14.5.16

a lo zaffaroni

El premio Stella es un galardón que se otorga anualmente en Estados Unidos para poner en evidencia el sistema legal de este país. Su nombre recuerda a Stella Liebeck, quien, en 1992, a la edad de setenta y nueve años, sufrió un accidente en un McDonalds al caérsele encima un café. El accidente le produjo diversas quemaduras de consideración por las que fue indemnizada con 2,9 millones de dólares (unos quinientos ochenta millones de pesetas). Desde ese día, en las tazas de café se advierte de que el contenido está muy caliente y es peligroso. También desde entonces se otorga un premio de carácter anual a tales casos, difíciles de entender pero reales como la vida misma. Entre otros se han premiado los siguientes.

En diciembre de 1997, Kara Walton, de Claymont, Delaware, denunció con éxito al propietario de un pub nocturno de la ciudad cuando se cayó desde la ventana del baño y se rompió los dientes contra el suelo. Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba marcharse del local por la ventana del baño de mujeres para no pagar la cuenta de 3,5 dólares. El propietario tuvo que pagarle doce mil dólares y los gastos dentales.

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En octubre de ese mismo 1998, Terrence Dickson, de Bristol, Pensilvania, estaba abandonando una casa justo después de acabar de robarla y decidió salir por el garaje. Pero no fue capaz de salir por la puerta del garaje porque estaba rota y, al intentar volver a la casa, se dio cuenta de que la puerta que conectaba ambas estancias era de un único sentido y no podía volver a la casa. La familia estaba de vacaciones y el señor Dickson se encontró encerrado en el garaje durante ocho días. Sobrevivió a base de Pepsis y de un enorme saco de comida para perros que encontró. Denunció al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente y el jurado accedió a fijar la indemnización del propietario al ladrón en quinientos mil dólares.

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...en octubre (de 1999), Jerry Williams, de Little Rock, en Arkansas, percibió catorce mil quinientos dólares más los gastos médicos tras ser mordido en el trasero por el perro de su vecino que estaba encerrado en una jaula dentro del jardín de su propietario. La indemnización fue menor de la que había pedido al tenerse en cuenta el atenuante de que el señor Williams estuviera disparándole al perro con una pistola de bolas desde justo encima de la jaula.

En enero de 2000, Kathleen Robertson de Austin (Texas) fue indemnizada con setecientos ochenta mil dólares tras romperse un tobillo al tropezar y caer por culpa de un niño que corría por una tienda de cocinas. Lo ridículo no es sólo que fueran los dueños de la tienda quienes pagaran dicha indemnización, sino que, además, el niño en cuestión era el hijo de la señora Robertson.

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Una mujer brasileña demandó a su compañero sentimental porque no conseguía que ella llegara al orgasmo. La mujer, de 31 años, aseguró que su pareja, de 38, terminaba habitualmente las relaciones sexuales sin que ella lo hubiera logrado.

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Paul Shimkonis demandó a un club de topless de Tampa, Florida, tras sufrir una lesión de cuello debido a los golpes que le dio con sus gigantescos pechos una de las bailarinas del local conocida como Tawny Peaks ('Picos Morenos'). El joven, que celebraba su despedida de soltero, alegó que sufría una incapacidad física, además de angustia mental y pérdida de la capacidad de gozar de la vida.

El juez Roy L. Pearson decidió demandar a su tintorería por la pérdida de un par de pantalones. Sin embargo, se excedió un tanto en su petición aduciendo daños psicológicos y demás palabrería habitual de los juicios oportunistas estadounidenses y reclamó sesenta y cinco millones de dólares como compensación.

GREGORIO DOVAL
“Fraudes, engaños y timos de la historia”
fuente: http://www.librosmaravillosos.com/fraudesenganosytimosdelahistoria/capitulo10.html

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