¡Vuela pensamiento, con alas doradas,
pósate en las praderas y en las cimas
donde exhala su suave fragancia
el aire dulce de la tierra natal!
¡Saluda a las orillas del Jordán
y a las destruidas torres de Sión!
¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada!
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Arpa de oro de los fatídicos vates,
¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?
Revive en nuestros pechos el recuerdo,
háblanos del tiempo que fue!
Canta un aire de crudo lamento
al destino de Jerusalén,
o que te inspire el Señor una melodía
que infunda virtud al partir.
Noche de frío y nieve. Mediados del siglo XIX, en la Italia ocupada por Austria.
Bartolomeo Merelli, director de la Scala de Milán, se cruza con un artista que venía golpeado por la vida. En abril de 1840, había fallecido su pequeño niño; dos días después, era el turno de su hija. La esposa Margherita, sobrevivió sólo un par de meses, vencida por una encefalitis, tan breve como fatal. El artista era Giuseppe Verdi quien, tras el fracaso de "Un día del reino" (no llegó a durar más que una función en escena), se había decidido a dejar de escribir óperas.
Merelli trató de animar a Verdi y lo tentó con un libreto de una nueva ópera que llevaba en su mano, la historia del rey Nabucodonosor II, escrita por Temistocle Solera, libreto que no encontraba, aún, quien le pusiera música.
De mala gana, Verdi aceptó el largo rollo manuscrito que le entregara Merelli, aceptando darle una mirada. Cuenta la leyenda que, al llegar a su casa, Verdi tiró con desgano el libreto sobre la mesa y que éste se abrió, casualmente, en aquella línea:
"Va, pensiero, sull'ali dorate" ("Vuela pensamiento, con alas doradas").
Era una frase del coro de los esclavos judíos quienes, prisioneros en Babilonia, suspiran por la patria ocupada. Giuseppe Verdi quedó prendido de ese párrafo y sus ojos se nublaron, compartiendo el mismo sentimiento de los protagonistas, pero por su Italia ocupada.
Cuando se estrenó "Nabucco", el 9 de marzo de 1842, en la Scala de Milán, no sólo significó el resurgimiento artístico de Verdi por el éxito de público posterior. A partir de esa ópera, Verdi se convierte, para su pueblo, en el poeta de la resistencia italiana. Sus compatriotas habían decodificando, muy rápidamente, lo que representaba la metáfora del pueblo judío en el exilio.
Su apellido (¡VERDI! = "¡Viva Emanuel (de Saboya) Rey De Italia!") se convirtió en la bandera de lucha de los militantes que resistían la ocupación austríaca. Además, "Nabucco" representó otro resurgimiento para Verdi, en este caso afectivo: Giuseppina Strepponi, una de las soprano de esa ópera, se convirtió en su segunda esposa. En el futuro lo esperaban "La Traviata", "Rigoletto", "Aída", "Otello" o "Falstaff" entre otras. También una Italia liberada del dominio austríaco.
Verdi falleció en otro invierno, en el de 1901, en una habitación de hotel en Milán, más de medio siglo después de aquella noche fría y nevada.
FUENTES:
http://www.operainfo.org/broadcast/composer.cgi?id=33&language=2
http://www.nodulo.org/ec/2004/n034p05.htm
15.11.05
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