15.7.13

el toro salvaje de las pampas

la nación

Hace 90 años exactos, Luis Ángel Firpo, "El Toro Salvaje de las Pampas", se preparaba para pelear con Jess Willard. "El Gigante de Pottawatomie" era el único boxeador en aquellos tiempos más racistas que había hecho honor en Estados Unidos al apodo de "La Gran Esperanza Blanca", invocada por el escritor Jack London. Willard, sin embargo, ya no era el mismo que en 1915 había "recuperado" la corona de los pesados para la Norteamérica blanca al vencer en La Habana al negro Jack Johnson con un polémico nocaut en el vigésimo sexto round. Pesaba 109 kilos y medía 2 metros, mucho más que los 97 kg y 1,89 m de Firpo. Pero el 12 de julio de 1923 Willard afrontaba su última pelea y tenía 42 años, contra 28 de Firpo. "Yes, we have no bananas", la canción más popular del momento, entretenía a los 102.000 espectadores que colmaron el Boyle's Thirty Acres, en Nueva Jersey, para asistir a "La Pelea de los Gigantes". Firpo ganó por nocaut en el octavo round. Fue la primera pelea clave de las dieciocho (nueve de exhibición) que Firpo celebró en 1923. La que, dos meses después, lo puso ante el mítico campeón Jack Dempsey. "La Pelea del Siglo", como se la llamó, registró nueve caídas en apenas un round y medio. Cinco minutos que fueron canción, poema, novela, pintura, ensayo y película. Sabemos casi todo sobre lo que sucedió aquel 14 de septiembre de 1923. Mucho menos sabemos hoy sobre Firpo.


firpo – Willard, octavo round en el minuto 7, 44 segundos

"Si uno mira fríamente su trayectoria, ve que Monzón, por ejemplo, fue mucho más, pero Firpo, que comenzó levantando ladrillos y terminó siendo uno de los principales hacendados de la Argentina, rompió con ese destino marcado de pobreza-ídolo-derrumbe de los boxeadores y se convirtió en un personaje que cruzó fronteras de 1910 a 1960, en la Argentina del tango, Gardel y Perón". Me lo dice el escritor Carlos Piñeiro Iñiguez, autor de Luis Ángel Firpo, soy yo. Su libro, un formidable fresco de la Argentina y del mundo en la primera mitad del siglo XX, publicado hace unos días por Seix Barral, recrea por supuesto la pelea contra Dempsey. Su principal objetivo, sin embargo, es recorrer la vida del ex ladrillero que terminó siendo dueño de unas 12.000 hectáreas de campo, socio de la Sociedad Rural, Medalla de la Lealtad Peronista y viviendo en Barrio Parque. Pero que muere a los 65 años del mal de Chagas, obsesionado por cómo se lo recordará como ídolo popular de la Argentina. Tanta fue su popularidad, que, días después de la caída ante Dempsey, los dueños del Tecún Umán desecharon al mítico guerrero maya y rebautizaron Luis Ángel Firpo a su equipo, actual campeón del fútbol salvadoreño. Sus tres últimos técnicos fueron argentinos y el principal grito de sus hinchas, "la Furia Pampera", sigue siendo hoy "¡Luis Ángel Firpo!" o, simplemente, "¡Firpo, Firpo!".

En sus peleas iniciales en Chile, Firpo prefirió que le pagaran en porotos que terminó revendiendo en el Abasto o en colecciones de libros editados en España que le permitieron triplicar la bolsa. Ya más popular, recibido en el puerto por veinte mil personas tras su primera gran gira por Estados Unidos, Firpo cobraba la entrada a sus entrenamientos en el viejo Luna Park, actuaba en el teatro con Florencio Parravicini, publicitaba suspensores Bike, relojes Omega y chocolates Nestlé, publicaba la revista Firpo, aprendía inglés, estudiaba caligrafía y recaudaba más de cien dólares por noche con las fotos que le pedían sus fans en los "cabarutes" porteños. Visionario como nadie, compró los derechos de filmación de su debut en Estados Unidos, el 20 de marzo de 1922 ante Tom "Marinero" Maxted. La filmación le costó 175 dólares, 55 más de lo que cobró por pelear. Más de once millones de personas vieron luego la pelea en cines latinoamericanos. La misma operación hizo por supuesto contra Dempsey. "El Asesino de Manassa", como había hecho en 1919 ante Willard, tiró siete veces a Firpo en el primer round. Fue el primer round más brutal que recuerda la historia del boxeo, porque Firpo, a su vez, hizo volar a Dempsey fuera del ring. El campeón tardó 17 segundos en volver, una cuenta ignorada por el árbitro Johnny Gallagher, que fue suspendido y terminó suicidándose. En el segundo round, Dempsey noqueó a Firpo, para alegría del ex presidente Theodore Roosevelt, Joseph Pulitzer y JP Morgan, algunos de los "notables" presentes en el Polo Grounds, de Nueva York. La filmación de la pelea cotizó en oro. Firpo no protestó el despojo, pero 15 millones de argentinos, como escribió Julio Cortázar, pedían "declaración de guerra" a Estados Unidos.


firpo – dempsey

Torpe y lento, pero con una fuerza descomunal, Firpo jamás tuvo revancha. Dempsey lo esquivó como lo hacía con los boxeadores negros. Esa derrota, igual, fue su mayor triunfo. Perdió sus dos peleas de 1924 en Estados Unidos y en los doce años siguientes combatió apenas una vez, hasta que volvió a los rings en 1936, con 40 años, obligado a recaudar tras una acusación de estafa por la compra fallida de un campo. El chileno Arturo Godoy lo despidió noquéandolo en tres rounds.

(…)

Hacendado hasta con avión propio para recorrer sus campos, Firpo saludó la política de promoción del deporte de Perón, pero no el Estatuto del Peón. Llegó a comprar La Marion, una célebre estancia de 700 hectáreas en Ameghino que alguna vez alojó a los duques de Windsor y de Kent. La fama de la pelea con Dempsey le permitió ser el representante en la Argentina de Stutz, "el coche de la aristocracia", como lo publicitó. Abrió locales en Barrio Norte y Recoleta, sumó otras marcas, controló el mercado de venta de autos y fue distinguido como el "empresario de mayor facturación". Sin hijos y con una única mujer (Blanquita), Firpo se formó en tiempos del glamour de las clases altas por el boxeo. Bunge lo entrenó en su residencia de la avenida Figueroa Alcorta (hoy Museo José Hernández). Compartió noches en el Armenonville con Gardel y el médico Enrique Finocchietto. Y uno de sus principales amigos y socio en cabarets fue "Macoco" Álzaga Unzué, piloto y playboy. Su pelea contra Dempsey levantó la prohibición del boxeo en Buenos Aires y él recibió la licencia número uno. Una multitud asistió a su entierro en 1960. El Chagas, la enfermedad de la pobreza, lo mató a los 65 años en su residencia de Barrio Parque.

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
“Luis Ángel Firpo”
(la nación, 10.07.13)


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