22.8.08

prisionero de tu cuerpo

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LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA
Nacido en París en el 52, promoción baby boom. Conoció los castigos en el cole. Después de breves Humanidades y un breve paso por el maoísmo, tendencia Marcel Proust, aprendió periodismo en Le Quotidien de Paris, donde debutó el día de la muerte de Pompidou. Participó en la aventura de Le Matin y en Paris-Match para borrar pistas, su ocupación favorita. En 1991, aprovechando el lío de la Guerra del Golfo, se convirtió en director de Elle. Desde el 8 de diciembre del 95 lleva una existencia totalmente inédita; minusválido para unos, mutante según él mismo. Sigue siendo padre de dos hijos hermosos a los que ha dedicado “Le scaphandre et le papillon”.
Autobiografía de Jean-Dominique Bauby
Jean-Dominique Bauby era un redactor de la revista francesa “Elle”. A los 42 años, una tarde de diciembre de 1995, sufrió un accidente cerebro vascular, del que despertó tras varias semanas de inconsciencia para comprobar que sólo podía mover su párpado izquierdo. Estaba totalmente paralizado, en un raro cuadro que los médicos del hospital de Beck diagnosticaron como “síndrome de encierro”.

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Sus terapeutas se empeñaron en lograr progresos para rehabilitarlo. Una de ellas le propuso comunicarse con un alfabeto ordenado según la frecuencia de uso de las letras. Un parpadeo era “sí, esa es la letra”.

Cuando, desde su cama del hospital, Jean-Do se hundió en la desesperación y la desesperanza, llegó a la conclusión de que había un sólo modo de escapar de su prisión de cuerpo. Como tantos otros, apostó a su imaginación, alas de mariposa para abandonar el cuerpo encerrado en el traje del buzo que derivaba a su suerte en el fondo del mar.

De ese modo, parpadeo a parpadeo, Bauby escribió su último libro, “La escafandra y la mariposa” que sirvió de base para la transposición cinematográfica de Julian Schnabel. Bauby pudo ver las primeras pruebas de galera y saber que su libro se convertía en éxito de público. Murió pocos días después, el 9 de marzo de 1997, en París.

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Schnabel recrea el mundo interior de Bauby traduciendo en texturas y sonidos el guión de Ronald Howard. El film es una experiencia visual y sonora, enfatiza en la primera mitad al trabajar, con exclusividad, con la subjetiva de Bauby. Su visión, borrosa, atormentada, los personajes que desfilan frente a su campo visual, los diálogos entrecortados o bruscos.

El relato mezcla recuerdos reales e inventados de Bauby. En su postración, Bauby examina su vida con un dejo de melancólica tristeza, de terrible certeza del tiempo que ha perdido, de lo irremediable de todo acto humano. En ese atardecer que precede la noche definitiva, Bauby llega a un grado de comprensión suprema. Su mente se ilumina con las posibilidades infinitas de lo que puede ser y de la mezquindad de lo que, efectivamente, es.

La deliciosa fotografía de Janusz Kaminski (director de fotografía de Spielberg) es uno de los principales sostenes de una película que desafia el relato convencional, hasta atreverse a afrontar el peligro del relato en off. La banda de sonido (desde los acordes iniciales de “La Mer” de Charles Trenet) es otra. La actuación de Mathieu Amalric (el actor francés del momento) superlativa. Desafío para cualquier actor, expresarse con lo mínimo: un ojo y su párpado.

“La escafandra y la mariposa” nos recuerda, sólo tangencialmente, a “Mar adentro”, otra historia de un hombre preso de su cuerpo. La liberación de Ramón Sampedro era con la destrucción de su cuerpo; la liberación de Bauby recurre al método del absurdo: ignorar la existencia del mismo.

No apta para espectadores no entrenados en el cine arte, “La escafandra y la mariposa” es una pequeña joyita para entender con todos los sentidos.

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Una mención para Max Von Sydow (brillantes su puñado de escenas con Amalric) y para Marie-Josee Croze, una de las bellas terapeutas de Jean-Do (la chica drogadicta de “Las invasiones bárbaras”).

Para los afectos a la transcripción literal, “La escafandra y la mariposa” tiene varias licencias poéticas. Entre ellas, la más notable, Jean-Do tenía dos hijos y no tres. Más discordancias entre ficción y realidad, tipeando el nombre de Bauby en Google. A los efectos artísticos, esas inconsistencias nos son totalmente indiferentes.

Escenas destacadas: Jean-Do afeitando a su padre anciano; la escena en la que le cosen el ojo derecho; el padre de Jean-Do hablando con su hijo por teléfono; la visita de los hijos de Jean-Do; la escena de la ex de Jean-Do asistiendo a la charla telefónica de la actual novia de Bauby.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: para ver en cine, con buena calidad de imagen y sonido.

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