14.6.12

modestas aspiraciones

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EL SECRETO DE ALBERT NOBBS
data: http://www.imdb.com/title/tt1602098

Tal vez en esa mansa resignación de Albert Nobbs se encuentre el drama del personaje. Albert Nobbs nació mujer en la Irlanda de fines del siglo XIX. Pero para sobrevivir se ha vestido de hombre y ha actuado, todos estos años, como hombre ante la sociedad. Su vida ha sido servir mesas en un lujoso hotel de Dublín y ahorrar, moneda sobre moneda, billete sobre billete. Alcanzada la madurez, esa sombra que es en vida Nobbs tiene un sueño, módico, nimio, insignificante. Su felicidad es comprar un local y establecer una tabaquería. Que ése sea su anhelo más grande, revela el nulo espesor de su vida. Nobbs se ha anulado, no sólo su identidad, su género, su deseo. Nobbs ha gastado los años de su vida, sin ser nada. Y en ese laberinto, consumió su vida.

“El secreto de Albert Nobbs” es una película modesta, con una actuación soberbia, la de Glenn Cloose como esta mujer masculinizada en una sociedad pobre y cruel (o tal vez, justamente, por ser pobre es cruel). Toda la historia se sostiene en la pobreza espiritual del personaje, el ser que se ha escondido en las rendijas de la sociedad para no ser destruido. Sólo ahora, y por su cruce con Hubert Page (otra mujer escondida en el traje de hombre), se permite soñar. Sueña con casarse y poner un negocio. Que sea una mujer bajo el disfraz del hombre, es un elemento que no termina de asumir. Tantos años mintiendo su género, se le ha olvidado. El disfraz de Nobbs no esconde transexualidad; esconde el miedo de mostrarse como se es y perecer ante el ataque de los otros. Vivir a la defensiva es no vivir.

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Aceptar las normas de los otros; bajar la cabeza y pasar desapercibido; agradar neutralmente. Esos fueron los preceptos con los que vivió Nobbs. Y en ese juego de escondidas, se le fue la vida. Nobbs como Hubert son mujeres disfrazadas de hombres; pero mientras Hubert sabe lo que es amar, Nobbs ni siquiera intuye qué es ese sentimiento. En el ambiente misógino del filme, las mujeres son maltratadas con el desprecio a sus sentimientos. No es sólo Nobbs o Hubert, también Helen (una buena actuación de Mia Wasikowska), el clásico ejemplo de la mujer bonita, enamorada, engañada y abandonada. Ella cierra el círculo, en el último diálogo con Hubert.

El color trágico de “El secreto de Albert Nobbs” está apenas sugerido, en mínimos rasgos. La sola visión de su traje apretado, mal calzado, su hibridez innata, nos retrata cómo transcurrió ese personaje por la vida. Rodrigo García, desde la dirección, permite que la historia tome su tiempo, tan minúsculo como el protagonista. No hay grandes acciones; hay una gran descripción. Si el espectador se logra meter en ese mundo asfixiante en el que se mueve Albert Nobbs, disfrutará de la película y valorará su espesor dramático.

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Las patéticas escenas de los paseos de Albert con Helen son sutilmente siniestras. El modo en el que Albert Nobbs es indiferente al modo mezquino como lo trata Helen es interesante de analizar. No es que Nobbs no lo registre; está tan acostumbrado a no ser querido, no ser valorado, que acepta el menosprecio como un intercambio comercial. Para tener su sueño (una tabaquería), necesita una esposa que lo ayude en la atención del local; que ella no lo quiera, no es un dato importante en su estrategia. Como no lo es que ambas sean mujeres. Su especulación es sólo una función matemática de las libras y chelines que le demandará su propósito.

La tesis del filme está en las palabras finales del médico que expresa: “yo no sé lo que hacen estas personas para vivir estas vidas tan miserables”. Esa triste definición es la mejor descripción de las tragedias cotidianas de los personajes de la trama, tragedias individuales que no dejan ninguna huella en la marea de la historia.

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Sin ser superlativa, “El secreto de Albert Nobbs” se despega del resto. Público pochoclo, abstenerse.

Mañana, las mejores frases.

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