Doctor en Filosofía y Letras, profesor de latín y griego antiguo, tanguero de alma, músico. Alfredo Fraschini, 70 años, es autor de Tango: tradición y modernidad, uno de los libros más singulares que se hayan escrito sobre ese "pensamiento triste que se baila". Porque Fraschini examina una numerosa cantidad de letras de tango y las relaciona con la producción literaria occidental, a partir de la civilización grecorromana.
“Releyendo a Horacio (siglo I a.C), descubrí que en su temática hay argumentos y versos que se parecen a varias letras de tango. Entonces empecé a preguntarme qué leían Discépolo, Manzi, Homero Espósito, Enrique Cadícamo, Alfredo Lepera, Francisco García Jiménez, José González Castillo... Con pasión y placer, releí con ánimo de profesor de la cultura occidental el contenido de una letrística que, como fanático admirador del tango, ya conocía. Y vi que casi todos coincidieron en la lectura de los clásicos y de Francisco de Quevedo, que es una especie de de segunda voz de Horacio".
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“Horacio es un poeta epicúreo, irónico, expone la miseria de la sociedad en tiempos del emperador Augusto. Yo me pregunto si Discépolo conocía esa Oda de Horacio que habla del vino para escribir Esta noche me emborracho. En la Oda XIII del libro IV, Horacio retrata a una mujer vieja que se emborracha para no ver su deterioro. Tal vez se trate de una coincidencia. Aunque no hay duda que muchos de nuestros escritores y ensayistas tenían un interesante conocimiento de los autores clásicos. A principios del siglo pasado, la mayoría de las bibliotecas populares estaban manejadas por anarcófilos, que tenían en sus estantes a los clásicos griegos y latinos porque consideraban que no estaban contaminados por el cristianismo".
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“Tuve un profesor de griego, Guillermo Thiele, que en una clase dijo: 'Ustedes no saben que esa frase de Mi noche triste que dice "La lámpara del cuarto también tu ausencia ha sentido" ya está en la Antología Patalina, siglo III antes de Cristo'. Si uno analiza la metáfora desde un punto de vista semántico, el argumento es que lo que está a mi alrededor se contagia de mi tristeza. Cadícamo dice en Garúa: 'Si hasta el cielo se ha puesto a llorar'. Entonces hay una línea argumental: mi dolor contagia a la naturaleza. Horacio, en uno de sus poemas, parte de la misma idea: él está triste porque la mujer lo abandonó y la lámpara de su cuarto ya no lo quiere iluminar".
Hay más ejemplos: "De repente uno se encuentra con que Cátulo Castillo dice: 'La curda que al final termine la función corriéndole un telón al corazón'. ¿El telón se abre o se cierra? Da la impresión de que se cierra. Teognis de Megara, siglo VI a. C, dice: "Ten cuidado cuando bebas porque se descorre el velo de tu corazón y los demás verán tus dolores". Y Homero Expósito es muy cauto con Maquillaje, porque reconoce cuál fue el soneto del poeta español Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631) en el que basa su letra. Argensola escribió un célebre soneto, en el que critica los recursos externos y costosos a los que una mujer recurre para parecer bella, cuando su verdadero rostro ya no lo es, estragado por el paso del tiempo. Y termina: "Porque ese cielo azul que todos vemos/ ni es cielo ni es azul./ ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!". En la letra de Maquillaje, Expósito empieza: "No... no es cielo ni es azul/ ni es cierto tu candor,/ ni al fin tu juventud". Amor, dolor, muerte, vino triste, vejez. Los temas de siempre.
“Amor, dolor, vino: las huellas de la poesía clásica en el tango”
ALBERTO GONZÁLEZ TORO
(clarín, 13.04.09)
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