13.10.10

el origen del guiñol

la nación

(…)

Guignol, a secas, fue un títere creado por gente de teatro de la ciudad de Lyon, en el siglo XVII, como portavoz de la opinión pública: al modo de nuestros Pepino el 88, o Enrique Pinti, el muñeco hacía comentarios mordaces sobre funcionarios corruptos, vecinos molestos, los excesos impositivos, la burocracia ineficaz. Hacia 1894, a un tal Oscar Méténier se le ocurrió abrir en París, al fondo de un pasaje en el barrio de Pigalle -20, rue Chaptal-, en lo que había sido una capilla desafectada, una pequeña sala (293 localidades) a la que bautizó Grand-Guignol, dedicándola al cultivo del horror. Explotaba la curiosidad morbosa, común a casi toda la humanidad, por los excesos del crimen y la violencia cuando se los puede contemplar desde una cómoda butaca, sin real peligro pero experimentando el escalofrío de la proximidad.

Méténier se especializó en ofrecer espectáculos de un verismo alucinante, pródigo en torturas, mutilaciones y litros de sangre de utilería, con la ayuda de un prolífico autor llamado André de Lorde, responsable, entre 1901 y 1926, de un centenar de obras en colaboración con el psiquiatra Alfred Binet. El escenario predilecto era un manicomio, donde internados y profesionales se entregaban a toda clase de tropelías, como lo testimonian algunos títulos: El laboratorio de las alucinaciones, Un crimen en el manicomio, La horrible pasión demencial, etcétera. Cada uno de los sucesores de Méténier se esmeró en perfeccionar técnicamente los horrores perpetrados en el escenario, cuya víctima predilecta fue una actriz, Paula Moxa, apodada "la mujer más asesinada del mundo", quien entre 1917 y 1930 fue (dice la estadística) 10.000 veces sacrificada de 60 maneras distintas de sadismo, y 3.001 veces violada.

La publicidad del Grand-Guignol aseguraba que no menos de dos espectadores (mujeres, sobre todo) se desmayaban por noche. (…) Los últimos estertores del Grand-Guignol original se dieron después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el director que lo clausuró, Charles Nonon, declaró: "Los horrores de nuestro tiempo han superado, lejos, a cualquier ficción".

“El teatro de los horrores”
ERNESTO SCHOO
(la nación, 09.10.10)

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