2.4.04

la marcha

la marcha de ayer

La multitudinaria marcha de ayer, para que la muerte de Axel Blumberg no caiga en el olvido, provoca sentimientos contrapuestos. Por un lado, la democrática movilización, como en la crisis del 2001, de una ciudadanía en defensa de sus derechos. Pero, por otro lado, la desazón de ver como se persiste en el error conceptual al proponer cambios en el tema de inseguridad. No es porque falten leyes que la delincuencia mande en la provincia de Buenos Aires. No es porque los presos no trabajen o por el 2x1 o por la libertad condicional o por un nuevo documento de identidad. No es proponiendo penas más duras o volviendo no excarcelable algún delito, que se resuelve el problema.

Simplemente hay una conformación mafiosa, policial, política y judicial, que no aplica las leyes y que no va a aplicar las modificaciones a las leyes que puedan lograrse, porque ellos son los que lucran con los secuestros, la trata de blanca, el juego ilegal y el narcotráfico. Es la misma clase política que vendió al país en los últimos 20 años, son los mismos jueces que dilatan las causas para que prescriban los delitos, son los mismos jefes policiales que no pueden justificar sus yates o casas de fin de semana. ¿A quién se le puede ocurrir que, sólo por un mayor rigor legal, estas mismas personas cambiarán su proceder?

Pero lo peor de todo esto es que, estas mismas personas que llenaron la Plaza del Congreso en la noche de ayer, son las responsables de que hace menos de un año, el actual gobernador Felipe Solá ganara sin despeinarse en su distrito. Son los mismos que eligieron como candidatos al ballotage presidencial a Carlos Menem y al candidato de Duhalde, responsable directo de esta policía corrupta.

¿Entonces? ¿Qué se pretende? ¿Qué algo fuera diferente?

Como lo dijimos en oportunidad de comentar la reacción del pueblo español ante los atentados del 11 de marzo, España expresó su bronca con el voto, no sólo con la movilización. Y por eso las cosas pueden cambiar. Porque hay voto en defensa propia.

Acá no. Acá se aceptó la gobernabilidad sobre la decencia. Y entonces, lo más probable, es que la movida de ayer se diluya en cambios menores, en retoques de maquillaje, en mayor rigor para los perejiles. Mientras, la asociación ilícita que tiene de rehén a millones de argentinos, sigue impune.

No hay comentarios.: