4.9.06
reclamamos
“Espero que la gente entienda, que no nos reclame nada”.
Emanuel “Manu” Ginóbili
manuginobili.com
Sí, señor Ginóbili. Le reclamamos. Nosotros, los que pusimos el reloj a la madrugada para seguirlos ante Serbia y Montenegro, en un día laboral, para hacerles el aguante aunque ese partido no definiera nada. Nosotros, a quiénes la mufa del viernes a la mañana nos siguió todo el fin de semana. Nosotros, los que nos pellizcamos incrédulos cuando bajaron a Estados Unidos en Indianápolis o saltamos a los gritos con el oro en Atenas. Nosotros, señor Ginóbili, reclamamos. Claro que sí. Reclamamos y en voz alta.
Reclamamos que sigan poniendo todo en cada pelota y en cada partido, como si todavía tuvieran algo que demostrarnos, como si nos debieran algo más, después de todo lo que dieron. Reclamamos que sigan, como hasta ahora, campeones en la derrota y más aún en la victoria, en un país de hipócritas y mediocres que se agrandan ante el primer éxito azaroso. Reclamamos que tipos como ustedes, figuras en sus equipos, con contratos de varios ceros, se queden sentaditos en el banco y alienten al que le toca entrar, sin ningún reproche, pucherito o pataleo frente a las cámaras. Reclamamos que continúen con la misma conducta, que cuando les toque perder, aunque sea por un punto, alaben el juego del rival y se guarden de buscar excusas en culpas ajenas, aunque sepamos que en la profundidad de los bolsillos de los árbitros haya unos cuantos puntos extras que pudieron cambiar la historia. Reclamamos que si le vuelan los dientes, estén de pie dos minutos después, protestándole al técnico para volver a entrar. Reclamamos que sigan pensando en los que estamos acá, poniéndonos la piel de gallina cuando se acordaron, antes del partido, de todos los que madrugamos para verlos, antes de ir a trabajar o estudiar.
Reclamamos, señor Ginóbili. Claro que vamos a reclamar. A usted y a esos que lo acompañan. A cada uno y en especial a ése, el de barbita, que falló el tiro del final, ese tipo que no lo voy a nombrar porque todos saben quién es, el mismo que riega con su sangre la cancha en cada partido, dejando jirones de piel debajo de cada aro. A ese también le vamos a reclamar, que siga teniendo la guapeza de pedir la bola y tirar lo que hay que tirar (vaya adentro o no), cuando hay tantos que se esconden y se van a la otra punta de la cancha, cuando la pelota quema.
Reclamamos y vamos a reclamar. En cada Mundial y en cada Olimpíada. ¡Y guay que osen con simular que no escuchan! ¡Porque ahí sí que nos van a oír!
Reclamamos, señor Ginóbili, que sigan siendo como son y que sigan haciéndonos sentir orgullosos de que lleven en la camiseta, nuestros colores y nuestro nombre grabado en el pecho.
Y reclamamos, reclamamos por último, que en nuestra historia de traiciones y decepciones, ustedes puedan seguir siendo uno de esas pocas cosas buenas y dignas que tenemos para pavonearnos frente al mundo.
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