En el post de ayer comentamos la película “El duelo” con Jet Li que cuenta, libremente, la historia del maestro de artes marciales Huo Yuan Jia. Después de la ver la película, nos quedamos con ganas de saber más del personaje histórico e indagamos un poco en Internet, de donde sacamos este puñado de datos sobre su vida.
Dicen que Huo Yuan Jia nació el 19 de enero de 1869, en Tianjin, en la provincia china de Hebei. Su padre era un experto de las artes marciales y su oficio (además de cultivar su campo) era la de proteger a las caravanas comerciales que se dirigían a la Manchuria. De todos sus hijos, Huo Yuan Jia era el que menos prometía. Débil por su ictericia y asma, el padre se negó a enseñarle los rudimentos del mizongquan (“boxeo de las huellas perdidas”) uno de los estilos del kung fu que dominaba.
Huo Yuan Jia no se resignó: espiaba las clases de su padre y aprendió las artes marciales en secreto. Su padre debió reconocerlo como un gran luchador cuando, ya en 1890, Huo Yuan Jia venció a un peleador que llegó a Henan para retar a duelo al padre y a los hermanos (a quienes venció, por otra part). Desde entonces, su fama de peleador trascendió en la región. Huo Yuan Jia se convirtió en guardia, como su padre, y desbarató a la banda de ladrones de Zhao.
Políticamente, China atravesaba una época de crisis. Tras la caída de la Dinastía Quing, las potenciales occidentales controlaban importantes regiones de China donde ejercían su política comercial imperialista. Al mismo tiempo, surgía un nuevo líder regional, con vocación militarista: el Japón. La corrupción administrativa y los enfrentamientos internos, ataron de pies y manos al gigantesco imperio chino que veía, menoscabado su orgullo, como los opresores se burlaban del caído.
En ese clima, el peleador británico Hercules O’Brien fanfarroneó en los diarios de Shanghai, proclamándose el hombre más fuerte del mundo, desafiando a los chinos a demostrar esa fortaleza sobre un ring. Años antes, un luchador ruso había tildado de “enfermos de Asia” a los chinos; esta nueva mofa de un occidental era como sal sobre la herida del sensibilizado orgullo nacional. Muchos chinos aceptaron el desafío y perdieron. Era la hora de Huo Yuan Jia.
Huo llegó a Shanghai, acompañado de dos discípulos. Allí recibió el apoyo económico y moral de otros compatriotas y, cerca de la puerta norte de la ciudad, fundó, junto a otros maestros de artes marciales, la Escuela Superior de Arte Marcial (Jin Wu Men). Mientras Huo se preparaba para la contienda, se convinieron las reglas del combate con el boxeador británico. Huo pedía seguir las reglas del kung fu, que permitía pegar golpes en cualquier parte del cuerpo. Pero, finalmente, se concedió el pedido del luchador occidental, de seguir las reglas tradicionales del boxeo.
A la cuatro de la tarde, de un día del mes de junio, Huo llegó al lugar de la contienda y esperó. Esperó pacientemente. Y siguió esperando. Porque Hercules O’Brien, enterado del poderío de su rival, se marchó de Shanghai y nunca volvió. Huo Yuan Jia había ganado por abandono.
A partir de allí, muchos luchadores orientales se llegaron a la Escuela Superior de Arte Marcial para retar a Huo Yuan Jia y sus discípulos. Después de varios duelos, tras salir victoriosos de todos ellos, Huo suspendió esa clase de peleas entre compatriotas.
Los retos siguieron llegando, esta vez de peleadores japoneses. De uno de ellos, muy fuerte y agresivo, hay una anécdota que pinta de cuerpo entero a Huo Yuan Jia. Se cuenta que en un duelo, Huo arrojó, fuera del área de competición, a su oponente quien se lesionó una rodilla en la acción. Huo interrumpió el combate y presuroso, pidió a sus alumnos agua y medicamentos para curar a su rival, a quien le pidió, humildemente, disculpas por lo sucedido.
Los reiterados triunfos de Huo y la filosofía que había logrado imbuir en la práctica de las artes marciales china, fue aglomerando tras sí al pueblo chino. Algo así como un sentimiento nacional y una divisa común, empezó a ser reconocido por los enemigos de China que empezaron a preocuparse por lo que Huo Yuan Jia podía llegar a representar.
Un resfrío mal tratado, un medicamento a base de arsénico (común en esos tiempos) mal dado o un envenenamiento intencional nunca del todo confirmado, acabaron con la vida del maestro Huo Yuan Jia e1 14 de septiembre de 1910, a los 42 años de edad. La leyenda asegura que Huo fue envenenado por Akino, un doctor japonés que, falsamente, ganó su amistad. En 1989, los huesos del cuerpo exhumado de Huo Yuan Jia mostraban las inconfundibles manchas negras del envenenamiento con arsénico.
Sus discípulos reorganizaron la escuela, tras su muerte, y este centro fue la base de la difusión de las artes marciales en China y en el mundo.
Más datos sobre Huo Yuan Jia pueden encontrarse en las siguientes fuentes:
Wikipedia, en español:
http://es.wikipedia.org/wiki/Huo_Yuanjia
en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/Huo_Yuan_Jia
Reportaje a uno de sus bisnietos:
http://spanish.people.com.cn/31619/4058627.html
Una reseña biográfica de maestros del Kung Fu de David Conches:
http://www.cc-am.com/Maestros.htm
http://www.centrokaimen.com.ar/Kung_fu/mizong.htm
22.6.07
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