18.11.05

podando malezas

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EL JARDINERO FIEL

De una novela de John le Carré, un guión de Jeffrey Caine (con un pequeño papelito en la película, como el sirviente del club), esta nueva película del brasileño Fernando Meirelles tiene todo el fulgor estético de "Ciudad de Dios" y su misma levedad temática. Detrás del vistoso envoltorio, la historia no atrae, no termina enganchando, pese a que tiene todos los elementos para hacer un thriller de denuncia, de gran nivel. Más allá de sus rebusques técnicos y de una fotografía espectacular, "El jardinero fiel" deja la sensación de haber asistido a un ejercicio de marketing, a un meditado despliegue del director para demostrar su habilidad, más que para hacer brillar la historia que está contando.

Justin Quayle es un diplomático de rango inferior, en la delegación británica en Kenya. Su esposa, la bella Tessa, es activista de Amnesty International. Siempre ha tratado de mantener separada su carrera diplomática del trabajo de su esposa. Pero Tessa ha dado con algo muy grande: un estudio clandestino que la industria farmacéutica está desarrollando, con la complicidad de la embajada británica, utilizando a los pobres de Kenya como económicos conejillos de indias. Ese mundo que Justin ignora (siempre atento a cuidar sus plantas y confiar en las leyes), se le revelará brutalmente cuando su esposa Tessa sea asesinada.

El guión de Jeffrey Caine trabaja con innumerables flashback que cortan la sucesión lineal de la historia, fragmentada en dos bloques principales. El primero, la investigación de Tessa, hasta su muerte; el segundo, la investigación de Justin sobre la muerte de su esposa. Los sucesivos flashbacks proporcionan información que aclara la línea del presente, lo que ocurre desde la muerte de Tessa. Pero, a los efectos del suspenso, hay información que está de más en esa primera mitad. Como espectadores, rápidamente sabemos que Tessa se ha involucrado en una investigación que compromete al gobierno británico y que su asesinato no ha sido pasional, sino político. A partir de allí, la única duda es saber qué es lo que estaba tapando la embajada inglesa.

Parecía mejor, desde el punto de vista del guión, ocultar información al espectador, adoptando el punto de vista del protagonista. La primera mitad, contar el romance de Justin, su amor por la emprendedora activista, describir las diferentes naturalezas (la creencia de Justin en la ley y en las instituciones; la paranoia militante de Tessa). La muerte de Tessa debe cortar en dos al filme. Desde esa muerte, empieza la investigación de Justin, ante un lado oscuro que no quiere reconocer: su esposa lo engaña con otro hombre, el doctor Bluhm. A medida que Justin empiece a bucear en los papeles privados de su esposa, esta desilusión cede ante la otra versión: en realidad, Tessa ha sido asesinada por su investigación. Y, entonces, Justin pasa a ser el fiel amante que exige justicia y que demuestra, en esta conclusión, la fuerza de voluntad y el arrojo que desconocía tener, el ímpetu feroz y la sed de justicia que supo contagiarle Tessa.

Ese simple escamoteo de información hubiera contribuido a aumentar la tensión del filme, sin necesidad de alterar la línea del tiempo. Los idas y vueltas en la trama no parecen justificarse conceptualmente. Esta historia pudo ser contada linealmente, sin perder ni un gramo de interés. Entonces, ¿para qué cambiar el orden natural de la flecha del tiempo?

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"El jardinero fiel" cuenta con un gran elenco, entre los que se destacan Ralph Fiennes y Rachel Weisz (hermosísima, antológico desnudo con panza de octavo mes de embarazo), con varias otras caras británicas conocidas (Bill Nighy, Pete Postlethwaite, entre otros). El guión no proporciona parlamentos brillantes para que se destaquen especialmente los protagonistas. Lo de Weisz está un escalón por arriba de todos. Sorprende el barullo mediático en torno a Fiennes con rumor de una nominación al Oscar por este trabajo; lo hemos visto en mejores interpretaciones para tal entusiasmo.

Aunque pueda parecer cool y moderno, la cámara inquieta, los colores pastosos de la fotografía de César Charlone (uruguayo, residente en Brasil, compinche de Meirelles), los saltos en la historia, los contrastes entre la pobreza de Kenya y la naturaleza desoladora, los grandes planos generales y la iluminación cortante, confunden más de lo que aportan. Hay una gran historia atrás de todo eso, no del todo explotada. Es más: a la película le sobran minutos, por ese derroche visual que sirve a la hora de una publicidad, pero no del cine.

Para tener una idea que no todo es imaginación de le Carré, esta historia está basada en un hecho verdadero, ocurrido en Nigeria, donde un laboratorio probó, clandestinamente, drogas experimentales, con resultados nefastos para los pacientes.

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Escenas: la visita de Justin y su amigo a la morgue; el discurso final en el funeral; la charla entre Justin y el Dr. Lorbeer; la charla entre Justin y Sir Pellegrin, en el restaurante; la escena en la que Justin conoce a Tessa. Frases: "Algunas cosas inmundas pueden encontrarse bajo las rocas. Especialmente en jardines extranjeros"; "Yo creía que los espías sabían todo", "Sólo Dios sabe todo. Y trabaja para el Mossad"; "No estamos matando gente que no fuera a morir, de todos modos. Mira las cifras de mortalidad, por Dios".

CONSEJO: esperar al video. Aunque esa fotografía, se disfruta en pantalla grande.

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