19.8.05

postre balcarce

La ciudad de Balcarce fue siempre un polo de atracción para los veraneantes de la mitad del siglo último, cuando las costas marinas se transformaron en el sitio obligado para veraneos prolongados y en familia. Allí, por 1950 y de la mano de Guillermo Talou, un pastelero argentino con raíces francesas e irlandesas, nació el postre que más se identificó con los turistas de aquellos tiempos. Atrás había quedado la Segunda Guerra Mundial, los viajeros descubrían recetas de otras mesas, pero ninguna comparable con aquellas en que se asentaba el irreemplazable dulce de leche nacional. Entonces, Talou se jugó a crear algo propio, con toques mundanos, donde el dulce más argentino encontró su delicado equilibrio entre capas de tierno bizcochuelo, crema chantilly, marrons glacé o pasta de almendras, merengue, nueces, una lluvia de azúcar impalpable en la superficie y una cintura de coco rallado para contenerlo cuando intentaba escaparse. Todo a mano, casero y sin aditivos.

Hoy el Postre Balcarce pertenece a la empresa Postres y Alfajores de Balcarce, y su expansión -a través de una variada repostería y modernos locales- ya es parte de la historia de empresas con nuevos propietarios y reingeniería industrial.

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Como muchas otras empresas, nuevas manos le dieron otro empuje, acorde con aquellos buenos tiempos. Domingo Dondero, de 88 años, la expandió hasta producir 7500 postres diarios, le agregó el slogan "marcado a fuego" y vivió la gloria de tiempos de crecimiento hasta que, una vez más, la inestabilidad cambió las circunstancias y la planta pasó a las manos actuales.

(la nación, 19.08.05)

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