17.3.04

¿una derrota de la democracia?

No por conocida, deja de sorprender, la habilidad de nuestra inteligencia neoliberal para llenarse la boca con la palabra democracia... salvo cuando los pueblos la ejercitan. Lentamente empiezan a uniformarse los medios argentinos con la teoría de que la derrota electoral de Aznar significa un triunfo del terrorismo que logró asustar al electorado, volcando una elección ya “ganada” por el Partido Popular.

Primer punto: una encuesta no es una elección. El pueblo se manifiesta con el voto y toda encuesta es una aproximación, en muchos casos, manipulada por los mismos partidos políticos. Segundo: aún suponiendo ciertas estas encuestas, no deja de ser democrático que el pueblo le pase una factura a Aznar por haberlos llevado a una guerra que la mayoría de España no apoyaba (en esos momentos, nadie habló de lo antidemocrático de un presidente que ignora el mandato de sus votantes).

Pero, principalmente, parecen olvidar nuestros cerebros de la derecha vernácula es que Aznar mintió a su electorado, tratando de dirigir las sospechas a ETA, porque si se sabía que la autoría era de un grupo radical islámico, iba a ser juzgada su decisión de invadir Irak y, posiblemente, perdiera la elección. Y que el mismo pueblo español que tuvo la valentía de salir a la calle al día siguiente de un atentado atroz, para decirle no al terrorismo, la tuvo también para castigar en las urnas al presidente que les había mentido. Si eso no es democrático, si eso no habla de la madurez y la ética de un pueblo, me cuesta trabajo explicar porqué.

Para los analistas políticos locales: en nuestra patria, al momento de juzgar a los culpables de la peor crisis económica de la historia de Argentina, la primera y la segunda minoría se la repartieron entre el principal responsable del proceso de destrucción reciente y el candidato del jefe de la fracción bonaerense que le echó nafta al incendio de los primeros meses del 2002, llevando a la mitad de la población debajo de la línea de pobreza y a un cuarto, debajo de la línea de indigencia.

Diferencias entre una sociedad y otra, diferencias que hablan a las claras de por qué España es una democracia sólida con una economía pujante y porque nosotros nos convertimos en el circo mafioso que hoy somos. Cosas que nuestros pensadores neoliberales se cuidan, por supuesto, de señalar.

Un aplauso al pueblo español, por ejercer, con valentía, su libertad.

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