Físicamente, la ciudad era chata, como la llanura y el río que le servían de marco. El Río de la Plata ("infierno del navegante" según lo definiera un viajero inglés) llegaba hasta las actuales calles Leandro N. Alem - Paseo Colón, lo que se conocía como el Paseo de la Alameda, lugar de paseo los domingos por las tarde.
"Constituía la ciudad un vasto paralelogramo, dividido en cuadras, cada una de 150 varas" resume José Wilde. Trazada en damero, manzanas cuadradas de veredas anchas, la parte edificada de la ciudad se agrupaba en un sector triangular, con base en el río, al este, limitada por la actual calle Chile al sur y la actual calle Córdoba al norte, con vértice en la intersección de las actuales Rivadavia y Libertad. Dos pequeños arroyos, intransitables en época de lluvia, conformaban los límites de la Buenos Aires colonial. Al sur, por Chile, el Zanjón de Vera (también llamado "del Hospital" porque discurría al costado del hospital de los padres betlemitas, en la calle Defensa y Venezuela; al norte, el Zanjón de Matorras (oculto hoy bajo el asfalto de la calle Tres Sargentos).
Más allá, entre los "huecos" dejados por las quintas y chacras, se ubicaban los ranchos, llegando el diseño de la ciudad no más allá de las calles Callao, Entre Ríos, Brasil y Juncal, manzanas delimitadas por cercos de tunas, cinacina y mora. Luego, los suburbios que presagiaban los montes y potreros, "con preferencia habitados por mestizos y negros, (que) son en apariencia, parecidos a la parte de Londres que se encuentra por Shoredich y Whitechapel" como describió John Fairburn, en 1806.
La promesa de la pampa se cumplía en una serie de pequeños poblados y rancherías.
(Éste y otros posts pueden consultarse en Invasiones inglesas:
http://invasionesinglesas.blogspot.com)
18.5.06
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