25.11.10

los fantasmas del Gran Bijou (II)

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El año de 1928 fue bisiesto. Y el sábado 26 de mayo, a la hora de la siesta, era posible ver a la multitud que se apiñaba frente al edificio de la calle Cuenca 2734, llenando la calle que va de Baigorria a Nogoyá. La razón: la inauguración de un nuevo cine.

Orestes Schenone era el dueño del “Fénix” de Flores y ahora se animaba a poner un pie en Villa del Parque con un cine con pretensiones. Escalera de mármol de Carrara blanco a la derecha, para llegar a la platea alta (a) “el gallinero”; alfombrados rojos como las paredes, estos con el agregado de un borde dorado; cielorraso en óvalo blanco; techo corredizo; iluminación de 500 lámparas Phillips; telón azul con vivos dorados; palcos, uno de ellos para el pianista que musicalizaba en vivo al costado de la pantalla. En el hall, grandes fotos de las estrellas de Hollywood: la Garbo, Chaplin, Dietrich, Gloria Swanson, Carole Lombard.



Se abrieron las puertas y, alrededor de las 15, empezó la primera sesión en el nuevo cine parquense, el “Gran Bijou”. Arrancaron con “El yanqui” con Harold Lloyd, seguida de la de miedo, Lon Chaney encarnando a “El Fantasma de la Ópera”.



El gran final, el estreno de una producción estadounidense atípica: “Una nueva y gloriosa nación”. Filmada en Hollywood, el héroe de la historia no era otro que el General Belgrano, encarnado por un astro del cine mudo, Francis X. Bushman.

(continúa mañana)

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