libreta chatarra: Aldo Sessa

Elegir ciento cincuenta fotografías fue como escoger la prosa de un telegrama; menos que eso. Imaginate: saco unas quinientas fotos por semana.

La saqué en Punta del Este, con una máquina prestada. El negativo lo tenía un amigo mío; me lo regaló. Es una foto que podría haberla sacado ayer.
La primera foto de Aldo Sessa sacada a los 17 años.

He sido muy feliz siempre con la fotografía. La fotografía me humanizó mucho. La pintura es muy introspectiva. Uno vive en un plano, por ahí se aísla de la realidad. Cuando empecé, sentí que la fotografía me conectaba con el sonido, con la dinámica de la vida.

Casi siempre me cuelgo al cuello una Leica con blanco y negro. Tengo varias, las colecciono. Su sonido es para mí como una nota de Beethoven. Con esa máquina naufragaría en una isla. Es muy silenciosa, la usé mucho en el Teatro Colón. Pasás inadvertido.

"Lo que hace una buena fotografía es captar lo que está allí, pero parte de su calidad consiste en que también lo haga con lo que no está. Más que delinear, sugiere. Es una sesión de espiritismo dentro del cuarto oscuro, donde lo que no se ve se levanta de la muerte".
RAY BRADBURY sobre las fotos de ALDO SESSA

Siempre estoy buscando una gran foto. Yo les digo a los chicos: traten de hacer dos fotos buenas por año. En 20 años tendrán 40 fotos; no está mal.

Lo que está cambiando es el modo de circulación de las fotos. Eso atenta en cierta medida contra el registro fotográfico. Nos estamos perdiendo muchas buenas fotos porque cada vez se hacen menos copias. Las imágenes hacen su circuito por Internet, van de teléfono a teléfono, o mueren en un mail. Con las cámaras digitales, al común de la gente le resulta difícil ordenar un archivo. Se pierden materiales que iconográficamente pueden ser importantes

No es necesario usar muchas lentes. Casi siempre me arreglo con una. Veo a mucha gente con una gran foto adelante, pero tan ocupada en hacer funcionar la maquinaria o en mirar el visor, que se pierde la foto.

Muchos están más preocupados por la tecnología que por mirar y cazar. Y en esto hay que ir sobre la presa, preconcebir un ángulo, atacar por ahí. Seguir la teoría del opuesto: girar alrededor con los sentidos geográficos y ver desde todos los ángulos.

La fotografía es aprender a mirar. Todo tiene un momento.

Trabajo igual que a los 18 años, y es muy duro: el cuerpo duele mucho más. Con una cámara me olvido de las penurias.

Miraba la jaula marroquí de la jirafa en el zoológico y pensé: que fascinante sería que se ubicara en el medio. El animal, que estaba a 50 metros, entró a la jaula, se puso a comer pasto y tengo la foto, absolutamente centrada y con tres hebras de pasto que caen al aire.

Cuando estoy mal inmediatamente me pongo a sacar fotos. Renazco muchas veces en el día.

Con Manucho no había términos medios, era amor u odio. El respeto profesional mútuo fue una gran base. Manucho era muy excéntrico, estaba en todos lados y le gustaba causar sensación, pero no era un interesado en la plata. Gran trabajador, venía a las 9 al estudio, se tomaba sus copetines, dormía una siestita tapado con un delantal mío lleno de pintura y se iba a medianoche. Era tan brillante, a veces duro y cáustico para protegerse, pero uno de los más nobles amigos de sus amigos que yo conocí.

(Ray Bradbury) vino para una Feria del Libro, estuvimos acá y me dice: "Te tengo que contar algo, estuve hablando con Dios". ¿Y qué te dijo? "Algo importantísimo: que los artistas podemos hacer lo que queramos, y nos perdona todo. Siempre que cumplamos la misión como artistas".

Buenos Aires no compite con ninguna otra gran ciudad del mundo, tiene valores propios, un catálogo de arquitectura muy interesante y rincones increíbles, pero también tiene desastres: al lado de un lugar maravilloso hay un bodrio que no se puede ni mirar. La suma de todas esas cosas extrañas la convierte en una ciudad exótica. Eso es lo que hay tratar de pescar de Buenos Aires, todos esos diferentes lugares, ángulos y horas en que uno puede valorarla en todo su potencial.

El fotógrafo es mejor que el cazador porque no quema una bala, no mata.

Si existiera la reencarnación, me gustaría reencarnar en un fotógrafo de plaza.

“El ojo” y esa serie de obras son muy recientes y están hechas con trozos de seda a los que les doy forma escultórica y las fotografío. Así de simple.

Hay que tener mucha fuerza para hacer las cosas con continuidad. Todo lo que he hecho es el producto de una pasión muy fuerte. Cuando estoy en acción no pienso si llueve, si hace calor, si hace frío, si estoy cómodo o cansado. Siempre digo que es muy diferente concretar que soñar. Hay quien tiene sueños maravillosos, pero nunca los baja a la realidad.

Me considero un albañil. Si usted le dijera a un albañil que levante una pared de 3.467 ladrillos, probablemente no la haría. Pero en general, los albañiles no saben cuántos ladrillos van a tener las paredes que levantan. Cuando yo salgo al amanecer a hacer fotos, también levanto una pared que no sé cuántos ladrillos va a tener y termino a las nueve o las diez de la noche. Cuando se termina la luz, la construcción de la pared se detiene.