2.9.16

estudiantina eterna

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AMIGOS DE ARMAS
data: http://www.imdb.com/title/tt2005151

Todd Phillips ganó fama con su festejada trilogía de “¿Qué pasó ayer?”. “Amigos de armas” (su reciente película) tiene muchos puntos en común con esa trilogía. Es otra historia de desborde adolescente. Protagonistas en conflicto al crecer, sin poder insertarse en la sociedad, flotando en el aire, añorando los tiempos del jolgorio del secundario. La tentación del regreso a la fiesta estudiantil, las chicas fáciles, el alcohol fluido, la droga a mano. Y simular que el tiempo no amenaza con su transcurso sin pausa. Los protagonistas de “Amigos de armas” se suben, con ese ánimo de desborde, al tráfico de armas, como proveedores de armamento para el Ejército de Estados Unidos. Y ganan millones sin saber mucho del oficio. La sociedad les ha prolongado el clima de jolgorio. Les ha montado una fiesta para prolongar la estudiantina. El espectador sabe que se darán la cabeza contra la pared. Pero a los protagonistas sólo les interesa continuar en la impunidad que da la adolescencia. Aunque sus picardías traspasen la línea del delito.

Algunos críticos han comparado a “Amigos de armas” con “El Lobo de Wall Street” y tampoco está desacertado. Porque la historia de David y Efraim tiene ese tono de impunidad que advertíamos en Jordan Belfort. No podíamos asegurar que eran auténticamente malos tipos. Si no chicos que aprovechaban las grietas de la sociedad para zafar. Y su audacia los potenciaba para escalar peldaños. Nótese que la clave de todo está en este hecho: una sociedad formateada para el éxito de los audaces, no de los talentosos.

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La sociedad de “Amigos de armas” como la de “El Lobo de Wall Street” es la de la filosofía de todos los días nace un tonto. Protagonistas sin moral, pisoteando las leyes, burlándose de las convenciones, con bajo nivel de empatía. Importa la amistad. Pero una amistad nacida de la joda, más compinches que amigos. Por eso que no se detienen en hundir al amigo cuando la situación personal se torne peligrosa.

Los protagonistas de esta comedia (como los de “El Lobo…” o “¿Qué pasó ayer?”) no tienen posibilidad de un futuro. Sólo tienen posibilidad de pasar la hoja al presente. De esquivar un día. Pero se adivina que la trayectoria presume el colapso, más tarde o más temprano.

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La cercanía al caos aviva la comedia y agudiza la mirada crítica. “Amigos de armas” funciona desde el humor y regala buenos momentos, más de una carcajada. Pero detrás de la gracia, puede verse estos brochazos de una sociedad como la norteamericana que perdió el rumbo y que da tumbos para encontrar un nuevo paradigma, un nuevo ideal.

La pareja protagónica monopoliza la historia. Hay poco lugar para los secundarios, relegados a pequeños lugares. Y del dueto de Miles Teller y Jonah Hill, el que se luce es este último. Sus risitas (subrayados en los momentos más delirantes de la trama), son la marca registrada de otra memorable interpretación. Es el actor justo para este tipo de película. Bradley Cooper regala un pequeño papel cerca del final que aporta sustancia. Y cierra el filme con una frase: “Sin preguntas”, acercando un maletín repleto de dinero. Un botón de muestra de la sociedad contemporánea: todo se compra, todo se compensa, pero por favor, no indagues sobre lo sucedido.

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Cuando dejen de reír, recuerden: “Amigos de armas” está inspirada en una historia real que dio pie a una nota en la revista “Rolling Stone”.

Mañana, las mejores frases.

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