25.12.12

arenales

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Su nombre completo era Juan Antonio Alvarez de Arenales y había nacido el 13 de junio de 1770 en Villa de Reynoso, un pueblo español situado entre Burgos y Santander. La muerte de su padre, ocurrida cuando él tenía apenas 9 años, hizo que un pariente suyo, dignatario de la iglesia en Galicia, se hiciera cargo de su educación. Pero la vocación del chico por la carrera militar hizo que con sólo 13 años se incorporara como cadete del famoso Regimiento de Burgos.

Todo iba a cambiar definitivamente cuando un año después llegaba al regimiento fijo de Buenos Aires. Era el comienzo de su vida en suelo americano. Así fue ascendiendo en su carrera militar con fama de buen administrador y celoso guardián de que la justicia se aplicara con imparcialidad, sobre todo cuando se trataba de ayudar a los nativos. Cuando ya había pasado por distintos lugares del Virreinato, el 25 de mayo de 1809 lo encuentra en Chuquisaca, donde se produce la primera rebelión contra el poder español. Y Alvarez de Arenales, quien tenía grado de coronel, se pone del lado de los rebeldes.

En diciembre, cuando el foco revolucionario es reprimido y derrotado a sangre y fuego, Arenales cae prisionero. Se salva de que lo fusilen, pero lo encierran en las lúgubres casamatas de la fortaleza de El Callao. Allí pasó quince meses de oprobio y sufrimiento, hasta que pudo fugarse. Y ya no había retorno.

Con su espada al servicio de la revolución integró los ejércitos patriotas que lideraron Rondeau, Belgrano y San Martín. Y su campaña militar lo tuvo peleando en muchas batallas cruciales. Entre ellas se cuentan la de Salta (el 20 de febrero próximo se cumplen 200 años), La Florida (donde el 25 de mayo de 1814 recibió 14 heridas de sable; una le había cortado el cráneo y por eso después se lo conocía como “El hachado“); Palpa; Nazca; Tarma y la gloriosa de Cerro de Pasco donde enfrentó a un ejército español que lo duplicaba en soldados y en armas, pero al que derrotó con el heroísmo de sus hombres, imbuidos de la mística que Arenales, como jefe, les transmitía.

Entre otros cargos importantes, Arenales fue gobernador de Salta. Murió en el exilio en Moraya (Bolivia) el 4 de diciembre de 1831, alejado de las disputas entre unitarios y federales. En 1959 sus restos fueron repatriados y descansan en el Panteón de las Glorias del Norte, en la catedral de Salta. En Buenos Aires un monumento instalado en la plaza República de Chile evoca su figura. Y desde 1894, una plaza que se había llamado Santa Rosa lleva su nombre. Está entre las calles Nueva York, Mercedes, Pareja y Bahía Blanca. Y aunque el cartel diga que la denominación oficial es plaza General Juan Antonio Alvarez de Arenales, la gente la conoce como plaza Devoto.

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“Cambio de bando, cambio de mano”
EDUARDO PARISE
(clarín, 17.12.12)

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