6.3.15

fu manchú

historias inesperadas

… (Fu Manchú)…, creado por el novelista inglés Sax Rohmer, siempre estaba muy enojado y tenía un odio visceral hacia la etnia blanca. Era multimillonario y fabricaba todo tipo de aparatos siniestros para eliminar al mundo occidental. Fracasaba una y otra vez, lo que hacía que aumentara su ira. Hizo su aparición en 1913 y fue uno de los malvados más populares de la literatura.

La vida paralela que necesita esta historia es la de David Bamberg, inglés nacido en 1904. Hijo de un mago, siguió los pasos de su padre. A los cinco años hizo un truco de magia en la Sociedad Estadounidense de Magos. En esa oportunidad solicitó un asistente y recibió la colaboración del presidente de la sociedad, nada menos que el gran Harry Houdini. A partir de entonces, se abría para él un futuro profesional de enormes posibilidades. Por eso, cuando tuvo edad suficiente para manejarse con independencia, partió de gira por teatros del mundo.

Bajo el apodo Syko el Psíquico, recorrió Estados Unidos y Europa. A los 19 años se casó con una espectadora, Hilda Seagle. Continuó su carrera con altibajos hasta que en Viena recibió una propuesta que marcaría a fuego su destino. El ilusionista Maurice Raymond lo invitó a participar como asistente en una gira que realizaría por Sudamérica. David aceptó y viajó junto con Hilda, en 1927. Cuando terminó la gira de Raymond, Bamberg había tomado una decisión: se quedaría a vivir en la Argentina. Lo primero que intentó fue montar un espectáculo de sombras chinescas, su especialidad, pero fracasó. Era tiempo del auge del cine sonoro y la proyección de sombras captaba la atención de muy pocos.

Un promotor le propuso armar un buen espectáculo y Bamberg estuvo a la altura de las circunstancias. Decidió adoptar un nuevo seudónimo y optó por el de su personaje favorito de la infancia. Ese año –1929– se convirtió en el “Mago Fu Manchú”. El gran paso fue agregarle mayor dosis de humor a los trucos. Y no abandonó las sombras.

De un día al otro, el mago inglés pasó a ser una celebridad. Actuaba en cines y teatros. Todo conjugó de la mejor manera y David “Fu Manchú” Bamberg trepó al podio de los mejores. Su fama trascendió la Argentina y partió de gira por el mundo: principalmente, Europa y Centro América. Pero cuando le tocó actuar en Estados Unidos, el apodo le jugó una mala pasada. Había usurpado el nombre del villano japonés y no le permitían presentarse bajo esa denominación que ya tenía dueño. Resolvió el problema de inmediato: en ese país fue conocido como Fu Chan.

Siguió viviendo –y actuando– en Buenos Aires donde descansó luego de su retiro de los escenarios. Murió en esta ciudad, en 1974.

(…)

DANIEL BALMACEDA
“El mago Fu Manchú”
(historias inesperadas, 06.10.14)

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