24.10.05

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DÍAS DE FURIA

"Días de furia" ("El asesinato de Richard Nixon" es el título más preciso y original) es un drama moderno. Inevitablemente trae a la memoria "Muerte de un viajante" de Arthur Miller. Es que este Samuel J. Bicke tienen varias cosas en común con Willy Loman: ambos han creído en el sueño americano; ambos han fracasado; ambos son los perdedores del modelo. Mientras Loman cree hasta el final y sucumbe, en esa tragedia moderna, Bicke escapa hacia el lado de la psicopatía. Ambos, sin embargo, son productos de una sociedad, son las pústulas que explotan de un mundo que se viene abajo.

Hace un tiempo, Condoleezza Rice declaró que quién podría imaginar que alguien secuestrara un avión para estrellarlo contra un edificio. Bueno, un tal Bicke, por ejemplo, un ciudadano norteamericano que, en 1974, secuestró un avión con la intención de estrellarse en la Casa Blanca y matar a Richard Nixon. Sobre ese caso real se inspira, libremente, esta película con guión de Kevin Kennedy y Niels Muller (director también). (Apunte cinéfilo: algunos han notado el parecido entre los apellidos de Sam Bicke y Travis Bickle, el sociópata taxista de "Taxi Driver" de Scorsese, en la piel de Robert DeNiro; ¿un guiño de Paul Schrader, guionista del filme de 1976? Hagan sus propias apuestas).

La historia de "Días de furia" es la descripción de un proceso acumulado de ira, la evolución del derrumbe de una mente, por acumulación de pequeñas humillaciones. Bicke hace un esfuerzo, un gran esfuerzo, para seguir el paso de una sociedad que lo ignora. Pero no es un hombre con el temperamento de un pisador de cabezas, no es un artista de la mentira. Es un ser que sólo busca un pequeño lugar bajo el sol, una familia, un jardín donde jugar con su perro y sus hijos, mientras su esposa lo mira satisfecha sentada en el porche. Con sólo verlo en acción, sólo contemplar su mirada desolada, alcanza para comprender que está condenado de antemano, que no hay ninguna posibilidad para él. Los engranajes del mecanismo capitalista, inexorablemente, lo aprisionarán entre sus dientes. Y no hay nada que él (ni ningún hombre como él) pueda hacer para impedirlo.

Hay un par de hallazgos en la historia de "Días de furia". Una, es como se acepta, mansamente, que por un trabajo se deba perder la dignidad. Tanto la ex esposa de Bicke (una irreconocible Naomi Watts morocha) como Bonny, su amigo negro (Don Cheadle) se resignan al maltrato por su trabajo, pero con el aire de superioridad del que no cree que esté cediendo en nada. Sólo Bicke es consciente que para mantener el trabajo de mesera, su ex esposa debe ponerse una minifalda y dejar que los clientes le toquen el culo, o que su amigo Bonny reciba los insultos de un racista blanco, anglosajón y protestante, con la mejor paciencia oriental. "No soy ningún 'Tío Tom'" dice Bonny, después de haber sido puteado con total desprecio por su cliente.

El otro hallazgo del filme, se enlaza con lo anterior. La minuciosa descripción del viaje de Bicke a la insanía, no nos produce rechazo, sino empatía. Lentamente nos identificamos con un personaje en rumbo de colisión. Y la pregunta que queda flotando, es quién está más enfermo, Bicke o los que lo rodean.

Obviamente, el guión de "Días de furia" no está hablando de Nixon, sino es un tiro por elevación a la actual administración Bush. Cuando, en off, el protagonista apela a esos matones tomaron el control del mundo, queda claro que no están hablando de los habitantes de la Casa Blanca de hace 30 años.

Un aporte más: la mentira generada desde la altura de la pirámide, derramada hacia los estratos inferiores. Unos mienten a otros, que mienten a otros, que mienten a otros, sucesivamente. Richard Nixon es el símbolo del político profesional de estos tiempos, la entronización del principio de la credibilidad más que de la veracidad. No importa que algo sea cierto; lo que debe ser, en estos tiempos pseudodemocráticos modernos, es parecer cierto. Una sutil diferencia, pero fundamental.

La historia logra proyectarnos la angustia del protagonista, complicidad fundamental de Sean Penn, al que a esta altura no podemos elogiar sin caer en la reiteración. Sólo remitimos esas miradas, frente al espejo, de su Sam Bicke al levantarse, como ejemplo. Antológico trabajo, uno más en su carrera.

Con todo "Días de furia" no es una obra maestra por cierta reiteración que se observa al final, algunas escenas que se repiten innecesariamente. No obstante, es una muy buena película que no merece el destino de intrascendencia que augura en las pantallas argentinas, en parte por una crítica demasiado tibia de los medios nacionales. No es un filme para pasar de largo.

El personaje: Jack Jones, el jefe abusivo y revulsivo, interpretado por Jack Thompson, el homo marketinerus en estado puro. Escenas a destacar: la foto que Sam saca a sus hijos (donde todos les dan la espalda y salen de cuadro); la visita a la sede de las Panteras Negras; el "entrenamiento" del atentado, en la sala de su casa, usando veladores con sombrero, como modelos de los pasajeros; la escena entre Sam y su hermano (para guardar); la primera venta de Sam; la entrevista de Sam con el banquero, solicitando un préstamo para su futuro negocio.

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Frases: "La certeza es la enfermedad de los reyes"; "En verdad, la esclavitud nunca terminó en este país. Sólo tiene otro nombre. Empleados"; "Yo quiero dejarle una idea. Cebras", "¿Cebras?", "Cebras. Lo ve, ellas son negras y son blancas. Las Panteras Negras se convierten en Cebras y su base se duplicará"; "Ellos pueden reconstruir la Casa Blanca. Pero nunca me olvidarán"; "Es dinero. ¡Es dinero! ¡Es dinero, Dick! ¡Es dinero! ¡Dick! ¡Es dinero!"; "Sólo quería una parte del sueño americano. Como mi padre. Como mi abuelo"; "¿Sabes quién es el mejor vendedor del mundo? Ese hombre justo ahí. Justo ahí. (SEÑALA LA PANTALLA DEL TELEVISOR EN EL QUE HABLA RICHARD NIXON) Le vendió a todo el país, a 200 millones de personas, a él mismo dos veces. ¿Cuál fue su discurso de ventas el '68? Pues en el '68 dijo que finalizaría la guerra. Que nos sacaría de Vietnam. Envió otros 100 mil soldados y bombardeó todo el lugar, eso fue lo que hizo. Ahora, ¿qué fue lo que prometió el año pasado? Terminar la guerra en Vietnam. Y ganó, así y todo. Eso es un vendedor. Hizo una promesa, que no cumplió y nos vendió exactamente la misma promesa. Nuevamente. Eso es creer en sí mismo"; "En esta playa llamada América hay 211 millones de granos de arena. Tres mil millones en esa gran playa Tierra que habitamos. Si tengo suerte... si tengo suerte... la acción que estoy por tomar, mostrará el poder que, incluso el más pequeño grano de arena, tiene. El poder de destruirlos"; "El arma del cliente es el dinero. De eso va a querer hablar. Tu arma es la calidad y de eso es lo que insistirás en hablar. No te detengas en el juego del precio. Cuando pregunte, cuánto es tú le dices cuan grandioso es"; "Si crees en lo que vendes, triunfas. Porque si no, no venderás"; "¿Qué le sucede, señor Bernstein a la tierra de la abundancia? Donde hay mucho para pocos y nada para la mayoría. ¿Es ese el sueño americano?"; "Un hombre no renuncia a sus derechos en el trabajo. Un hombre no renuncia a sus derechos en ningún lugar"; "Señor Bernstein hay gente que se sienta, espera y deja pasar su vida ante la promesa de un sueño americano que no vendrá"; "El poder es un estado de la mente. Tienes tanto como crees que tienes"; "Cuando era chico me enseñaron a no ser grosero, señor Bernstein, pero... ¿qué se supone que haga con la gente que no me respeta?"; "¿Quienes son estos hombres? ¿Quienes son estos hombres, maestro, que nos tienen esperando a sus pies? Acaso no pertenecen a esta Tierra? La Tierra le pertenece a los matones que no les importa cómo llegar a la cima, en tanto lleguen. Soy un hombre honesto. Si ese es mi pecado, que así sea. Pero no me iré en silencio"; "Así que dime, Sam. ¿Cuál vergüenza es mayor?".

CONSEJO: ir a verla.

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