17.2.16

la línea de puntos que une a Rocky Balboa, “X-files” y la “Guerra de las Galaxias”

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CREED: CORAZÓN DE CAMPEÓN
data: http://www.imdb.com/title/tt3076658

No podemos juzgar a “Creed” como una película aislada de su propio pasado. Como no se puede hacerlo con el Episodio VII de “La Guerra de las Galaxias” o los seis capítulos que añaden horas extras a la legendaria saga de Fox Mulder y Dana Scully. Porque exentas de su contexto, ajenas a la leyenda, serían banales, otras historias más en el muro de cuentos de la larga trayectoria de Hollywood. Lo que películas como “Creed” nos dicen, no es cómo contar de nuevo la historia del perdedor que resiste en un ring, porque quiere tener el orgullo pírrico de no caer allá arriba como lo ha venido haciendo allá abajo, en las duras calles de concreto del barrio bajo. Porque esa historia ya fue contada en 1976 y, en tantas reediciones, ha demostrado que es muy difícil (si no imposible) de mejorar. No. Lo que “Creed” nos dice es que estamos viviendo una etapa sin héroes, sin glorias, sin símbolos tan fuertes, sin historias que borre todo lo demás. Atravesamos una era de superhéroes exentas de héroes, de símbolos míticos, de leyendas con mayúsculas, que reconfiguren la cinematografía y la lancen a otro nivel, más alto, más emotivo, más memorable. Y es tan presente esta ausencia, que Hollywood recicla los viejos mitos, los deconstruye y los vuelve a armar, buscando sacarle la última gota del jugo que los hizo diferentes. Vuelven los Terminators, los Rockys, los Robocop, los Jedis, vuelven Fox y Scully, aunque ya no tengan nada que decir, aunque balbuceen como viejos gagas que se repiten en sus no menos viejas historias. Y si nos conmueven, nos emocionan, hacen delirar a la crítica (la misma crítica que ayer los subestimaba), no es por su valor actual, no por lo que aportan, si no porque nos señalan nuestra orfandad de gloria, el paso de una juventud que nos mira desde la nostalgia, porque lo que vino después fue bastante menos heroico, con menos lustre, que lo que soñamos vivir sentados en la butaca de un viejo cine que ya no está.

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(Sabemos que todo arte que se encuentra en una etapa contemplativa de su pasado es un arte en decadencia. Toda creación es un combate entre el presente y el pasado, una lucha en el que el hoy se impone al ayer, confronta con él y lo reemplaza, por lo cual crece, evoluciona, mejora. Cuando lo actual no se atreve a arrasar con la herencia ni lo desprecia lo suficiente para reemplazarlo, empieza a dialogar con él, a recrearlo, repetirlo en homenajes masturbatorios, por lo tanto estériles. Cuando se llega a esa etapa, el arte se anquilosa, se estanca y es muy probable que fenezca, tal vez irreversiblemente, como los ejemplos vigentes del tango o el rock nacional que dieron lo mejor de sí y hoy son meras caricaturas de una época superior).

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Constantemente, el guión de Ryan Coogler se mira en el espejo de la épica, no teme pecar en el plagio del pasado. Repite la ceremonia, superpone las imágenes de sus predecesoras, como esa secuencia símbolo en la que Adonis Johnson repite los golpes de su padre sobre una proyección en la pared. Eso es “Creed”: un ejercicio de repetición, una rutina de evocación conjunta. Y si el joven Michael B. Jordan abre un capítulo de nuevas películas, Sylvester Stallone parece estar cerrándolo. Con la misma capacidad evocativa que mostró en “Los Indestructibles” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2010/09/pasando-el-testimonio.html), Stallone no sólo reflexiona sobre su Rocky original, si no sobre sí mismo, en este momento de la vida. Paradigmática la última escena, la de Balboa y Johnson en la cima de la escalera sobre la que se ve Filadelfia y (¿por qué no?) la vida. Y Johnson le pregunta cómo se ve, cómo se la vida desde ahí. “Nada mal” contesta Balboa / Stallone “Nada mal”. No estamos viendo al viejo entrenador pasando la posta a su pupilo: estamos viendo a un símbolo de Hollywood viendo su legado, examinando la marca que dejó en la historia del cine, entre deformes colágenos y rayas de celuloides.

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¿Conmueve, no? Como no va a conmover. Como no va a conmover la imagen de un hombre cerca del final que examina con caridad la vida que dejó atrás.

No es sólo cine. Es la vida.

La de Stallone. Y la de los espectadores que lo seguimos en todos estos años.

Mañana, las mejores frases.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Si no fuera porque hablamos de uno de los peores actores de la historia. Menos mal que no ganó el Oscar.

Unknown dijo...

Si no fuera porque hablamos de uno de los peores actores de la historia. Menos mal que no ganó el Oscar.