22.10.14

teorema

Juego al borde de la cornisa.
Resbalo en tu vacío.
Brotás como esa flor que estalla orgullosa al atardecer.

Dejas que la noche te ilumine
y ardes en mil j(f)uegos
concatenados
sucesivos
adyacentes
ejercidos en los alrededores de tu zona más oscura.

Seduces con tu noche y creo
(sinceramente creo)
que puedo iluminar esa penumbra.

Apenas rozo la superficie de un ego.
Un crepitar en un altillo ajeno.
Telarañas temblando en la noche
de un palpitar de luna nueva.
Ese asteroide estaciona en el borde de la cama;
hay una frontera en el pliegue de la sábana.

Deja tu cuerpo en la puerta de salida
con unas manchas de café
y un rouge desteñido en el borde de la tostada.
Un sol me parte con la maldición del día
para demostrar en cada alba, el teorema impronunciable
(“nunca estoy más solo que en tu presencia”).

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