
Los círculos literarios también favorecían la práctica de tomar pareados de los antiguos poemas chinos para utilizarlos corno canciones. A comienzos del siglo IX Fujiwara Kinto compiló una antología con tales extractos, junto con breves poemas japoneses waka, a los que dio el título de Roeishu, o Colección de cantos claros. Semejante empleo de la poesía evidentemente expresa el mismo tipo de visión artística que encontramos en las pinturas de Ma-yüan y Mu-ch'i, el mismo uso del espacio vacío que cobra vida con unas pocas pinceladas. En la poesía el espacio vacío es el silencio que rodea un poema de dos líneas: el silencio requerido por la mente, en el que no pensamos "acerca" del poema sino que realmente sentimos la sensación que el poema evoca, y con mucha fuerza precisamente porque dice tan poco.
Ya en el siglo XVII los japoneses alcanzaron la perfección con esta poesía "sin palabras" en el haiku, poema de diecisiete sílabas que deja el tema casi en el momento de tomarlo. Para quienes no están acostumbrados a estos poemas japoneses, el haiku no parece otra cosa que el comienzo o el título de un poema, y al traducirlos es imposible comunicar el efecto de su sonido e imagen, que es justamente lo importante. Desde luego hay muchos haiku que parecen tan presuntuosos como las pinturas japonesas en bandejas de laca barata destinadas a la exportación. Pero el oyente no japonés debe recordar que un buen haiku es un guijarro arrojado al estanque de la mente del oyente, que evoca asociaciones de su memoria. Invita al oyente a participar, en lugar de dejarlo mudo de admiración mientras el poeta se luce.
Los poemas haiku deben su desarrollo sobre todo a la obra de Basho (1643-1694), cuya manera de sentir el zen tendía a expresarse en un tipo de poesía totalmente afín al espíritu del wu-shih: "nada especial". "Para escribir haiku —decía—, búsquese un niño de un metro de alto", con lo cual aludía al hecho de que sus poemas tienen la misma inspirada objetividad de la expresión de asombro que encontramos en los niños, y nos devuelven aquella manera de sentir el mundo como lo vimos la primera vez con nuestros ojos azorados.
Kimi hi take
Yoki mono miseru
¡Yukimaroge!
Tú enciendes el fuego;
te mostraré algo lindo:
¡Una gran bola de nieve!
(…)
Aware es el momento crítico que ocurre entre el acto de percibir la fugacidad del mundo con pena y dolor, y el acto de verlo como la forma misma del Gran Vacío:
El arroyo se esconde
entre los pastos
del otoño que se aleja.
Hojas que caen,
quedan unas sobre otras;
la lluvia golpea la lluvia.
Ese momento de transición está justamente por "pasar" en el haiku escrito por Issa a la muerte de su niño:
Este mundo de rocío,
podrá ser de rocío,
y sin embargo, y sin embargo. . .
ALAN WATTS
El camino del Zen
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