6.10.17

cabildo de 1852

El siguiente es el editorial que escribimos para la revista digital “El Explorador Urbano”, la publicación del grupo Exploración Urbana Buenos Aires que puede consultarse y descargarse (con registración gratuita previa) en:



wikipedia

Se considera que es la imagen más antigua que se tiene del Cabildo de Buenos Aires. Es obra del daguerrotipista Charles De Forest Fredricks, un neoyorquino que anduvo por Brasil, Uruguay y Argentina. La foto fue hecha el 11 o tal vez el 12 de septiembre de 1852, a seis meses de la batalla de Caseros que puso fin al gobierno de Rosas.

En la foto se observa el Cabildo, con sus arcos completos en pie, el escudo nacional y el reloj comprado en Cádiz en 1763, que fue dañado por un rayo dieciséis años después y reemplazado en 1860. También puede verse las casas contiguas.

Si la imagen nos hace ruido es porque la Pirámide de Mayo se destaca en una posición distinta a la que está ahora, directamente frente al Cabildo.

Aguzando la vista, podemos ver un grupo de personas frente al edificio. Son los soldados correntinos dispuestos a entrar en batalla en la Revolución del 11 de septiembre que terminará con la separación de Buenos Aires de la Confederación.

Es difícil distinguirlos: muchos años después, se intentó limpiar la placa con un paño y esto deterioró la imagen. Los soldados correntinos se desvanecieron en la acción.

Pido un momento para reflexionar sobre lo que implica esta imagen.

Vemos el pasado como si fuera hoy; observamos a personas que nadie recuerda y que ya no están, pero que se aferran a esta precaria prueba de su existencia: sombras fantasmales en un daguerrotipo borroneado.

Ahí está el Buenos Aires de hoy, tal como fue hace más de un siglo. Esa imagen nos da una sensación de certeza que ninguna descripción escrita, ningún óleo, podría darnos. Hay una verosimilitud decisiva en la foto y que le otorga su principal ventaja. La Plaza de Mayo ha sido reordenada, una y otra vez. Pero esta disposición persiste, atravesando los años, resistiendo al olvido del tiempo.

Cuando apuntamos nuestras cámaras en cada exploración, estamos repitiendo el rito de atrapar el presente y conservarlo. Este presente (como el de septiembre de 1852) también pasará. Y en el futuro alguien verá (tal vez en los álbumes del grupo, aún colgados en la red), lo que fuimos, lo que fue. Y se sorprenderá de cómo ha cambiado el paisaje, como nosotros hoy nos sorprendemos de ese Buenos Aires que se desvaneció como borrado al pasar un trapo.

A los amigos de Exploración Urbana Buenos Aires, les pido que tengan esta reflexión en mente, tengan conciencia de que son cómplices de este acto de archivar el presente para el disfrute de las generaciones que vienen. Cada foto es un acto de preservación del momento fugaz que se escapa apenas le damos el clic.

buenos aires, septiembre de 2017

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