25.8.17

opinión: elogio de la grieta

En los tiempos de populismo surgió el bautismo de grieta a la división producida en la sociedad argentina prohijada por el oficialismo de turno. En esa fosa quedaron, de un lado y otro, buenos y malos, pueblo y vendepatrias, peronistas y gorilas, descripción emitida según del lado en que uno se encuentre de la mencionada grieta. Y al mismo tiempo que fueron cambiando los aires políticos, se promovió la necesidad de superar esta división en la sociedad y hacer que los amigos y parientes que se separaron por la contienda política vuelvan a encontrarse en torno de la mesa del hogar.

Bueno, este post tiene el objetivo contrario, el de elogiar la existencia de la grieta y sostener que su permanencia no deja de ser un rasgo sensato de madurez democrática.

Lo que se deja de lado cuando se describe la grieta es un retrato que intenta darle toda la responsabilidad al gobierno populista de Néstor y Cristina y presentar a la sociedad argentina como víctima inocente de una manipulación. Lo que sostenemos acá es que de ninguna manera puede quitarse responsabilidad a la sociedad que participó de este proceso de manipulación desde el poder. Y que la actitud de cada argentino ante ese recurso de la más baja política habla mejor que nada de lo que uno es como ciudadano y como ser humano.

En el momento en que el populismo amenazó con cerrar los escasos espacios de disenso existentes, se avanzó en obtener la suma del poder público, se saqueó el país y la patria se vio amenazada en deslizarse a una dictadura a la venezolana, usted sabe bien cuál fue su posición. Usted (aunque no lo diga) sabe a quién votó, cuándo calló, cuándo salió o no a la calle a enfrentarse al vamos por todos. Y usted solo, con esa actitud, se ubicó de un lado o del otro de la grieta. Porque lo que esa grieta muestra es si usted es o no un intolerante.

Está muy bien que esa grieta exista y que quede claro de qué lado están los que apoyaron (por acción u omisión) a un régimen autoritario. Y ahora que la sociedad parece buscar climas más democráticos, dando vuelta la página al experimento K, no todo es igual para borrar con el olvido a los miserables que dejaron de visitar a sus parientes o le retiraron el saludo a los amigos. Si fuiste esa clase de persona, está muy bien que sigas ahí, de ese lado de la grieta. Si fuiste el intelectual o artista que vendió su lira al dictador, no quiero que te muevas ni un centímetro de esa posición. Te quiero ahí y bien lejos de mi lado.

Porqué sí, somos distintos y creemos en un modo distinto de organizar la sociedad. Y los que apostamos al diálogo y a escuchar lo que los otros tienen que decir, no debemos caer en el error de sentar en esa mesa de diálogo al intolerante. Porque cuando fue el momento de organizar esa mesa, el intolerante no nos invitó a sentarnos a ella, no respetó nuestro modo de pensar, no consideró legítima nuestra opinión e hizo todo lo posible para silenciarnos.

Como suelo expresar entre mis conocidos, tensando la cuerda de la retórica, con los nazis uno no se sienta a dialogar; a los nazis uno los combate.

Por eso, ahora, si vuelve el cuñado que dejó de venir a comer nuestros asados o llama el amigo que dejó de tomar un café, no es justo que los recibamos con los brazos abiertos y echándole la culpa a Cristina por la separación. Porque el cretino fue el cuñado o el amigo, no Cristina. Cristina tiene sus culpas, mas no ésta. Hubo una importante parte de la sociedad argentina que compartió (y sigue compartiendo) su uso perverso del poder.

Y a esa gente vale tenerla del otro lado de la grieta, expuestos para que quede claro que son los que no quieren una sociedad abierta, democrática, republicana y de consensos. Para que se les recuerde, a cada momento, que cuando la Patria los necesitó, no dieron un paso al frente para defenderla.

Hay mucho que hacer, muchas heridas que cicatrizar, mucho caído que levantar. Pero ustedes, señores, los que están del otro lado de la grieta, han sido medidos y no dieron la talla.

Lo lamento. Pero no cuenten conmigo para el olvido. Los voy a recordar, a todos y a cada uno. Y voy a recordar muy bien de lo que son capaces de hacer cuando se les da un poco de poder.

La grieta está ahí y va a seguir estando. Afortunadamente.

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