un boom. Y quedó como uno de los grandes hitos del grupo. Escuchemos la versión de The Clash:



El tema ha tenido cientos de versiones. Elijamos algunas. Una de Die Toten Hosen en una versión en vivo en Buenos Aires:



Con otro estilo, Kylie Minogue se animó al tema:



Living Colour fue otros de los grupos que tocó el tema:



Vamos a la versión de Nirvana:



Una muy buena versión en castellano, la versión oficial en ese idioma, es de Los Fabulosos Cadillacs:



Otra versión, la de grupo Karamelo Santo:



En los últimos tiempos, una escena de Stranger Things volvió a poner el tema bajo el reflector:



Otra buena versión es la de Anti-Flag:



Cerramos este post con la versión en vivo de The Clash:



FUENTES:

http://detrasdelacancion.blogspot.com.ar/2008/12/should-i-stay-or-should-i-go-clash.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Should_I_Stay_or_Should_I_Go

https://es.wikipedia.org/wiki/The_Clash

https://www.vix.com/es/arte-cultura/178389/the-clash-conoce-la-historia-detras-de-should-i-stay-or-should-i-go

http://www.songfacts.com/detail.php?id=1550

26.1.18

frases de “3 anuncios para un crimen”



¿Quiere pagar por tres vallas, en un camino que nadie utiliza a menos que se pierdan o sean retrasados, por un año?

-¿Qué expresa la ley, sobre lo que puedo escribir o no, en una valla? ¿Supongo que no se puede escribir nada difamatorio tampoco “mierda”, “orina” o “puta”, cierto?
-O... “ano”.
-Bueno… creo que estará bien entonces.

-Supongo que es la madre de Angela Hayes.
-Así es. Soy la madre de Angela Hayes. Mi nombre es Mildred.

-“¿Cómo, Alguacil Willoughby?”... ¿qué?
-¿Qué?
-Sí.
-¿Cómo…? ¿Qué, qué?
-¿Qué?

-Podría arrestarte ahora si quisiera.
-¿Por qué?
-Por vaciar tu cubeta allí. Va contra las leyes ambientales…
-Bueno... antes de que haga eso, oficial Dickson, ¿por qué no va a mirar esa primera valla de allá? Entonces, podremos hablar del puto medio ambiente.

-¿Pusiste esas vallas para seguir jodiendo a la policía?
-Ya están listas.
-Bien hecho. ¡Ve a joder a esos malditos policías!

-No va en contra de ninguna ley de propiedad o de otra mierda. Verifiqué todo esto.
-¿Y dónde verificaste esto?
-En un libro.
-¿En qué libro, genio?
-En uno llamado: “bésame el trasero, no es de tu incumbencia”.

No es difamación si ella sólo está haciendo una pregunta.



Me parece que la policía local está muy ocupada torturando personas negras como para preocuparse por hacer algo por resolver crímenes reales. Pensé que estas vallas quizás sirvan para enfocar sus mentes un poco.

-No sé qué está haciendo la policía, para ser honesta. Solo sé que el cuerpo quemado de mi hija está dos metros bajo tierra, mientras ellos comen donas y hostigan a niños de ocho años por patinar en el estacionamiento.
-¿Y qué tiene que ver el Alguacil Willoughby en esto?
-¿Él es el jefe de ellos, cierto?

Parece que tenemos una guerra en nuestras manos.

-No creo que esas vallas sean muy justas.
-En el tiempo que le tomó venir aquí y quejarse como una perra, Willoughby, probablemente otra pobre chica esté siendo asesinada justo ahora. Pero me alegra que tenga definidas sus prioridades, debo reconocer eso.

-Hay algo más, Mildred. Tengo cáncer. Estoy muriendo.
-Lo sé.
-¿Qué?
-Lo sé. La mayoría en el pueblo lo saben.
-¿Seguirás colocando esas vallas?
-Bueno, no serán tan efectivas después de que se muera, ¿cierto?

Sé que el historial de los derechos humanos en Cuba es muy deplorable cuando se trata de la homosexualidad. ¿Pero matarlos? ¿Seguro que no estás pensando en Wyoming?

¿No es hora de regresar a la casa de mami, Dixon?

¡Oye, Robbie! ¡Creo que el enano quiere acostarse conmigo...! Padre Montgomery…

Sé lo difícil que ha sido para ti, Mildred, el año pasado. Todo lo sabemos. Y si hay algo que necesites estaremos allí. Siempre. Pero el pueblo también sabe qué clase de hombre es William Willoughby. Y el pueblo está completamente en contra de esas vallas suyas.



Toda esa situación es parecida a la de los chicos de su iglesia, ¿cierto? Tienen sus colores, tienen su casa club, son, en otra palabra, una pandilla. Y si están arriba fumando una pipa y leyendo su Biblia mientras sus amigos, miembros de pandillas, se cogen a un monaguillo, bueno... Padre, son igual que esos Crips y esos Bloods... Son culpables. Porque se unieron a la pandilla, hombre. Y no me importa si nunca hicieron una mierda o nunca vieron u oyeron una mierda. Se unieron a la pandilla: son culpables. Y cuando una persona es culpable de cogerse a un monaguillo o de cogerse a cualquier chico... porque sé que ustedes realmente lo minimizan... entonces, ustedes pierden el derecho de venir a mi casa y decir cualquier cosa sobre mí, de mi vida, de mi hija o de mis vallas. Bien, ¿por qué no termina su té, aquí, Padre? Y se va de mi maldita cocina.

-¿Cómo te has sentido, Bill?
-Oh… como si tuviera cáncer en un órgano principal.

-¡Deja de leer malditos cómics y dame el archivo del caso de Hayes!
-¿El caso de Angela Hayes o el caso de Mildred Hayes?
-No hay un caso de Mildred Hayes.

-¿No hizo una visita al dentista hoy, cierto?
-No.
-¿Qué?
-Dije: “no”.
-¿Entonces no fue usted quién perforó un pequeño agujero en la uña del dedo grande del gordo Geoffrey, no?
-Claro que no.
-¿Qué?
-Dije: “claro que no”.
-¿Le hiciste un agujero al dentista?
-No, Denise. No lo hice.

-Y… ¿cómo va el negocio de la tortura de negros, Dixon?
-Se dice negocio de tortura de “personas de color” en estos días.

Si se deshace de cada policía con vagas inclinaciones racistas, entonces tendrá tres policías y todos ellos van a odiar a los maricas. ¿Entonces, qué hará, ya sabe?



-No quise...
-Lo sé...
-Fue un accidente...
-Lo sé, cariño. Es sangre. Iré por alguien...

-Las aves. ¿Contraen cáncer?
-No lo sé. Los perros lo hacen.
-Sí, bueno, no hablaba de los perros, ¿o sí?

El buen camino a casa “Violada mientras moría”. Como si no hubiera dos segundos en el día en el que no pensara en ella o en cómo murió.

-Necesitaremos que te quedes unos días, Bill. No deberías toser sangre.
-Sí. Ya lo había adivinado, doctor.

¡Al chico le crecen cereales en el maldito cabello!

-¡Oh! Necesito usar el baño, pero si hay algún inconveniente… de hecho hay un inconveniente, ¿no es así?... puedo verlo es un inconveniente… puedo aguantarme, está bien...
-Es la primera puerta, bajando de la sala.
-¿Seguro? Siento que estoy invadiendo...
-¡Solo ve a orinar!
-Bien.

-Las vallas no la traerán de regreso, Mildred.
-Tampoco una maldita chica de 19 años, Charlie.
-Sí... pero yo sé eso…

Sólo soy una mierda de padre y tú, una grandiosa mamá. ¿Cierto? ¿Entonces, por qué una semana antes de que muriera, se acercó a mí y me preguntó si podía mudarse conmigo?

-¿Qué pasa con esa nueva actitud rigurosa, Dixon? ¿Tu mamá te ha dado consejos?
-No. Mi mamá... no hace eso…

Aún sin arrestos. ¿Cómo, me pregunto? ¿Por qué no hay un Dios y el mundo está vacío y no importa lo que nos hagamos entre nosotros? Espero que no. ¿Cómo viniste aquí de la nada siendo tan bonita? No tratas de hacerme creer en la reencarnación o algo parecido, ¿cierto? Bien… eres bonita. Pero no eres ella. Ella fue asesinada. Y ahora está muerta para siempre.

Cuando no puedes confiar en los abogados ni en los publicistas... ¿en qué diablos se ha convertido Estados Unidos?

-Él está muriendo, Mildred.
-¡Todos estamos muriendo!



-“Este dinero está destinado al fondo de las vallas de Mildred Hayes porque ella no es la única aquí que odia a los cerdos. Firma: un amigo”.
-¿Supongo que no puedes escoger a tus amigos en estos días, no?

-No hueles a vómito. Lo que es bueno.
-Aquafresh. Un truco que aprendí.
-¿Eres mujer, cierto?

-Tiene un verdadero pene genial, señor Willoughby.
-¿Eso es de una obra? “Tiene un verdadero pene genial, señor Willoughby”. Creo que escuché eso en una de Shakespeare una vez.
-Tonto. Es Oscar Wilde.

NO ABRIR LA BOLSA. SÓLO LLAMAR A LOS CHICOS.

Mi querida, Anne. Hay una carta más larga en el mueble de la ropa que he escrito en las últimas semanas. Esa nos protege a nosotros y mis memorias de nosotros y lo mucho que siempre te he amado. Ésta sólo nos protege esta noche y, aún más importante, de este día.

Éste no es un caso de “vine a este mundo solo y me iré solo”, o cualquier cosa tonta como ésa. No vine a este mundo solo: mi mamá estaba allí. Y no me iré solo... porque tú estabas allí... ebria en el sofá haciendo bromas de pene de Oscar Wilde.

Tus recuerdos finales de mí, serán de nosotros al lado del río y ese tonto juego de pesca en el que creo que ellas hicieron trampa...

Quédate con este día, amor, porque fue el mejor día de mi vida. Besa a las niñas por mí y entérate de que siempre te he amado. Y quizás te vea de nuevo si hay otro lugar. Y si no lo hay… bueno, ha sido el cielo conocerte a ti. Tu chico... Bill.

¿Ves, Red? Tengo problemas con los amigos blancos, también.

¿Sabes quién arrojo esa lata?

-¿Cómo van las cosas con el caso de Angela Hayes?
-¿Cómo van las cosas con el caso “Métase en sus malditos asuntos”?
-¿Cómo van las cosas con “entrégueme su arma y su placa”?

Escuche. No puedo encontrar mi placa. No, en serio… quizás la perdí...

-Creo que acabo de ser despedido. Despedido o suspendido. No estoy seguro...
-Despedido.

-Me debe siete malditos dólares por el conejo.
-¿Supongo que tendrá que quitármelos la próxima vez que pase, no Mildred?

No estoy segura de lo que haremos el resto del día. Es difícil saber qué hacer el día que tu esposo se mató.

Yo decidí pagar el siguiente mes de alquiler de las vallas. Pensé que sería gracioso. Tendrás que defenderlas otro mes entero, después de que me entierren. Ja, Ja, Ja. La broma está contra ti, Mildred, y espero que ellos no te maten. Así que buena suerte con todo eso y buena suerte con todo lo demás, también. Espero y rezo para que lo atrapes.

-¿Te darán algo de dinero por ser despedido y todo eso?
-No sé cuál es el esquema de compensación por arrojar a un sujeto por la ventana, mamá. Supongo que debería de haber investigado eso antes. ¡Déjame buscarlo en Google!

-¿Qué harás, Mildred? ¿Los crucificarás, cómo dijiste?
-Sí, voy a crucificarlos.
-¿A quién crucificarás? ¿A los hijos de puta?
-¡Sí! Crucificaré a los hijos de puta.
-Bueno, será mejor que esos hijos de puta se cuiden.

Esto no le pone un final a nada, maldita retardada. Éste es solo el comienzo. ¿Por qué no pones eso en tu maldito programa “Buenos días, Missouri”? ¡Perra!

Creo que tienes las cualidades para ser un verdadero buen policía, Jason... ¿Y sabes por qué? Porque en el fondo eres un hombre decente. Sé que tú no crees que yo pienso eso, pero lo hago, pedazo de mierda. También creo que estas muy enojado, sin embargo... Y sé que todo empezó desde que tu papá murió y tuviste que cuidar después a tu mamá y todo eso. Pero mientras mantengas mucho odio, no creo entonces que vayas a convertirte en lo que sé que quieres convertirte... en un detective. Porque tú sabes lo que necesitas para convertirte en un detective. Y sé que vas a retorcerte de dolor cuando diga esto. Pero lo que necesitas para convertirte en un detective es amor. Porque a través del verdadero amor, viene la calma. Y a través de la calma viene el pensamiento. Y necesitas pensamiento para detectar cosas algunas veces, Jason. Eso es todo lo que necesitas. No necesitas un arma, incluso. Y definitivamente, no necesitas odio. El odio nunca ha resuelto nada. Pero, la calma sí. Y el pensamiento, sí. Inténtalo. Inténtalo solo como un cambio. Nadie pensará que eres gay. ¡Y si lo hacen, arréstalos por homofobia!



Eres un hombre decente y sí, has tenido una racha de mala suerte. Pero las cosas van a cambiar para ti... Puedo sentirlo.

-¿Entonces, quieres salir a cenar la próxima semana?
-Saldré a cenar contigo. Pero no voy a coger contigo.

¡Y deja de llorar! La sal solo jode tus heridas.

Está bien. Me gusta sostener escaleras.

-¿Aún quieres colocar el de Willoughby, él murió y todo eso?
-¿Por qué no? Él pagó por eso.
-Cierto.

¿Penélope, dijo “engendra”?

Sé que soy un enano que vende autos y tiene problemas con el alcohol. Lo sé. ¿Pero quién diablos eres tú? Eres la mujer de las vallas que nunca sonríe, que nunca tienen nada bueno que decirle a nadie y que, por las tardes,... ¡inicia un maldito incendio en la estación de policía! ¿Y soy yo el que no es mucho? ¡Oye! Sabes, ¡no necesitaba sostener tu escalera!

-¿En serio le dijiste, “ira engendra más ira”?
-¡Oh! ¡Sí! ¡Lo hice! ¡Aunque no lo pensé yo! ¡No puedo reclamar eso! No. Lo leí en un marcador. De un libro que estaba leyendo. Sobre polio. ¿Polo, no? ¿El de los caballos? ¿Polio? ¿Polo?

Sé amable con ella, Charlie. ¿Lo entendiste?

-Así que quería que lo supieras pronto. No quiero darte esperanzas, ¿sabes?
-He tratado de no hacerlo.
-Bueno, todo lo que puedes hacer es intentarlo, como dice mi mamá.

¡Oye, Dixon! Gracias…

Lo hiciste bien, Jason. Lo hiciste muy bien. Pero él no era el sujeto.

Encontré mi placa, después de todo.

-Lamento haberte dado esperanzas.
-Está bien. Al menos, tuve un día de esperanza. Es más de lo que he tenido por un tiempo.

-Bueno... sé que no es el violador de ella. Es un violador, sin embargo. Estoy seguro de eso.
-¿Qué tratas de decirme?
-Tengo su matrícula. Sé dónde él vive.
-¿Dónde vive?
-Vive en Idaho.
-Eso es gracioso. Conduciré a Idaho en la mañana.
-¿Quieres algo de compañía?

-Oye, Dixon.
-¿Sí?
-Necesito decirte algo. Fui yo quien incendió la estación de policía.
-Bueno… ¿quién carajos más hubiera sido?

-¿Dixon?
-¿Sí?
-¿Estás seguro de esto?
-¿De matar a este tipo? No, en realidad. ¿Y tú?
-No, en realidad. Supongo que podemos decidirlo en el camino.

25.1.18

en la maraña del odio


3 ANUNCIOS PARA UN CRIMEN
data: http://www.imdb.com/title/tt5027774

Martin McDonagh asoma en el radar del cine como un director distinto. Nos regaló dos películas que llamaron la atención: “Escondidos en Brujas” y “Siete psicópatas”. Y ahora repite con una película entre las mejores que veremos este año. Su estilo es peculiar: hay humor, hay drama, hay personajes fuera del promedio, hay mucha emoción y un trío de actores que dan una clase de actuación. Lo peor que le puede pasar a “3 anuncios para un crimen” es que el público le huya por su temática, una madre que llama la atención para que no se empantane la investigación por la violación y crimen de su hija. Porque “3 anuncios…” no es una historia policial. Es una historia de cómo el odio nos afecta, como transciende a una comunidad y de cuál es el tortuoso camino para iniciar el camino de retorno cuando estamos a su merced.

La protagonista es Mildred Hayes, una mujer de fuerte temperamento, atravesada por un dolor: el cuerpo de su hija adolescente apareció quemado en las afueras de Ebbing, un pueblito de Missouri. El análisis forense arrojó otro dato aterrador: la joven fue violada mientras agonizaba. La investigación policial se encuentra estancada. Y Hayes intuye que el autor del crimen no será atrapado.



La bronca de Mildred apela a un último recurso para que el caso no caiga en el olvido: alquila tres carteles publicitarios, en las afueras del pueblo, con sendas sencillas frases. Primero: “Violada mientras moría”; segundo: “¿Aún sin arrestos?”; tercero y último: “¿Cómo puede ser, Alguacil Willoughby?”.

Esos avisos son un golpe directo al mentón, no sólo de la policía de Ebbing sino a la población entera. Mildred Hayes se convierte en una enemiga del pueblo, un ser molesto para la comunidad que comprende su dolor pero no avala su cuestionamiento al Alguacil Willoughby, un hombre de bien, un policía honesto, un padre de familia con una enfermedad terminal.

A partir de allí, “3 anuncios…” desarrolla la trama, con un conflicto a tres bandas. Una es Mildred Hayes, enfrentándose a su familia (su hijo y su ex marido); otro es el propio Willoughby, que lucha con su propio final y con la resolución de un caso que no tiene resultados a la vista; y el otro, es Dixon, un personaje muy especial en esta historia. Dixon es el típico policía racista, con denuncias de torturas de afroamericanos, alcohólico, a cargo de una madre que lo domina, tan xenófoba como él, en suma, un inútil que es una mancha para la institución. Pero Willoughby lo avala, ve en él, algo que ni el propio Dixon ve: el potencial de un buen policía. Pero sabe también que Dixon está poniendo su carrera y su vida en riesgo.



Las interacciones de estos tres personajes sostienen la trama de “3 anuncios…”. Es un triángulo dramático clave. Porque el guion de Martin McDonagh se mueve por otro camino, alejándose de lo que esperamos al ver la primera escena. “3 anuncios…” no será una película sobre la investigación de un crimen. Tampoco un drama sobre una muerte. McDonagh elige reflexionar sobre el odio. Y sobre lo que el odio hace con nosotros.

Los tres personajes básicos están embebidos en el odio, un odio nacido por la frustración del destino. Mildred por la muerte de la hija y por la culpa de unas palabras dichas en el fragor de una discusión que no debieron nunca ser pronunciadas en voz alta; Willoughby porque está por morir y deja sin protección a su amada esposa y sus dos pequeñas hijas; Dixon porque tiene que cargar con su madre enferma, tras la muerte de su padre y lidiar con su cotidiano menosprecio.

¿Cómo reaccionan los tres personajes que conviven con el odio? Del mismo modo: con agresión. Un reflejo instintivo. Un deseo de confrontar sin importar el objetivo. Un deseo implícito de que los otros sufran del mismo modo que ellos están sufriendo. Y esa es la clave: detrás del odio, está la frustración, la sensación que el destino ha jugado en contra y que todas las certezas que sostenían nuestras vidas, se derrumbaron como un castillo de naipes.

“3 anuncios…” muestra a los personajes en el clímax de su temporada en el arrabal del odio. Y todo se tuerce hasta llegar al punto en que la telaraña del odio empieza a desmontarse. Willoughby es el primero en dar el paso. Se está despidiendo de la vida. Y con un par de cartas, acerca a los otros dos personajes del triángulo, dándoles el empujoncito para cambiar.

“A través del verdadero amor, viene la calma. Y a través de la calma viene el pensamiento” escribe Willoughby en su despedida a Dixon. Es la tesis del filme.



El guion de Martin McDonagh es lúcido, sutil, combinando muy buenos diálogos con momentos emotivos. El libro funciona porque los personajes son capaces de arrojarnos una frase humorística en el momento de mayor intensidad dramática. Con mucha maestría, evita caer en golpes bajos y sensibleros.

Y el otro cómplice para realzar el brillo del texto, es la actuación del terceto protagonista. Frances McDormand nos da una de sus habituales interpretaciones donde, con solo alzar una ceja, transmite la intensidad del personaje. Es deliciosa su actuación, medida, intensa, cercana. Woody Harrelson es el segundo punto alto, en un personaje hecho a medida. Y Sam Rockwell proporciona el personaje con más variantes, el que pasa del desprecio al afecto del espectador. Este triángulo eleva al filme y lo torna en memorable.

Señor visitante de esta página: hágame caso, no deje pasar a “3 anuncios…”. Me lo va a agradecer.

Mañana, las mejores frases.

24.1.18

razón sin deseo

Así pues, el que defiende el gobierno de la ley, parece defender el gobierno exclusivo de la divinidad y de la inteligencia; en cambio el que defiende el gobierno de un hombre añade también un elemento animal; pues tal es el impulso afectivo, y la pasión pervierte a los gobernantes y a los hombres mejores. La ley es, por tanto, razón sin deseo.

ARISTÓTELES
“Política (III)”

23.1.18

experiencias urbanas: gracias mil



(Aviso en la reja de un kiosko de Villa del Parque, Llavallol 2493)

22.1.18

el fin de la ciudad

Todo es obra de la amistad, pues la elección de la vida en común supone amistad. El fin de la ciudad es, pues, el vivir bien, y esas cosas son para ese fin. Una ciudad es la comunidad de familias y aldeas para una vida perfecta y autosuficiente, y ésta es, según decimos, la vida feliz y buena.

ARISTÓTELES
“Política (III)”

20.1.18

covers: nada


julio sosa


il faut tango dúo


la mar en coche


caetano veloso


luis salinas

19.1.18

frases de “Pequeña gran vida”



La causa de todas las catástrofes que estamos viendo hoy es la superpoblación. Estamos orgullosos de revelar el único remedio práctico para el mayor problema de la humanidad. ¿Está listo, doctor?

Levántate y abre tus ojos. Este pequeño mundo está lleno de cosas para ver.

-En Leisureland, sus U$S 100.000 se traducen en U$S 12,5 millones para mantenerse ¡de por vida!
-¡Guau!

Sé que el divorcio hace mella en la autoestima de cualquier persona, pero reducir el tamaño se trata de presionar el botón de reinicio, comenzar de nuevo.

-La Reducción elimina la presión.
-Además… realmente estás haciendo una diferencia.
-¿Te refieres a toda esa basura sobre salvar el planeta?
-Sí.
-Reducir el tamaño se trata de salvarte a ti mismo. Vivimos como reyes. Tenemos las mejores casas, los mejores restaurantes… Cheesecake Factory… tenemos tres de ellas…



A veces piensas que estamos en el mundo normal. Y luego sucede algo y te das cuenta de que no.

¿Quieres mi consejo? Leisureland es donde quieres estar.

-Sr. Safranek, tiene una llamada.
-Paul… no te enojes conmigo. ¡Por favor, no te enojes! No puedo dejar a mi familia. No puedo dejar a mis amigos. Lo siento, Paul. Debería haber pensado más en mí misma.
-¿Pensando en ti misma? ¡Tengo doce centímetros de alto!

-¿Dave? ¡Ése es Dave! ¡Dave Johnson!
-Hola a todos.
-Y Carol. Él nunca me pareció el tipo de hombre que querría reducirse.

¿Entiende que se someterá al procedimiento médico permanente e irreversible comúnmente conocido como “Reducción de persona” y que sus cuerpos serán aproximadamente del 0.0364% de su masa y volumen actuales?

-Te veré del otro lado.
-Te amo.



Tan grande como pueda, por favor.

Éstas son las personas a las que deberíamos ayudar.

¿Por qué reduje mi tamaño? Para que yo pueda estar aquí ahora mismo. Finalmente tengo la oportunidad de hacer algo que importa.

-¿Has visto las noticias hoy?
-¿Sobre el pequeño hombre sueco?



No es como si estuviéramos muriendo. Nos estamos mudando.

Las personas grandes nos miran como si fuéramos fanáticos. Son los fanáticos.

-¿De dónde sacaste la rosa?
-Una nueva tienda. Flores de tamaño completo.

No seas tan americano.

-¿Esto es legal
-Bebé… éste es el Salvaje Oeste.

Eres un hombre bueno.

¿Qué tipo de cogida hemos tenido?

18.1.18

ver a las personas que tenés al lado


PEQUEÑA GRAN VIDA
data: http://www.imdb.com/title/tt1389072

Tengo una relación ambigua con las películas de Alexander Payne. Les reconozco su inteligencia y el nivel de sutileza. Pero las encuentro de cierta frialdad, cierto pecado de intelectualidad que dificulta empatizar con sus historias. Y cuando vi los trailers de “Pequeña gran vida” me sorprendió el género utilizado, una comedia con toques de ciencia ficción. La crítica local no trató con gentileza esta nueva película de Payne, cosa rara porque es un artista estimado por los críticos. Pero esta ocasión la opinión mayoritaria fue separar las cosas: una brillante primera parte; un desenlace flojo. Bueno, como vengo a contramano de la crítica, no se extrañen que ésta es la película de Alexander Payne que más me gustó. Básicamente por encontrarle humanidad a sus personajes, confundidos en la búsqueda de un mundo mejor. Las peores perspectivas amenazan al género humano, pero en la ácida comedia de Alexander Payne todo se reduce a mirar más al tipo que tenés al lado que a buscar la salvación de la humanidad. Tal vez esa crítica al activismo progresista (que mira al conjunto para no tener que ocuparse del individuo) sea la que no terminó de conformar a nuestros críticos bienpensantes.

En el mundo de “Pequeña gran vida”, la gente puede reducir su tamaño por medio de un tratamiento científico irreversible, con lo que automáticamente logran una disminución crucial de sus consumos. Tiene un doble beneficio: el impacto ambiental de cada humano se reduce; el costo de vida también porque el espacio, los alimentos, la vestimenta, todo se reduce proporcionalmente. Paul Safranek, el protagonista, es un tipo servicial que ayuda a otros a superar patologías de posición (dolores de espalda, de articulaciones, etc.). Está casado, viven en el hogar que le dejó su madre y notan que se van retrasando económicamente respecto a otros de su generación. La opción de la reducción es una oportunidad que brilla por sus beneficios.



Finalmente, Paul y su esposa Audrey deciden someterse al tratamiento e ir a vivir a Leisureland (literalmente, Tierra de Ocio), un barrio privado para personas pequeñas. Cuando Paul despierta del proceso de reducción, se entera que Audrey se arrepintió a último momento. De pronto, el sueño se convirtió en pesadilla. Está solo, reducido, en un nuevo mundo.

Esa primera parte de “Pequeña gran vida” es, además de ingeniosa, bastante ácida. Vemos que hay una insatisfacción laboral y existencial en Paul. Es un tipo que ayuda a otros pero no hay una devolución de la gente que lo rodea. El personaje de Audrey (breve aparición de Kristen Wiig) es un buen ejemplo de cómo lo tratan a Paul. En el llamado telefónico post-reducción, Audrey empieza pidiendo perdón y termina diciendo: “Debería haber pensado más en mí misma”. Es un buen indicador de cómo era la relación entre Paul y Audrey. Ella acaba de traicionarlo, dejándolo solo en una instancia que altera para siempre su vida, pero se da el tiempo para acusarse por no haber considerado sus propios deseos. Parece que Paul repite esas relaciones en la que él da y no recibe retribución a cambio. El breve momento de su madre es el antecedente de ese mecanismo de sometimiento a los deseos de otro.



En Leisureland, todo ha cambiado para Paul. No debe preocuparse de lo económico. Está libre para trabar nuevas relaciones. Pero todo es incomodidad en su vida. No sabe dónde cuadrar. El cambio de mundo no ha mejorado su condición. Porque, muy posiblemente, su problema no haya sido las limitaciones que encontró en el mundo de los “grandes”; su insatisfacción estaba en su interior.

Ésa es una de las primeras reflexiones del filme, la forma en la que gente imagina mundos ideales en dónde podría llevar una vida distinta. Leisureland es la alternativa del mundo ideal en el universo de “Pequeña gran vida”. Pero una vez que están ahí, la gente tiene las mismas dificultades que en su vida anterior. Visto de lejos, Leisureland es el mundo idílico donde se puede vivir tomando champagne y comprando diamantes por menos de cien dólares. Al rascar la superficie, se observa que las mismas diferencias del mundo normal, se replican en esa utopía. Es una de las primeras lecciones de “Pequeña gran vida”: no hay lugar donde esconderse. Puedes tener la ilusión de vivir en la burbuja y olvidarte de los problemas cotidianos. Pero es sólo una ilusión. Los problemas siguen ahí y gran parte de la vida es cómo lidiar con ellos.



Paul está en una inestable estabilidad que alteran dos personajes. Uno, Dusan, su vecino, un tipo simpático, traficante ilegal, fiestero, dispuesto a vivir la vida. Ese personaje le altera parcialmente la vida porque es el primero que le aconseja sobre salir al mundo y ver lo que le espera afuera. Y por él, conoce a Ngoc Lan Tran, la disidente vietnamita, reducida a la fuerza, con una pierna menos y que sobrevive en los barrios marginales de Leisureland. Lo que Ngoc Lan Tran le da es el amor y una razón para vivir: ayudar a los otros.

Ésa es la otra reflexión que toma el filme en la segunda mitad (la que menos le gustó a los críticos). Es la tesis central del filme. A veces, los humanos caen en la tentación de sobreponer las necesidades de la Humanidad (en mayúscula) a la de los propios humanos que la componen. El bosque impide ver el árbol. Lo que Ngoc Lan Tran le da, con su ejemplo, es observar al batallón de perdedores y tenderle la mano. En contraposición, en la resolución del filme, Paul deberá sopesar esas alternativas: ser parte de algo más grande o ayudar al que está al lado.



En ese desenlace, Alexander Payne desliza una postura no correcta desde el punto político pero profundo desde lo humano. Payne parece tomar en sorna a todos los grandes movimientos, desde el hiperconsumo capitalista hasta el ecologismo. Todas son filosofías que intentan distraernos de nuestra pequeñez, que nos permiten llevar esa hipócrita satisfacción de estar participando de algo grande, mientras a nuestro lado caen miles. Payne toma posición en una de las últimas escenas del filme, cuando Paul lleva comida a uno de los ancianos pobres de la barriada miserable. Paul le da la comida, lo saluda y se va porque Ngoc Lan Tran está tocando la bocina del auto afuera. Pero se detiene un momento y lo mira. Ésa es la elección del personaje y una reafirmación ética: darse el tiempo para ver el sufrimiento humano. Y aportar lo que se pueda para paliarlo. No está la utopía de resolver todos los problemas de la sociedad; sólo mejorar el día de la persona que tenemos al lado.

Pequeño en sus aspiraciones, Paul encuentra la paz en esa satisfacción del deber cumplido. Ha cumplido. Ese día el mundo es mejor por su acción que cuándo se levantó. No hay mucho más que pedir, tal vez. En esa sabiduría profunda del día a día, en un mundo que se cae a pedazos y enfrenta su extinción, Paul apuesta por la validez del bien y del abrazo humano.

Esa idea no parece menor. Controvertida, tal vez. Pero es una moraleja muy humana, cálida, alguna de las cosas que no nos terminaban de identificar con las anteriores películas de Payne. Aquí, creemos, sube ese escalón y, con la sutileza que lo caracteriza, nos sugiere que tal vez, con menos militancia y más caridad, el mundo podría llegar a ser un lugar mejor.

Nos gustó “Pequeña gran vida”. Está para recomendar.

Mañana, las mejores frases.

17.1.18

atados al sillón

Por eso también en las magistraturas políticas, cuando la ciudad está constituida sobre la igualdad y semejanza de los ciudadanos, se considera justo que estos ejerzan la autoridad por turno. En una época anterior, juzgaban digno cumplir un servicio público turnándose, como es natural, y que otro, a su vez, velara por su interés, como antes él, cuando gobernaba, miraba por el interés de aquél. Mas ahora, a causa de las ventajas que se obtienen de los cargos públicos y del poder, los hombres quieren mandar continuamente, como si el poder procurase siempre la salud a los gobernantes en estado enfermizo.

ARISTÓTELES
“Política (III)”

16.1.18

rosa de oro

(…)

A comienzos de 1967, Borges le cuenta a Bioy que recibió la visita de unos intelectuales mexicanos. Cansados de la poca importancia que Estocolmo les daba a los autores de la región planeaban un premio más importante que el Nobel, solo para latinoamericanos. Nuestro poeta les comentó que nunca sería más importante que el Nobel si no lo abrían a todos los escritores del mundo. Y aconsejó, siempre rápido y filoso, que “para enseñarles a los suecos, premiaran durante los primeros tres o cuatro años a escritores suecos”.

El proyecto de los mexicanos no prosperó, pero años después otra insinuación daría lugar a una recompensa como no hay dos. En 1984, invitado a Sicilia por la elegante editorial Novecento, Borges jugó con la idea de un premio en que al ganador le correspondiera elegir al próximo laureado. La idea les gustó tanto a los editores que en 1986, y cada dos años, comenzaron a conceder uno: lo llamaron La Rosa d'Oro. Las razones diferían, con agudeza, de las de Nobel. Se entregaría a una personalidad viva "que haya contribuido con su obra literaria, musical o figurativa a aumentar el patrimonio de conocimiento, sabiduría y belleza de la humanidad". Borges, por supuesto, fue elegido ad hoc.

Ya muy enfermo, el escritor no pudo ir a recibirlo, pero sí designó a su sucesor. ¿Quién? Nada menos que Henri Cartier-Bresson. “Borges me dijo: ?Lo elijo a usted porque usted ve y yo ya no veo'. Yo le aclaré que no me gustaban las ceremonias. Pero Borges murió antes de que fuéramos a Palermo, que era donde se entregaba el premio. Él se había criado en Palermo, en la Argentina, y yo había sido concebido en Palermo, en Sicilia. Antes de morir, le dijo a María [Kodama] que ella sería la encargada de dármelo en su lugar. ¡Y la ceremonia tuvo lugar en el mismo hotel en que yo había sido concebido durante la luna de miel de mis padres! En la vida todas son coincidencias”.

El premio no puede dejar de recordarme las conspiraciones fabulosas de cuentos como “Tlön, Uqbar, Orbius Tertius” o “El congreso”. Las inquisiciones por la red, que se suponen inmediatas, apenas dan resultados. Hubo que dedicarle un buen rato a reconstruir la serie de confabulados a los que une esa misteriosa rosa de oro: Borges eligió a Cartier-Bresson; este al editor Giulio Einaudi, Einaudi al músico y compositor Pierre Boulez, Boulez a Peter Stein, el regista alemán a I.M. Pei, el arquitecto que concibió la pirámide de vidrio del Louvre a Eduardo Chillida, el escultor vasco al modisto Ives Saint-Laurent, que a su turno optó por el gran David Hockney, que a su vez seleccionó al polifacético Robert Wilson. La lista llega hasta fines de la década pasada. Ahí se pierde el rastro. ¿Seguirá existiendo ese premio a contracorriente? ¿O, a diferencia del Nobel, habrá alcanzado la perfección de que se lo siga otorgando en el más absoluto secreto?

PEDRO B. REY
“El premio que inventó Borges”
(la nación, 13.01.18)

15.1.18

animal político

...el hombre es por naturaleza un animal político, y, por eso, aun sin tener necesidad de ayuda recíproca, los hombres tienden a la convivencia. No obstante, también la utilidad común los une, en la medida que a cada uno lo impulse la participación en el bienestar. Éste es, efectivamente, el fin principal, tanto de todos en común como aisladamente. Pero también se reúnen por el mero vivir, y constituyen la comunidad política. Pues quizá en el mero hecho de vivir hay una cierta parte del bien, si en la vida no predominan en exceso las penalidades. Es evidente que la mayoría de los hombres soportan muchos sufrimientos por su vivo deseo de vivir, como si en el vivir hubiera una cierta felicidad y dulzura natural.

ARISTÓTELES
“Política (III)”

13.1.18

algo de chip shop boys


get lucky


starman


purple rain


sweet child o'mine

12.1.18

el frío no crea tiranos

Los mayores delitos se cometen a causa de los excesos y no por las cosas necesarias. Por ejemplo, los hombres no se hacen tiranos para no pasar frío.

ARISTÓTELES
“Política (II, 13-14)”

11.1.18

jugando con la luz


LA RUEDA DE LA MARAVILLA
data: http://www.imdb.com/title/tt5825380

En estos últimos años, Woody Allen está liberado de la superstición del éxito. Filma una película por año, unas mejores, otras peores, probando aquí y allá, dentro de un terreno en el que se siente cómodo. “La rueda de la maravilla” es su última película y, muy posiblemente, no sea de las afortunadas. Acordamos que puede ser una de sus obras menores. Sin embargo, podemos rescatar varias ideas interesantes, hallazgos que nos dejan pensando si en las obras menores de otros autores podemos hallar estos apuntes cinematográficos que encontramos en este Woody Allen light.

Acá Woody Allen se viste de dramaturgo. Es una obra muy teatral, en sus parlamentos y en su puesta en escena. Eso le da cierta artificialidad, cierta sintaxis de otro género que acartona la película. Woody Allen menciona en la película a Chejov. Pero su protagonista, Ginny, nos hace acordar a la Blanche DuBois de Tennessee Williams. Ginny es un personaje prisionero de sus pasiones, enamorada de un imposible y por el que decide apostar pese a las nulas probabilidades de éxito. Presa en un matrimonio sin amor, casada con un hombre simplón que patéticamente la ama, la casa es una jaula, los barrotes de la mediocridad cercando su futuro. Ginny todavía cree que la vida le puede deparar una posibilidad. Lo trágico es que está en esa parte de la existencia en que el destino no ofrece ninguna oportunidad. Sobre esa brecha entre el deseo y lo real se asienta el precario edificio de la tragedia de este personaje.



Woody Allen ubica a sus personajes en una casa con vista a la rueda de la fortuna de un parque de diversiones, en la Coney Island de los ’50, feria de atracciones para el entretenimiento popular y barato. El bullicio forzado es un contexto que resalta la amargura de Ginny. Sobre la felicidad burda de los otros, sobre los gritos y las carcajadas, su existencia gris resalta. La locación no tiene intimidad: un ambiente abierto con ventanas y puertas expuestas a la multitud. El contrapunto remarca las frustraciones del personaje que repite dos reacciones ante la tensión: la necesidad de una copa y la migraña sistemática. Ginny está por derrumbarse. Y ese amor de verano que aparece en su vida es la última evidencia de su condena.

El tenor trágico de Ginny se acrecienta porque está entrando en la madurez. Todavía puede seducir pero sabe que ya no puede enamorar. Y para cambiar de vida, necesita a ese hombre que es el salvoconducto para escapar de la trampa de ese matrimonio gris. El drama de Ginny es que puede manipular a Humpty pero no lo quiere y que al que querría dominar, al joven Mickey, ya no cuenta con suficiente poder de fuego para lograrlo. La seducción de Ginny está menguando como la luz del sol del atardecer que nos atrae por su calidez pero que está vecina a la noche. Refuerza esa idea la fotografía de Vittorio Storaro, saturando el plano de Ginny con esos tonos naranjas que van mutando en la misma escena, a una luz fría y azulada. Cuando Ginny está encendida (principalmente en sus diálogos con Mickey), adquiere un aura candente, una traducción visual de su poder de seducción. Pero esa luz es débil. Cuando se contrapone la figura de Carolina (una seducción más tosca, menos elaborada, pero que tiene la omnipotencia de la juventud), la iluminación de Storaro marca el eclipse de esos tonos naranjas. Atardece en Ginny cuando Carolina resplandece.



La tragedia se resuelve en el filme con un desenlace clásico: cuando Ginny no puede ganar por el deseo cae en el recurso burdo del crimen. Pero su intento final de atrapar a Mickey es el canto del cisne: se viste con el vestuario de esa obra teatral estudiantil que representa su cénit pero también su ocaso. La capa brillante, el vestido blanco escotado a lo Marilyn, el broche que luce en su cuello, el vacilante parloteo para ofrecerle a Mickey un perdón que él no tiene en mente pedir. El derrumbe de Ginny es completo y definitivo. El día siguiente es la resaca que confirma que su vida seguirá por los mismos carriles mediocres que la han llevado a ese punto.

Tal vez pueda criticarse que este ejercicio dramático de Woody Allen es plano, sin mucha sutileza, de manual en su planteo. Tiene una estrella que acapara todo: Kate Winslet como Ginny, aporta los mejores momentos del filme. Los restantes actores del drama (Jim Belushi, Justin Timberlake, Juno Temple) no terminan de hacer creíbles a sus personajes, no logran bajarse del cliché y eso resiente el resultado final. Posiblemente, las deficiencias estén más en el guion que en las actuaciones. Los parlamentos de estos personajes tienen menos sutileza, menos dimensiones que el de Ginny. La protagonista es el nodo centrípeto que ha extraído lo mejor de los otros personajes y los ha dejado seco para lucir ella.



Pero repetimos, aún con estas deficiencias que la ubican como una obra menor en la larga filmografía de Woody Allen, “La rueda de las maravilla” nos permitió reflexionar sobre su estructura y señalar algunos guiños al espectador. Eso habla de la maestría de un genio del cine que extrañaremos cuando ya no esté. Un artesano de la disciplina que no se suele ver en estos tiempos.



Algunas de las frases de “La rueda de la maravilla”:

-Estoy marcada. Me van a matar.
-Eso es lo que obtienes cuando te casas con un gángster.

Tengo que tomar una copa.

Cuando te casas con un hombre que se hizo rico poniendo los pies de las personas en cemento… ¡probablemente nunca tengas que lavar un plato!

-¿A tu esposa ya no le gusta ir a pescar ¿eh?
-Hizo como si le gustara. Me tiró el anzuelo. Yo era el pez.



Sabes que es una mujer marcada. No deberías seguir adelante.

-¿Te besó?
-¿Por qué te acaloras tanto?

¡Mi cabeza late con fuerza! ¡Todo se está derrumbando!

-Sé lo que hiciste.
-¿No crees que estás siendo un poco melodramático?

Cuando se trata de amor, todos somos nuestro peor enemigo.


10.1.18

dios en el dolor de muelas

cultura cientíƒica

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Pero en otoño de 1654 Blaise Pascal sufre una profunda depresión. Su padre había muerto en 1651 y su hermana Jaqueline había ingresado en un convento. Entonces, se produce su conversión religiosa, tras un “accidente de tráfico”.

La noche del 23 de noviembre de 1654 Blaise Pascal iba dando uno de sus habituales paseos en coche de caballos al Pont de Neully. Al entrar en el puente los caballos se espantaron saltando el muro del mismo, pero antes de que estos en su caída arrastraran al carruaje, y a Blaise que estaba dentro, los enganches cedieron, quedando el carruaje, y en consecuencia también su pasajero, sobre el puente. El matemático se salvó de milagro.

Pascal vio este suceso como un mensaje de Dios y experimentó una especie de éxtasis religioso (esa misma noche del 23 de noviembre escribió su pensamiento sobre la experiencia en un texto de una hoja conocido como el Memorial, que está plagado de menciones a Dios), abandonando a partir de ese momento las matemáticas y la ciencia, para dedicarse por entero a la teología.

En ese periodo de tiempo dedicado a la religión escribe sus obras Lettres provinciales –Cartas provinciales- (1656-57) y los Penseés –Pensamientos- (se publicaría póstumamente en 1669), una defensa de la religión cristiana y una reflexión sobre el ser humano.

Pascal había abandonado completamente el estudio de las matemáticas. Pero ocurrió que una noche de 1658 sufría un terrible dolor de muelas, o quizás uno de los primeros dolores de cabeza que serían permanentes en sus últimos años de vida, y para intentar distraerse del dolor que sufría decidió dedicarse al estudio de la curva cicloide. La cicloide es la curva geométrica que describe un punto de una circunferencia que rueda sobre una línea recta.

Mientras trabajaba esa noche en la cicloide, el dolor de muelas cesó, lo cual fue interpretado por Pascal como que el estudio de las matemáticas no desagradaba a Dios y volvió de nuevo a dedicar parte de su tiempo a la investigación científica.

Por desgracia, en 1659 la salud de Blaise Pascal se deterioró mucho, por lo que tuvo que abandonar definitivamente el estudio de las matemáticas. Finalmente, el 19 de agosto de 1662, a la edad de 39 años, murió este gran científico, del que siempre se ha especulado sobre lo mucho que podría haber hecho, dado su gran talento para las matemáticas, si su vida hubiese transcurrido de otra forma.

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RAÚL IBÁÑEZ
“Blaise Pascal, Dios y la cicloide”
(cultura científica, 10.01.18)

9.1.18

la imagen escondida

bbc mundo

En 1842, la Galería Nacional de Londres adquirió un cuadro que había estado “colgado entre dos ventanas en un dormitorio durante unos 13 años, en los que fue visto por muchos visitantes, ninguno de los cuales lo consideró digno de especial atención”.

No obstante, esa obra creada cuatro siglos antes estaba a punto de ser la inspiración de un nuevo estilo radical de pintura.

Se trataba de “El retrato de Arnolfini” -conocido también como “Giovanni Arnolfini y su esposa” o “El matrimonio Arnolfini”-, pintado por el artista flamenco Jan van Eyck en 1434, y había sido comprado por un coronel del ejército británico en medio de la dispersión sin precedentes de obras de arte resultado de las Guerras Napoleónicas.

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Es una muestra del objeto que más atención atrajo y más comentarios suscitó del Retrato de Arnolfini a su llegada a Londres y es la evidencia más clara del legado del artista flamenco en los prerrafaelitas: un espejo.

bbc mundo

En el Retrato de Arnolfini, en la pared del fondo, debajo de un grafiti en latín que dice “Jan van Eyck estuvo aquí. 1434”, en un marco con 10 pequeñas escenas de la Pasión de Cristo pintadas en círculos, está un espejo convexo que refleja la espalda de la pareja que vemos de frente y -como si estuvieran entrando al cuarto desde el lugar donde estamos quienes miramos el cuadro- dos hombres.

Todo parece indicar que el que está más adelante, vestido de azul, levantando su brazo es Van Eyck.

La forma curva del espejo -la única disponible en el siglo XV- simultáneamente expandía y comprimía la visión, dándole ciertas propiedades casi mágicas que intrigaban a los artistas.
Cuatro siglos más tarde, el espejo de la época de Van Eyck le ofreció a los prerrafaelitas una tercera dimensión para crear una realidad virtual.

La reflexión no sólo les permitía doblar el espacio sino que les abría la posibilidad de completar la historia o introducir más elementos reales, imaginarios o simbólicos.

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“Cómo el legendario Retrato de Arnolfini inspiró una rebelión 400 años después de ser pintado”
(bbc mundo, 07.01.18)

8.1.18

las muertes de Ambrose Bierce

infobae

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Ambrose Bierce, escritor, periodista, desapareció un día de enero de 1914. No se sabe con exactitud qué día, ni las razones, tampoco dónde sucedió, ni siquiera a qué lugar del planeta sus admiradores -que son muchos- pueden llevar una flor a su tumba.

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Nacido en el estado de Ohio en 1842, fue el décimo de trece hermanos, todos bautizados con nombres que comenzaban con A. Sobre su infancia se sabe que su padre era un hombre de fe, dedicado a la lectura de la Biblia y la poesía de Lord Byron, mientras que su madre -hija de William Bradford, un separatista anti monárquico- era de carácter férreo, incluso oscurantista.

Durante su juventud sirvió como oficial del ejército de los Estados Unidos y luchó por el Norte durante la Guerra Civil Estadounidense o Guerra de Secesión (1861-1865), donde recibió un balazo en la cabeza un día antes de su cumpleaños 22, en 1864. De allí salieron sus primeras historias o cuentos, entre los que se encuentran algunas de sus creaciones más famosas, como Un suceso en el puente sobre el río Owl o Chickamauga, uno de los alegatos antibelicistas más sentidos de la literatura norteamericana.

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Aunque quizá su obra más reconocida sea Diccionario del Diablo, una recopilación de textos satíricos publicados en fragmentos en diferentes periódicos durante más de veinte años -de 1881 a 1906. Es que Bierce, quien residió en San Francisco por tres décadas, fue uno de los puntales -junto a Jack London- de la cadena de periódicos de William Randolph Hearst, hombre a quien detestaba.

Su vida familiar no fue sencilla. Estuvo casado, pero abandonó a su mujer cuando descubrió la correspondencia que ella mantenía con su amante. El destino de sus hijos no fue tampoco con “final feliz”; de sus tres descendientes, los dos varones tuvieron muertes trágicas. El mayor sucumbió bajo el efecto Werther: no soportó un desengaño amoroso y se suicidó, mientras que el otro murió debido a una enfermedad derivada de su alcoholismo. Así, su hija, Helen, se convirtió en su única razón para querer amar, para salir de esa oscuridad que parecía perseguirlo como en una profecía.

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...Bierce decidió que una buena manera de poner su literatura periodística en marcha era participar de la Revolución Mexicana y, con bastante anticipación, planeó su partida. De camino a México, hizo una parada en Nueva Orleans para reponer fuerzas, allí fue entrevistado por varios periodistas. Uno le preguntó por qué iba a un país desgarrado por la guerra; él respondió: “Me gusta el juego… quiero verlo”.

Pasó por San Antonio y llegó a Laredo, en Texas, donde pensaba cruzar la frontera, pero las historias sobre el general Francisco “Pancho” Villa y su División Constitucionalista lo hicieron cambiar de idea y luego de un tren a El Paso se dirigió a Chihuahua, donde Villa estaba liderando sus batallas.

El 26 y el 27 de noviembre, el ejército de Villa emboscó y derrotó a una fuerza de soldados federales, compuesto por Huertistas -como se llamaba a los seguidores del presidente de facto Victoriano Huerta- y Colorados en Tierra Blanca, un pueblo a unos 50 kilómetros de Ciudad Juárez. Bierce no solo presenció el enfrentamiento, sino que además tomó partido. De acuerdo al historiador Friedrich Katz (…) el autor tomó un rifle, apuntó y mató a un soldado federal a distancia. Los soldados que momentos antes se mofaban de él, quedaron encantados con el anciano y le regalaron un gran sombrero mexicano como premio por su puntería.

Esta fecha fue la última en la que se tuvo noticias de él. En una carta a su sobrina Lora, fechada el 26 de diciembre de 1913, escribió: “Si escuchan mi ser contra un muro de piedra mexicano y disparan a harapos, por favor, sepan que creo que esa es una muy buena forma de abandonar esta vida. México, ah, eso es eutanasia”. En esta epístola, decía además, que su próximo destino era Ojinaga, lugar en el que Villa desalojó a los huertistas, por lo que este pueblo es considerado como el último lugar en que lo vio con vida. Sobre el final de la misiva, sentencia: “No tendré tiempo de escuchar de ti. Supongo que no importa mucho. Adios, Ambrose”.

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El complot de William Randolph Hearst

A pesar de trabajar para diferentes publicaciones del magnate de los medios William Randolph Hearst, la estima por su empleador era inexistente. Hearst poseía extensas tierras y haciendas en el norte de México, por lo que había sido parte del complot para la llegada de Huerta al poder como también para restablecer la dictadura prerrevolucionaria.

Bierce había realizado un texto periodístico sobre el rol de Hearst pero se lo llevó con él ya que no quería avergonzar a la anciana madre de Hearst, una mujer a la que el escritor admiraba. Así, guardó el manuscrito en un hotel de Laredo antes de cruzar la frontera, con la intención de volver por el material en el futuro y, quizá, publicarlo.

Antes de que el manuscrito pudiera ser recuperado por su familia en 1914 o 1915, Bierce abandonó el hotel y nunca más regresó. Para algunos, este misterio revelaría que Hearst utilizó sus influencias para desaparecer a Bierce, aunque nunca pudo saber dónde el escritor había ocultado el texto.

Soldado que huye…

No todos están seguros de que Bierce haya participado de la Revolución Mexicana, para algunos investigadores como Roy Morris Jr. (…) el escritor jamás llegó a Chihuahua y todo fue un ardid para desaparecer. Así de sencillo. Su principal argumento radica en que Bierce era una celebridad y que no podía haber sido ignorado por los otros periodistas norteamericanos que estaban presentes en la guerra. Sin embargo, Bierce era un periodista de “trincheras”, o sea, le gustaba acercarse a los conflictos, ser parte, no solo esperaba en algún lugar cómodo, disfrutando de todos los manjares posibles, por el regreso de los combatientes para armar sus historias, como pasaba con el resto.

Otro autor que enfatizó en una puesta en escena fue Joe Nickell (…) (que) sostiene que no existen evidencias reales, ni de fuentes mexicanas ni de ningún observador contemporáneo, de que realmente haya viajado a México, a pesar de su deseo declarado de hacerlo. Para Nickell, Bierce fingió su desaparición para suicidarse en el Gran Cañón, donde nadie pensaría buscarlo.

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¿Viaje a Sudamérica?

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El ensayista e investigador Glenn Willeford encontró quizá la única pista, una carta que escribió el 29 de mayo de 1913 a Walter Neale y que descansa en la Biblioteca Huntington: “Voy a redescubrir Tennessee (descubierto en 1862), una hazaña en la que espero su ayuda. Más tarde, me iré a México -donde gracias a Dios algo está sucediendo- y, con toda probabilidad, seguiré con Sudamérica, una región que me ha llamado la atención durante toda la vida”.

Asma que me hiciste mal

Para llegar a Ojinaga, Bierce debía tomar el Ferrocarril de Oriente, atravesando Kansas. Los historiadores aseguran que en aquella época los rieles llegaban apenas hasta San Sóstenes -más precisamente hasta las cercanías de la hacienda Falomir, perteneciente al dueño del banco nacional de Chihuahua-, por lo que el resto del trayecto debió hacerlo en auto o a caballo. Aquel invierno fue duro, muy frío, por lo que la posibilidad de un severo ataque de asma aumenta.

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Regreso a EEUU

Casi 80 años después de la desaparición, una nueva teoría salió a la luz. La historia, reproducida en la revista Journal of Big Bend Studies IV (1992), perteneciente a la Universidad Estatal Sul Ross, asegura que falleció en Marfa, Texas.

La génesis de esta teoría es, quizá, una de las menos confiables. El periódico dice textual: “Abelardo Sánchez de Lancaster, California, informó recientemente al editor que en 1957 conducía desde el norte de México hasta el sur de Yuma, Arizona, cuando recogió a un hombre que, en el curso de la conversación, mencionó que había servido con los colorados enfrentado a Villa en 1913. . . . Cuando Ojinaga cayó en enero de 1914, Villa cruzó el Río Grande en busca de refugio en los Estados Unidos. . . . [Durante la conversación el hombre le dijo a Sánchez que durante el retiro de Ojinaga a Presidio, Texas, conoció a un viejo norteamericano]. El gringo estaba enfermo y no podía hablar bien, pero se determinó que su nombre era “Ambrosia” y que su apellido era algo así como “Price” o “Pierce”. El hombre le dijo a Sánchez que él y otros soldados colocaron al gringo en un carro de dos ruedas y lo ayudaron a cruzar el Río Grande. Luego, fueron tomados bajo custodia por soldados de la Tercera Caballería [de los Estados Unidos] y escoltados a Marfa, Texas, junto con cientos de otros refugiados. Para cuando llegaron [a Marfa] el viejo estaba delirando y casi en coma. Él murió poco después. . . . Supuestamente fue enterrado en el antiguo cementerio de Camp Marfa”.

Ambrose Bierce y la Calavera de Cristal

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...el autor de corte ocultista Sibley S. Morrill propone una teoría (…) ...durante su viaje a México Bierce conoció a Frederick A. Mitchell-Hedges, un aventurero, arqueólogo y escritor inglés, quien en 1927 aseguró haber descubierto, junto a su hija Anna, una calavera de cristal en las ruinas mayas de Lubaantún, en la actual Belice. En sus escritos, Mitchell-Hedges aseguró que Villa lo había capturado y hasta forzado a trabajar como espía y que salvó su vida por ser británico. Sin embargo, no existen bibliografía ni testimonios que puedan sostener la historia de Mitchell-Hedges, ni textos del explorador nombrando a Bierce. Pero para Morrill, quizá, eso no signficaba nada y hasta aseguró que Bierce estaba trabajando para la inteligencia de EEUU y participaba de la revolución solo para espiar a Villa.

Morrill, además, sostiene que Mitchell-Hedges mintió con respecto a la fecha del descubrimiento de la calavera de cristal y el hallazgo en realidad se habría realizado en 1913, por lo que tenía la reliquia -a la que se le atribuyen poderes sobrenaturales- cuando luchó codo a codo con Bierce en favor de Villa. Luego de participar en la guerra, ambos realizaron expediciones y mientras excavaban en una cueva en Centroamérica -llevando el cráneo consigo- seres de otro mundo entraron en contacto y transportaron a Bierce hacia otra dimensión.

Del polvo venimos…

Con su desaparición en los titulares, varios grupos de investigadores estadounidenses bajaron hacia México tras su rastro. El método más común fue entrevistar a ex soldados al servicio de Villa, ya que sabían que habían participado en las batallas de Chihuahua y Ojinaga y, supuestamente, Bierce había participado de aquellos eventos. Un oficial, llamado Ybarra, reconoció al escritor en una fotografía y dijo que lo había visto en Ojinaga, pero que después del asalto a la guarnición federal nunca volvió a verlo.

Algunos de los cadáveres de los caídos en aquellos enfrentamientos entre el 9 y 10 de enero en Ojinaga fueron enterrados en fosas comunes, mientras que otra gran parte fueron transportados y apilados en la Plaza de Armas, frente a la iglesia de Nuestra Padre de Jesús, donde confundidos entre vigas de madera seca y rociados con kerosén, ardieron en una fogata que apenas dejó rastros. Cuando la Primera Guerra Mundial estalló, los esfuerzos por recuperar a Bierce, vivo o muerto, cesaron.

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JUAN BATALLA
“De la enfermedad a la abducción alienígena: las 7 misteriosas muertes de Ambrose Bierce”
(infobae, 07.01.18)