6.10.06
el infierno está cool
EL DIABLO VISTE A LA MODA
Fausto fashion, “El diablo viste a la moda” es una muy pero muy buena comedia pochoclo, con una actuación superlativa (otra más) de ese animal de las pantallas que es Meryl Streep, en uno de sus mejores personajes. En su simplicidad (la historia no es para nada novedosa), funciona en todos esos pequeños detalles que hacen la diferencia entre una gran comedia y una comedia más. Para los que crean que es fácil alcanzar tal estadio, comparar con la anterior participación de Meryl Streep en la lamentable “Secretos de diván”.
“El diablo…” es la historia de Andy Sachs, pichona con ansias de periodista, que entra a trabajar en la mejor revista de modas norteamericana, como asistente de la jefa de redacción, la tiránica, sádica, brutal, obsesiva, Señora de la Moda (así, con mayúsculas) Miranda Priestly. Andy (de pulóveres amplios, faldas horribles y pelo desarreglado) tiene un objetivo: un año de trabajo. Si sobrevive a Priestly ese tiempo, se le abrirán las puertas de cualquier trabajo en el medio gráfico, en el futuro.
Bueno, lo que no sabe Andy es que la posesiva Miranda ocupará cada intersticio de su vida, cada segundo, cada respiración y latido. Lentamente, la ingenua novicia entrará por el aro y se dejará tentar con los cantos de sirena de la fama. En su momento, deberá sopesar su propia decisión de pactar con el diablo.
Para los que sospechen que Miranda Priestly está inspirado en un personaje real, no tengan dudas. La película está adaptada de la novela de Lauren Weisberger que fue, durante un tiempo, asistente de Anna Wintour, todopoderosa editora de “Vogue” norteamericana, célebre por ser voz autorizada en el mundillo de la moda internacional y conocida por ese sadismo opresor con sus subordinados.
Claro, para que esta perra resulte simpática, necesitamos de una actriz del calibre de Meryl Streep que nos da otra clase de actuación, con gestos mínimos y calculados. Anna… perdón, Miranda, no necesita alzar la voz para que todo gire a su alrededor, para hacer callar de miedo a los que la enfrentan. Sus ojos fusilando al osado, esa boca que se frunce en un gesto de desagrado, la manera altiva de alzar la cabeza. La compostura física de Miranda Priestly nos habla de su personalidad, mucho antes de que emita una palabra. La presentación del personaje es deliciosa. Nos imaginamos como es, sólo con ver la reacción que provoca en todos los empleados de la revista, la sola posibilidad de su llegada a un día común de trabajo.
Junto a Streep, hay otro actor brillante, que le da fulgor a su personaje secundario: Stanley Tucci, confidente de Andy. Ante tales pedazos de bestia, que Anne Hathaway (Andy Sachs) no pedalee en el aire, alcanza para felicitarla. En ningún momento desentona y transmite cierto candor juvenil que necesitaba su personaje. La química con Streep es más que destacable. Bien por la piba, que superó el desafío.
Tal vez pueda buscársele alguna vuelta más al guión de “El diablo…”, algún rebusque más comprometido. La película abunda en metamensajes, reflexiones sobre la moda como hecho artístico que afecta nuestras vidas cotidianas y sobre cierta superioridad pavota de lo intelectual sobre lo frívolo habitual. También hay algunas reflexiones sobre el trabajo y cómo nos convierte en otras personas. “No pude evitarlo” es la frase de cabecera de Andy. Y por momentos, terminamos creyendo que todo está condicionado, que, en verdad, no puede hacer otra cosa. Esa es una línea interesante que se refuerza en el diálogo final entre Miranda y Andy, en una limusina en París. Uno no es tan diferente al déspota que critica.
Posiblemente, se podrían haber trabajado más los personajes fuera del ámbito laboral de Andy. Ni el novio ni los amigos, son más que meras excusas. Sentimos que la película crece cuando nos metemos en el mundo de “Runway” y cae, cuando nos embarullamos en la historia de amor. Hay una línea no usada, pero que valía sondear: qué hay con aquellos que no quieren elevarse con nosotros. Si Andy descubre que es buena en el mundo de “Runway”, ¿los otros consentirían dejarla volar tras su destino?
Escenas destacadas: la presentación de títulos donde se sugiere a la moda como indicador de status económico; la presentación del personaje de Miranda; el discurso que Miranda le da a Andy sobre el pulóver azul; el último diálogo entre Miranda y Andy en la limusina; la conversación entre Nigel y Andy, cuando ella se queja de lo mal que la trata Miranda; el gag del novio siguiendo de largo cuando no la reconoce en la calle, tras su reconversión estética.
Las frases vienen en un post de mañana, porque son muchas y divertidas.
CONSEJO: ir a verla.
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