10.6.05
Martin Niemöller
Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
En los inicios de la restauración democrática argentina, se convirtió en un lugar común escuchar a Cipe Lincovsky recitando este poema de Bertolt Brecht en cuanto reportaje o programa de televisión tuviera a tiro. Bien por Cipe. Pero hace unos días, haciendo una broma al paso, parafraseamos este poema, oportunidad en el que dilecto amigo y racinguista Roberto Calvo supo corregirme: no era de Bertolt Brecht si no de un pastor alemán protestante. Google mediante y listas de correos en el medio, llegamos a la verdad. Efectivamente, como el "Instantáneas" atribuido a Borges, este célebre poema no pertenece a Brecht, si no a Martin Niemöller y fueron dichas, por vez primera, acabada la Segunda Guerra Mundial.
Martin Niemöller (nacido en Westphalia, el 14/01/1892) había sido teniente de un submarino alemán, durante la Primera Guerra Mundial, recibiendo condecoraciones por sus servicios a la nación alemana. Tras la guerra, Niemöller estudió teología y se ordenó pastor protestante, en 1924. Tuvo a su cargo la iglesia de Berlín-Dahlem y celebró, como tantos protestantes, el ascenso al poder del canciller Hitler, augurando un resurgir del patriotismo y los valores alemanes.
Enemigo del comunismo y de la República de Weimar, Niemöller escribió su autobiografía "Del submarino al púlpito" (no puedo resistir la tentación: púlpito; no, pulpito), elogiada por la prensa nazi, con gran éxito de ventas.
No tardó en darse cuenta que Hitler no era el restaurador del orgullo nacional, si no un monstruo en ciernes. De la mano de Ludwig Muller, obispo del Reich, Hitler subordinó las distintas iglesias evangélicas alemanas bajo el slogan "Un pueblo, un Reich, una Fe".
Niemöller fundó en 1934, la Liga Pastoral, opositora a la política de Hitler, y se puso a la cabeza de la Iglesia Confesional, la que se declaró como legítima representante del protestantismo en la Alemania nazi.
Durante un tiempo trataron de eludir los ataques del gobierno, que ya tenía bajo su yugo a todas las iglesias protestantes de la nación. Cuando un teólogo de su iglesia exhortó a que los cristianos ayudaran, con medidas directas, a los judíos perseguidos, Niemöller sugirió que antes que eso, era mejor preocuparse por la propia seguridad de la Iglesia Confesional.
Nuevos arrestos, confiscaciones y el asesinato de un pastor, significó una escalada contra la iglesia que los obligó a abandonar la indiferencia neutral.
"Debemos usar nuestros poderes para liberarnos del brazo opresor de la autoridad así como lo hicieron los Apóstoles de antaño. No estamos dispuestos a guardar silencio por mandato del hombre cuando Dios nos ordena hablar" dijo en uno de sus últimas homilías, antes de ser detenido, acusado de efectuar acciones subversivas contra el Estado. La Iglesia Confesional cedió a la presión: agradeció al gobierno por haber revitalizado la vida alemana.
Niemöller pasó siete meses en prisión. La segunda condena fue de siete años, en el campo de concentración de Sachsenhausen del que fue liberado recién en 1945, por las tropas aliadas de liberación. Ese mismo año, durante una de sus clases, un alumno le preguntó como fue posible lo que sucedió en Alemania. Tras meditarlo un momento, Niemöller respondió con el poema que inicia este post.
En enero de 1946, la Iglesia Confesional volvió a reunirse en Frankfort. Niemöller tomó la palabra y, desde el púlpito, describió las excusas que dio para no alzar la voz. Los comunistas eran ateos y revolucionarios; los discapacitados y enfermos eran una carga social; los judíos no eran cristianos; los ciudadanos de los países ocupados por Hitler, no eran alemanes.
"Preferíamos mantener silencio. Claramente no somos inocentes y me pregunto una y otra vez: ¿qué habría pasado si en el año 1933 ó 1934, 14 mil pastores protestantes y todas las comunidades protestantes de Alemania hubieran defendido la verdad hasta la muerte? Si hubiéramos dicho: `No es correcto que Hermann Göring simplemente meta en campos de concentración a cien mil comunistas para que mueran'. Puedo imaginar que tal vez 30 o 40 mil cristianos protestantes habrían muerto, pero también puedo imaginar que habríamos salvado a 30 ó 40 millones de personas, porque eso es lo que el silencio nos costó" concluyó.
Martin Niemöller nunca escribió las palabras del poema célebre que pasó, de boca en boca, modificado de una u otra manera. En la inscripción del Museo del Holocausto de Estados Unidos, por ejemplo, se eliminó el primer verso referido a los comunistas.
Niemöller siguió al frente de su Iglesia, hasta su retiro, en 1964. Fue un fuerte opositor de la escalada bélica de la Guerra Fría. Visitó Vietnam del Norte y se reunió con Ho Chi Minh durante los bombardeos norteamericanos de 1965. Predicó contra las armas nucleares.
A poco de cumplir 90 años, comentó, con ironía, su viraje ideológico, desde el militar reaccionario de su juventud, al revolucionario de sus últimos días. "Si llegara a tener 100 años, a lo mejor sería anarquista" respondió, guiñando un ojo.
Martin Niemöller murió el 6 de marzo de 1984, en la ciudad alemana de Wiesbaden.
FUENTES:
El sitio de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg
http://www.raoul-wallenberg.org.ar/espanol/opinionbarucht3.htm
El artículo de Toby O'Ryan, "Historia extrema, parte 2: El camino de Martin Niemöller", en el sitio del Partido Revolucionario Comunista de EE.UU.
http://rwor.org/a/1251/bush__hitler_niemoller_pt2_s.htm
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