22.12.03

negros en el Campo Argentino de Polo

Una prueba incuestionable del avance incontenible del zurdaje que está invadiendo el país desde que Néstor Kirchner asumió la primera magistratura de la Argentina. El bochornoso hecho que enlodó la realización de la final del Campeonato Argentino de Polo de este año, ha sido valientemente descrito por Cristián Grosso, cronista de "La Nación" en Palermo, para el horror de la gente decente (que todavía queda en esta patria) que tuvo que compartir tribuna con el lumpen, el compadrito y el marginal.

Vamos a los hechos. Alrededor de las 16.25, en una Renault Traffic blanca, llegó el grueso de la parcialidad de La Dolfina. "O de Nueva Chicago en realidad" afirma Grosso, refiriéndose a los muchachones simpatizantes del equipo de Mataderos que, han abrevado en la distinción del polo, debido a la admiración que le tienen a uno de sus hinchas más célebres, Adolfo Cambiaso, estrella de la Dolfina.

"Todos ingresaron en orden y cada uno con su entrada en la mano. Pero esperaron para salir a escena" escribe Grosso. El peligro morocho acechó, ya con la final empezada, debajo de una tribuna atestada. "Hasta que promediando el primer chukker decidieron subir. Sin actitudes violentas -aunque hubo algunas denuncias por robos de carteras y sandalias, por ejemplo-, pero confundidos en el humo verdinegro y con la repudiable prepotencia de aquellos que quieren abrirse paso donde es físicamente imposible. Indignados y apretujados, varios espectadores saltaron al campo de juego. Iban 5m23s y desde entonces, en un lamentable episodio sin precedentes, la final estaría paralizada durante 23 minutos. Una mancha en la ya centenaria historia del Argentino Abierto".

Los simpatizantes de Mataderos fueron obligados a correrse al extremo de la tribuna lindera al palenque de La Dolfina (lo que motivó el siguiente comentario de los muchachones que aterrorizaron al público en Palermo: "los oligarcas allá y los negros tenemos que meternos en la punta"). Por suerte "las personas que impulsadas por el pánico habían invadido la cancha, y luego alentadas por la indignación propusieron una sentada hasta que se solucionara el problema, regresaron con desconfianza".

La hinchada verdinegra alentaba en cada corrida del equipo de Cambiaso, mucho más cuando La Dolfina ganaba 9 a 6. "Aunque no entendieran nada. Aunque protestara ante un supuesto cruce de línea, pidiera falta por cualquier golpe entre las patas de los caballos o supusiera que en cada golpe el rival estaba enganchando los tacos por arriba de los hombros. Y la conclusión, obviamente, era bien futbolera: 'Tirala al corner', 'Ahogalo, no los dejemos salir', 'Llevate la bocha allá, lejos, tenela, hacé tiempo'".

"'¡Vayanse al fútbol! Este lugar no es para ustedes' gritaron muchos" registra la crónica de "La Nación" y, coincidimos nosotros, esto no pasaba ni en los tiempos de Evita. " 'Fútbol y Polo no se llevan. Espero que el equipo de éstos pierdan', acicateó una señora". Para peor, los muchachones se les ocurrió arremeter con la entonación de la marcha peronista o ironizar con "algunas burlas al glamoroso espíritu de Palermo: 'Borombombón / Borombombón / queremos todos/ tomar Chandon".

Indescriptibles. Pero al final, cuando se fueron con la cola entre las patas, con la derrota, los despedimos como caballeros que somos, al grito de: "Mirá / mirá/ mirá/ sacale una foto/ se van a Mataderos/ con el culo roto".

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