26.5.09

cuentos para nazis

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EL LECTOR

“Si la gente de tu generación no aprende de lo que le pasó a la nuestra, ¿cuál es el maldito sentido?”. Esa frase del profesor de Derecho, pasada la mitad de película, es un punto clave en la trama de “El lector”. Son esos momentos en los que se define la historia, cuando el guión se topa con la verbalización de la tesis del filme. Momento clave en que el guionista debe seguir esa “mano invisible” que guía la historia y comprender qué es lo que el relato, por sí mismo, quiere contar. Es, en ese preciso momento, donde se desbarranca “El lector”.

Hasta ahí tuvimos la tórrida relación sexual de Hanna, una veterana, con Michael, un joven, que culmina como suelen terminar esos romances: el joven se va detrás de una chica de su edad. Luego, un salto en el tiempo, el joven (todo un estudiante de derecho), asiste a un juicio de colaboracionistas nazis y reencuentra a su amante, en el banquillo de los acusados. Si para llevarla a la cama no se necesitaba currículum, pasado el ardor, se justifica la revelación del pasado de quién (ayer nomás) se revolcó entre las sábanas con uno.

En esta estructura en tercios, faltaba el desenlace a partir de lo revelado en el juicio. Esa mujer marcó a fuego la vida sentimental de ese joven y dejó su huella, muchos años después. El final debería relacionarse con eso y con el modo de llevar adelante ese pasado, ese compromiso entre generaciones para seguir existiendo, casi una proyección de lo sucedido en la Alemania de posguerra.

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Sin embargo, “El lector” prefiere apoyarse en un elemento de Hanna (el analfabetismo) para girar en un final poco convincente. El enorme peso de las acciones del pasado de la protagonista, exigían algo más que una solución perdonavidas. Había que enfrentar ese pasado, dramáticamente hablando. (Aunque el personaje no quisiera hablarlo, porque esa podría ser una alternativa dramática). Las grabaciones, la salida de prisión, la última decisión, no responden esa pregunta que realiza el profesor a su alumno: ¿qué sentido tiene si no logramos entender por qué hicieron lo que hicieron? ¿Cómo vamos a saber sino estamos cayendo en los mismos errores del pasado? Esas eran las preguntas que “El lector” se exigía y que el guión deja de lado, para contar otra historia, absolutamente menor en intensidad dramática. Tal vez, si no hubiéramos hablado de genocidio, podríamos perdonar ese desvío temático. Pero no es el caso.

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“El lector” aporta los desnudos de Kate Winslet, diosa en batón, militante de las curvas y enemiga del patrón de belleza anoxérico, quien ha recibido un Oscar por este filme. Pese a que Winslet es una de las protegidas de esta página, no logramos entender cómo la nominación no fue por “Sólo un sueño” donde hace un papel mucho más exigente y sutil que en este filme. Ralph Fiennes aporta su cara de atormentado, en un elenco correcto sin grandes hallazgos.

Escenas destacadas: el descubrimiento de Hanna en el juicio; el reencuentro entre Hanna y Michael en la cárcel; el primer encuentro sexual de ambos.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: esperar al DVD.

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