Desde la escuela primaria, en la infancia de este cronista (¡quién sabe ahora!), nos enseñaban que los grandes autores trágicos griegos eran Esquilo, Sófocles y Eurípides. En cambio, parecía haber existido un solo comediógrafo: Aristófanes (nacido entre 450 y 444 a.C.), cuya inmortal Lisístrata se representa tan a menudo en la Argentina y en todas partes. Pero el erudito investigador S. Douglas Olson acaba de publicar, con el sello de la Oxford University Press, un volumen de 476 páginas, titulado Broken Laughter , con "fragmentos selectos de comedias griegas", en el que revela que el número de comediógrafos en la edad clásica griega era considerable.
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Un rasgo común de esas comedias es la burla constante de los filósofos y sus discípulos, y de los sofistas (cuyos herederos han sido tantos políticos y funcionarios a través de los siglos). Un blanco favorito era Sócrates, como sabemos a través de Las nubes (423 a.C.), de Aristófanes. Tampoco Platón se libraba de las ironías: en un fragmento de Epicrates, se lo muestra en el acto de dirimir, con tono doctoral, una disputa entre sus alumnos acerca de si la calabaza es una hortaliza, una hierba o una fruta. Al parecer, esta broma trascendió a su tiempo y era común entre los griegos aludir, jocosamente, a "la historia aquella, de Platón y la calabaza".
El autor, Epicrates, escribió en el siglo IV a.C. y es una figura poco conocida, de cuyas piezas subsisten apenas once fragmentos. Si algo sabemos de él, es gracias a un tal Ateneo de Naucratis, que vivió a comienzos del siglo III de nuestra era y que en un texto titulado Deipnosophistai ( La cena de los filósofos) , recopiló una cantidad de citas, extraídas de antiguas comedias griegas, sobre todos los aspectos de la ceremonia que siempre ha sido una cena de amigos, "desde los proveedores y las muchachas que hacían música, y desde los zapallitos hasta los cocineros".
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Se destaca una obra titulada Dionysalexandros , del gran rival de Aristófanes, Cratinus, que incluye una parodia "deliciosamente ingeniosa" del comienzo de Ifigenia en Táuride , de Eurípides. Otros momentos divertidos muestran a los Cíclopes tratando de seducir a la ninfa Galatea con un catálogo de quesos, una sucesión de brindis que conducen, en diez etapas, a la ebriedad total, y una escena en que el joven Hércules, conducido a una biblioteca para elegir entre las obras de Orfeo, Homero y Hesíodo, prefiere un recetario de cocina.
OpiniónLos autores que hacían reír a los griegos
lanacion.com | Espectáculos | Sábado 30 de agosto de 2008
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