20.1.16

madame lalaurie (I)

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Delphine Macarty era la hija de una familia irlandesa que se radicó en la Nueva Orleans de principios del siglo XVIII. Delphine ganó una posición social importante en la Nueva Orleans de esos años, como resultado de tres matrimonios. Enviudó de sus primeros dos maridos (un caballero español, don Ramón de López y Angulo, y un banquero, Jean Blanque); del tercero, más joven que ella, heredó su apellido: Leonard LaLaurie.

En 1831, era conocida en Nueva Orleans como Madame LaLaurie, matrona de la casa de la calle Royal 1140, que manejaba a su antojo, prescindiendo de su marido en el manejo del hogar.

Como todas las familias adineradas de la ciudad, los LaLaurie contaban con esclavos. Mostraban cierta preocupación por el bienestar de sus esclavos, por lo menos en público, con los antecedentes de haber emancipado a dos de ellos, Jean Luis y Devince. No obstante, el rumor público indicaba que los LaLaurie maltrataban a sus esclavos, tomando como prueba que se los veía tristes y demacrados. El rumor fue lo suficientemente fuerte como para que un abogado se presentara en la casa para recordarle a sus propietarios las leyes sobre el mantenimiento de esclavos. Era un llamado de atención, pese a que no encontraron nada extraño de que quejarse.

Para 1833, un incidente indignó a los vecinos de la Mansión LaLaurie. Una joven esclava, una niña de 12 años, una tal Leah, le tironeó el cabello, involuntariamente, al cepillarla. Madame LaLaurie la persiguió, azotándola, y la niña, aterrada, trepó al techo. Los vecinos aseguran que Madame LaLaurie la arrinconó contra el borde y la arrojó al vacío; su cráneo se estrelló en el piso.

La niña fue enterrada en el jardín de la casa y pese a la denuncia de un vecino, como la víctima fue un esclavo, no preocupó mayormente a la policía.

No obstante, un juez que estaba enemistado con el marido de Madame LaLaurie, inició una investigación por su cuenta que dio por resultado una fuerte multa y la obligación de liberar a nueve esclavos como castigo. Los LaLaurie no se quedaron con los brazos cruzados: a través de intermediarios, volvieron a comprar a los nuevos esclavos liberados, quienes retornaron a la casa.

Madame LaLaurie se volvió más recelosa por haber quedado al descubierto en la sociedad de Nueva Orleans. Y mucho más cuando su marido, agobiado por el escándalo, abandonó el hogar y desapareció de su vida.

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El 10 de abril de 1834, un incendio se produjo en la mansión de la calle Royal. Al ingresar la policía y los bomberos al hogar, encontraron a la causante del incendio: una vieja esclava negra atada con una cadena al horno. La cocinera, una anciana de más de setenta años, confesó que había sido la autora del incendio al intentar suicidarse. Estaba aterrorizada de que, como castigo, Madame LaLaurie la llevara a la habitación que había en el cuarto piso de la casa. La razón: ninguno de los esclavos que eran trasladados al último piso de la mansión, volvía para contarlo.

Los presentes demandaron a Madame LaLaurie las llaves del cuarto. Se negó a entregarlas. Entonces, los hombres derribaron la puerta.

Lejos estaban de pensar lo que iban a encontrar en ese cuarto.

(Continúa mañana)

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