6.9.07

un poco más cansado y menos sabio

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DURO DE MATAR: 4.0

De verdad, lo estábamos extrañando al Detective John McClane. Pero nos dio cosa verlo así, tan amargado, un tanto gris, un poco aburrido de andar saltando sobre cazas en vuelo o metiendo un auto en el hueco de un ascensor. “Duro de Matar 4.0” es una continuación correcta de la gran saga del héroe que estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno. Pochoclera al 100%. Sí. Pero le falta esa gracia que tenían las dos primeras (¿podés creer que no me acuerdo nada de la tercera? ¿la habré visto?), ese humor y guiño al espectador, como diciéndonos, “ojo, todo esto es joda”. En este episodio, nos queda la sensación, de que se tomó todo demasiado en serio. Y eso empobrece un tanto a un producto que era soberbio, un ejemplo de manual de cómo debe ser una película de acción.

McClane vuelve a estar dónde no debe estar. A la madrugada, se le encomienda llevar a un hacker sospechoso, a una agencia federal de investigación. Una tarea común, sencilla, casi para un patrullero común. Pero, esta visto, no va a ser un día común en la vida de McClane. Al hacker se lo quieren cargar varios matones profesionales y, cuando lo lleva a la estación, zafando por un pelo, se desencadena un ciberataque contra los principales sistemas del país y Estados Unidos queda de rodillas frente a un rival desconocido (¿les suena conocido?). Por suerte, McClane conseguirá lo que cientos de burócratas no pueden lograr y va tras los malos, con mucha entereza y varios magullones.

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“Duro de matar 4.0” se apoya en una sucesión de escenas de acción, una más fuerte que la otra, una más inverosímil que la otra. Pero como la dinámica dramática que enlaza esos momentos no es muy fuerte, la trama pierde interés. En algún punto, entre tantas explosiones y tipos que vuelan por los aires, uno no puede evitar bostezar. Y eso es un mal síntoma.

Hay una falla que es trascendental: creer que la acción se logra diseñando pruebas que sean más improbables de superar que la anterior. Cuando en realidad, lo que provocaba que uno quedara enganchado con las peripecias de McClane es cómo, con su ingenio y audacia, superaba el juego del gato y el ratón en el que se encontraba atrapado. No es saltar de un caza en vuelo lo que nos emocionaba. Era ver cómo el tipo lo volvía loco al villano de turno, pateando el tablero. Hay un momento en “Duro de matar 4.0” donde se consigue esa sensación: cuando McClane habla, por primera vez, con Thomas Gabriel, al reconocer que la operadora de la policía es un fraude. Pero es sólo un momento. Len Wiseman (director del filme) prefiere los fuegos artificiales que la confrontación dramática.

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La otra falla es que, al tratar de elevar el grado de imposibilidad de la hazaña a superar, el héroe quiebra su propio marco de verosimilitud. En “Duro de matar 2” nos creíamos que se podía volar un avión con un fósforo. Y era verosímil. Verosímil, claro, dentro de las reglas de juego que imponía la ficción. En ese marco, no era tirado de los pelos que resolviera, de ese modo, la película. Ahora, cuando McClane cae de dos pisos y no se quiebra nada o mete un coche en una oficina para aplastar a un malvado, ya empezamos a dudar. Pelado, ¿no era más fácil pegarle un tiro? Recordemos la primera parte: McClane atravesaba una oficina, caminando descalzo sobre vidrios. Pero ojo: en la escena siguiente, lo veíamos sacándose los cristales de las plantas de los pies ensangrentadas y vendándose. Es diferente.

Sin ser una revelación, el elenco es más que correcto y cumple sus papeles con eficacia. No está en el casting el problema. Timothy Olyphant cumple su papel de villano cibernético más que bien y se luce, Maggie Q (lamentablemente, sale de acción demasiado temprano). Hay buena química entre Bruce Willis y Justin Long (el hacker compinche de McClane) y si no hay más voltaje se debe a las carencias de guión que no desarrolló la relación entre ellos. Yo hubiera apostado a un mayor contraste generacional que reflejase los problemas de McClane con su hija (que empieza el filme, negando su apellido). El guión bordea la idea, pero no lo hace el nudo central del conflicto. Creo que hubiera ganado mucho más la relación de los protagonistas, de haber pivoteado toda la dinámica dramática alrededor de esta tesis.

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Escenas destacadas: la paliza que McClane le da a Mai Lihn; la escapatoria del departamento de Matthew, al comienzo de la película; la escena en el túnel, con coches confluyendo contra McClane; la secuencia de la explosión de gas; la escena del caza; el video con las frases de todos los presidentes de Estados Unidos de Kennedy a la fecha.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: recomendada para público pochoclero y nostálgicos de McClane. Resto: abstenerse o esperar al DVD.

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