1.9.08

efecto Moreno

En uno de los primeros sábados de los Juegos Olímpicos, TyC Sports anunció su cobertura a partir de las 22 horas. Los que pusimos, a esa hora, dicha señal deportiva, nos dimos cuenta que estaban dando un partido de fútbol. Como Canal 7 repetía el partido, no había otro lugar para seguir los juegos. Sospechábamos que a las 23 horas volveríamos a tener noticias de Beijing. Jorobaba un poco que habiendo dos canales y otras señales alternativas, se monopolizara todo en un sólo partido de fútbol y se perdiera un evento mundial como los Juegos. Pero bueh... no era para cortarse las venas tampoco.

Ahora, a eso de las 22:30 descubrimos que el partido estaba recién en el entretiempo: ni a palos veríamos una sola escena de los juegos antes de las once. Pero (y éste es el motivo de este post), en la tanda del entretiempo anuncian que (¡a las 22 horas!) empezaría la transmisión de esa jornada olímpica. Noten: ya estábamos atrasados media hora, con la certeza que faltaba otra hora más y seguíamos anunciando lo que sabíamos desde un par de días antes que no iba a ser realidad.

Permitáseme filosofar con esta “historia de vida” porque, me parece, nos revela un rasgo de nuestra sociedad que bautizaré como “efecto Moreno”, no en memoria de aquel prócer que necesitó tanta agua para apagar tanto fuego, sino del funcionario con más prensa y menos bronce que resolvió la inflación truchando el índice que la medía.

Hay un rasgo patológico en esta actitud, la de anunciar algo que sabemos no se va a cumplir y, una vez que la realidad se encarga de desmentirnos, insistir tozudamente como si la sola repetición lograra su realización.

¿Cuán sana está una sociedad que no puede percibir la realidad y describirla con precisión, que no puede separar sus deseos de los hechos concretos? Más aún, ¿cuáles son las posibilidades de una sociedad que acepta esta alteración de la percepción sin inmutarse?

Dejo picando la pregunta, sin respuesta, admito. Tal vez la realidad nuestra, de cada día, la esté contestando. Y por eso vamos por el camino que vamos.

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