1.2.17

duchamp, el ajedrecista (I)

«Hoy me conformo con jugar. Todavía soy una víctima del ajedrez. Tiene toda la belleza del arte y mucho más. No puede ser comercializado. El ajedrez es más puro que el arte en su posición social. Las piezas de ajedrez son los bloques del alfabeto que moldean los pensamientos; aunque formen un diseño visual en el tablero, expresan abstractamente su belleza como un poema… He llegado a la conclusión personal que, si bien no todos los artistas son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas»
Marcel Duchamp (1887-1968), conocido sobre todo como uno de los más influyentes artistas de vanguardia del siglo XX, fue también un caso excepcional en la historia del ajedrez. Nos encontramos ante un hombre que, además de un artista innovador, fue un gran pensador y apasionado del ajedrez.

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Duchamp practicó el cubismo en su primera época, para convertirse después en uno de los precursores del dadaísmo y el surrealismo. Aunque su periodo creativo fue relativamente corto (dejó que fueran otros los que desarrollaran sus ideas), se le considera como un artista fundamental para la comprensión del arte posmoderno.

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Marcel Duchamp pintó su primer cuadro, de estilo impresionista en 1902, el mismo año que aprendió a jugar al ajedrez. En 1904 se fue a vivir con sus hermanos a París, en Montmartre. Un grabado de ese año de Gaston, su hermano mayor, muestra a Marcel jugando al ajedrez con su hermana Suzanne.

libreta de notas

En 1910, Duchamp pintó una escena familiar en Puteaux, barrio periférico de París donde su hermano Raymond tenía una casa. La pintura retrata a sus dos hermanos jugando al ajedrez en el jardín con sus respectivas esposas. El estilo de la pintura recuerda a la famosa obra de Cézanne Los jugadores de cartas.

libreta de notas

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Dada la poca acogida de esta pintura por el grupo de los cubistas, Duchamp se sintió rechazado y empezó a buscar nuevas formas de expresión en el campo de la escultura. Fue pionero en dos de las principales rupturas del siglo XX: el Arte cinético y el Ready made.

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Huyendo de la guerra en Europa, en 1915 se trasladó a New York y fue acogido por el matrimonio Arensberg, que con el tiempo se convertirían en los principales protectores y primeros coleccionistas de la obra de Duchamp.

Dos años más tarde se reencontró con su amigo Francis Picabia y, junto a otros artistas del círculo de Arensberg, fundó la Sociedad de artistas independientes (un equivalente al grupo de París), destinada a la exhibición y difusión de la obras de la vanguardia artística de Nueva York.

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En el mismo año creó otro Ready made que terminó formando parte del mobiliario de su estudio. Adquirió un tablón de madera con ganchos metálicos para colgar abrigos y lo dejó en el suelo una temporada, con lo cual solía tropezar. Finalmente terminó atornillándolo en el suelo. La obra despliega su ironía jugando, física y conceptualmente, con la idea de dar un traspiés a causa de un obstáculo. Llamó a su obra Trebuchet, inspirándose en una conocida posición de ajedrez llamada “trébucher” (el tropiezo).

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El “trébucher” consiste en una posición de final de peones muy particular donde se produce un zugzwang recíproco. El zugzwang, en ajedrez, consiste en una posición donde el hecho de tener el turno hace perder la partida, sea cual sea la pieza que mueva. En la posición “trébucher” se da el caso que de que pierde el jugador a quien toca jugar, ya sean blancas o negras.

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En casa de los Arensberg (los protectores de Duchamp) tuvieron lugar muchas tertulias con la flor y nata de la cultura moderna norteamericana. Durante las veladas, Duchamp, habitualmente invitado de honor, solía buscar un rincón para jugar alguna partida con su anfitrión o con algún jugador fuerte que estuviera presente. Cada vez le interesaban menos los debates sobre pintura o literatura y empezaba a despertarse en él una loca pasión por el juego. Fue en esta época cuando se hizo socio del famoso Marshall Chess Club de New York.

Cuanto terminó una de sus grandes obras, “El gran espejo”, que le había tenido ocupado desde 1915 hasta 1923, dejó los pinceles para entregarse por entero al ajedrez: «Mi atención está completamente absorbida por el ajedrez. Juego día y noche. Cada vez me gusta menos pintar».

(Continúa mañana esta nota de Pau Pascual para “Libro de Notas” (http://librodenotas.com/))

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