27.9.10

pasando el testimonio

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LOS INDESTRUCTIBLES
data: http://www.imdb.com/title/tt1320253

“Los indestructibles” es un pequeño hito en la historia del cine de acción. Sylvester Stallone utiliza la excusa de una película para juntar a los viejos actores que compitieron con él en el liderazgo del género, con la nueva guardia, para pasarle a la generación entrante, el legado en pantalla. Las bromas, en la escena de la iglesia, entre Bruce Willis, Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger (“¿Qué le pasa a ese tipo?”, “Quiere ser Presidente”) es un claro ejemplo del tono lúdico con el que se encaró esta película.

Lo que menos importa es lo que pasa en pantalla; la película es un mero pretexto, casi un inconveniente obviado por los guiños simbólicos que pueblan los restos moribundos de una trama improbable. Lo vital es el homenaje al cine de acción que hace este tipo que a los 64 años sigue corriendo y tirándose de las alturas, ya en tiempo de descuento.

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A la hora de matar al villano (Eric Roberts) queda claro quién es el heredero de Stallone: Jason Statham. Stallone le pega un tiro y Statham lo acuchilla de atrás, al mismo tiempo. Statham se hace cargo del muerto: tomó el mando y Sylvester se lo da, condescendiente. “El tiempo nos alcanza a todos” es una de las primeras frases del filme. Y eso marca la tónica. Stallone sabe que está de vuelta pero se quiere dar el lujo de mostrar los que seguirán su senda. (Entre nosotros, adscribimos totalmente a la decisión de pasarle el cetro del reinado del género de piñas a tipos como Jason Statham y a Jet Li. Se lo merecen.)

Los mercenarios de “Los indestructibles” ni siquiera tienen la ingenua creencia nacionalista en la patria. El héroe ya no lucha por los Estados Unidos, la libertad, contra la dictadura, ni ninguna apelación a la moral. El héroe vuelve a enfrentarse a los malos, para salvar a una mujer. Tal vez no haya ideal más alto ni más noble.

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En el festival de colágenos, cirugías, botox y otras (tan impresionantes como patéticas) alquimias estéticas, vale destacar la escena entre Mickey Rourke y Sylvester Stallone, el largo parlamento sobre la perdida del alma, el mejor diálogo del filme. En ese momento, los fantoches de los que fueron una vez en vida Rourke y Stallone, parece que se refirieran a sus pasados personales y artísticos. Siempre hay una vuelta más. Transcribimos el diálogo porque lo merece:
-¿Recuerdas aquella vez cuando estábamos en Bosnia? Nos enfrentamos con aquellos serbios malvados y todos nuestros amigos fueron cortados en pedazos. Hubo sangre por todos lados. No pensé que lograríamos salir vivos de esa... Y también lo pensabas tú...
-Sí.
-De alguna manera yo también me siento muerto. ¿Sabes? Mi cabeza estaba en un lugar oscuro, no creía en ninguna maldita cosa. Solo como un maldito Drácula negro. Recuerdo tener aquella botella, en ese local de mierda de por ahí. Ese Slivits… creo que se llamaba así... Y no sentía ningún dolor entonces. Salí, subí por ese antiguo puente de madera... Y, sabes, vi a esa... vi a esa... vi a esa mujer de pie, y, sabes, y ella... estando de pie... me vio y me miró directamente... directamente a mis ojos y yo también la miré fijamente. Sabía lo que ella iba a hacer. Me miró y yo sabía que ella iba a saltar. ¿Sabes lo que hice, amigo? Me di la vuelta y seguí caminando. Hasta que la escuché caer al agua. Ella se había ido y después... después de haber tomado tantas vidas... hubo una que podría haber salvado. Pero no lo hice. Bueno, más tarde me di cuenta, si hubiera salvado a la mujer, pude haber... no sé… haber salvado lo que quedaba de mi alma, ¿sabes?
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Sin espacios para el análisis sesudo, “Los indestructibles” es un homenaje en celuloide a una carrera pateando traseros en las pantallas. Por eso sólo, amerita ganarse un lugar en el recuerdo. Valga la paradoja: prescindiendo absolutamente de la película que le sirve de marco a tal celebración.

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