31.10.12

del archivo chatarra: freaks

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Hace doce años, cuando “Libreta Chatarra” daba sus primeros pasos como “Super Chatarra Special” hicimos un especial sobre Halloween:

http://superchatarra.com.ar/speciales/halloween.htm

Del menú de artículos relacionados con el tema (entre ellos una primera versión de la Noche de Brujas del 38 de Orson Welles) no pudimos evitar detenernos en la crítica cinematográfica que le hicimos a un clásico, “Freaks”, el filme maldito de Tod Browning.

La nota está en este link:

http://superchatarra.com.ar/speciales/msd0031.htm

Y la reproducimos ahora, en este post recuerdo, agregándole algunas imágenes que no habíamos realizado en su momento. Las fuentes al pie hacen referencia a sitios que ya no existen (salvo el inmortal imdb.com). Pero vale la pena dejarlos como homenaje a aquellos recursos en Internet que nos informaron en su momento. Que lo disfruten.
monstruos de antes, monstruos de ahora

HANS: Are you laughing at me?
AERIALIST: Why no, monsieur.
HANS: Then I'm glad.
AERIALIST: Why should I laugh at you?
HANS: Most big people do. They don't realize I'm a man, with the same feelings they have.
(“Freaks”, 1932)

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FREAKS
(MGM, 1932)
Blanco y Negro, entre 62 y 65 minutos, según las versiones.
Director: Tod Browning
Guión: Al Boasberg, Willis Goldbeck, Leon Gordon, Clarence Aaron Robbins, Edgar Allan Woolf
Elenco: Olga Baclanova, Henry Victor, Harry Earles, Daisy Earles, Wallace Ford y otros.


Hasta “ET”, el recurso más fácil para provocar miedo era mostrar un monstruo. Las caras deformadas, perforadas, desgarradas, generaban el alarido de la rubia tonta de turno al unísono con la platea. No importaba cuan real se viera: la monstruosidad provocaba miedo. Spielberg viene a escupirle el asado a los productores de películas de terror, justo cuando se avecinaba una era de memorables monstruos, a caballo de los más realistas efectos especiales. Pero, hete aquí, "ET" nos ganó el corazón con la historia de un monstruito que está solo y lejos de casa. Desde entonces, los monstruos ya no nos producen miedo.

Los maestros del terror deben recurrir a mecanismos más sutiles para provocarnos escalofríos. No nos aterra de Freddy Krueger su fealdad. Nos paraliza su habilidad para reinar en nuestros sueños, el único lugar en el que creíamos estar a solas con nuestros demonios. (Tal vez sea un síntoma de estos tiempos. Los monstruos de este siglo no necesitaron tapar sus caras, sólo sus actos lindantes con lo satánico). El nuevo paradigma del terror, por caso, es psicológico: Hannibal Lecter.

En los 30, el recurso del monstruo era relativamente novedoso. Y la autoridad máxima del género era Tod Browning, el director que había salvado a la Universal con el Drácula de Bela Lugosi. Paradójicamente, el hombre que se había ganado un lugar en la industria, tira su carrera a la basura con una película, aún hoy, aterradora, en la que la única truca aparece en el último minuto (la gallina emplumada que cierra la película).

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“Freaks”, la película maldita, no contenía efectos especiales. Sus protagonistas eran fenómenos de circo: enanos, mujeres barbudas, hermafroditas, torsos vivientes, medios hombres, mujeres microcefálicas, siamesas, mujeres pájaros. No había trucos, no había secretos. Eran hombres y mujeres que se ganaban la vida exhibiendo sus malformaciones en los circos y ferias del país. El sistema de censura de Hollywood apuntó los cañones contra esta película, un tiro por elevación al cine de monstruos, genero que acaparaba la taquilla de esos años (pese a las críticas demoledoras de los periodistas "especializados"). Tod Browning jamás se recuperó del fracaso comercial (moriría recién en 1962, en su retiro en Malibu).

La historia original no es del todo excepcional: Hans es un enano de un circo que se enamora de Cleopatra, una blonda trapecista quien observa con desdén a su admirador. Pero todo cambia cuando Cleopatra se entera que Hans es propietario de una fuerte suma de dinero. Con su amante, el forzudo Hércules, planea enamorarlo, casarse con el enano y luego envenenarlo para quedarse con la herencia. Pero los freaks se dan cuenta del engaño: castran a Hércules y mutilan a Cleopatra, convirtiéndola en la Gallina Emplumada que cierra la película, un nuevo fenómeno del circo.

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Debe tenerse en cuenta que se conocen, por lo menos, tres finales de la historia. En una, suavizada, Frieda (también enana, novia original de Hans) le declara su amor a Hans quien vive recluido, sintiéndose culpable por lo que los freaks le hicieron a Cleopatra. En ese final, queda claro que Hans no tenía intenciones de mutilar a su esposa. Pero, otros finales, sugieren desenlaces más intrigantes. En el brindis del casamiento (google-google) se sugiere la existencia de una confraternidad de freaks, con poderes ocultos, que develan en la noche de tormenta en que persiguen a Cleopatra y Hércules. La castración de éste, por caso, se sugiere, sutilmente, en otro de los finales, cuando cierra la película cantando con voz aguda. La frustración sexual de Hans ante Cleopatra, su anhelado objeto de deseo, surca la película, aunque, por obvios motivos, no explícitamente.

Como película, “Freaks” siente el paso de los años. En parte por que la apuesta de Browning de utilizar auténticos fenómenos de circo conspira contra el nivel de actuación (me atrevo a decir que entre las distintas abominaciones de la naturaleza, la menos probable es la de ser un buen actor). Pero, al igual que "Metrópolis", debe verse con un espíritu arqueológico, entreviendo los primeros palotes de un género popular que buscaba ganarse un lugar bajo el sol cinematográfico. “Freaks” no es perfecta; tal vez ni siquiera es buena. Pero, por un momento, nos entreabre las puertas a un infierno, a una pesadilla, al peor de nuestros miedos: la certeza de estar prisionero en un cuerpo que no podemos abandonar.

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Con fervor positivista, el prólogo de “Freaks” auguraba un futuro sin fenómenos, gracias a los adelantos de la medicina. No es así, todavía. Pero sí podemos decir que esta sociedad de fin de milenio es mucho menos discriminadora que la de los treinta. Tal vez no tanto como quisiéramos, pero se ha progresado mucho en la integración de lo diferente (quizá por la convicción de que no existe algo que pueda llamarse “la normalidad”).

Perlitas finales: en enero de 1962, el dueño de una tienda de Charlotte denunció que dos de sus empleadas no se habían presentado a trabajar; los cadáveres de las hermanas siamesas Violet y Daisy Hilton fueron encontrados por la policía en su casa, víctimas de influencia. Sus últimos años habían transcurrido en la pobreza y la oscuridad. Schlitze, una de las chicas microcefálicas, en realidad era un hombre. Johnny Eck, la mitad de un hombre, murió en Baltimore, en enero de 1991, en la misma casa donde nació. El Príncipe Radion, el Torso Viviente, el hombre sin brazos ni piernas, siguió actuando en el mundo del espectáculo hasta los 68 años cuando murió poco después de una función. Le sobrevivieron cuatro hijos y una hija que concibió con su esposa, la Princesa Sara.

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FUENTES:

“El álbum de los monstruos del cine”
Revista Enciclopedia Popular Magazine, año 2, n° 21, junio de 1993.

“Cien años de cine”, Ediciones La Nación.

“Historia del cine”, Román Gubern.

En Internet:

Ficha técnica de la película:
http://us.imdb.com

Guión:
http://www.paradiselost.org/freaks.html

Galería de freaks, fotos de la película y afiches:
http://www.joebates.com/joesfreakshow/freaks.htm

Un muy bien documentado artículo de Jack Stevenson, “Freaks - A movie ondead”:
http://hjem.get2net.dk/jack_stevenson/freaks.htm

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