8.3.18

en edad de confusión


LADY BIRD
data: http://www.imdb.com/title/tt4925292

“Lady Bird” es una película pequeña pero sincera. Una historia que pega desde el sentimiento, que describe con bastante precisión ese paso terrible de la adolescencia, ese conflicto diario de definirse cómo persona. Con gracia, con frescura, con algunos buenos momentos de humor, con excelente actuaciones, “Lady Bird” se gana un lugar bajo el sol. ¿Es la gran película que muchos críticos pidieron como ganadora del Oscar? Probablemente, no. No es revolucionaria, no es una historia que ya no hayamos visto. Pero es digna en su dimensión. Si van a verla, esperando la gran obra maestra, posiblemente salgan decepcionados. Pero si van buscando una historia chiquita pero bien contada, con sentimiento, con el estilo de cine independiente, saldrán más que satisfechos.

Lady Bird es el apodo con el que quiere ser llamada Christine, una chica de Sacramento, en su último año de secundaria, cuando tiene que decidir a qué Universidad aplicar. Ella quiere ir a la Costa Este, a Nueva York, dejar atrás la medianía de Sacramento, dejarse seducir por las luces de la ciudad. Pero su familia no tiene muchos recursos económicos para solventar sus aspiraciones, al punto que hasta la escuela religiosa que ella desprecia, es un gran sacrificio monetario para sus padres. Lady Bird se avergüenza de su situación, de su vivienda, de sus padres, de su vida. Anhela irse. Anhela dejar todo atrás.



La relación conflictiva es con su madre, con la que cotidianamente confronta, como confronta toda adolescente con su madre. Y Marion, su mamá, tiene un modo muy directo y desencantado de decir las cosas. Y como Lady Bird no se queda atrás, es inevitable la colisión, el enojo y el reproche.

Hay un par de reflexiones en la trama de “Lady Bird”. La primera es reflexionar sobre el grado de egoísmo que tenemos en la adolescencia. El mundo gira alrededor nuestro. No hay otros intereses más que los propios. Lady Bird se aferra a la vida que quiere lograr. Pero desprecia, absolutamente, los esfuerzos de sus padres que hacen malabares financieros para lograr, sino el ideal, por lo menos la opción más prometedora. Pero Lady Bird no acepta nada que no esté a la altura de sus sueños. Mirándolo con cierta imparcialidad, Lady Bird no deja de ser una miserable perra egoísta. Ahora, cuando uno ve el cuadro completo, ese egoísmo es el que te permite alcanzar tus sueños. No hay más que el sueño. Y todo lo demás, aunque sea poco noble, es accesorio.



Otra idea que sobrevuela el filme, destaca los problemas de comunicación entre padres e hijos. Marion ama a Christine y ella a su mamá. Está claro desde el primer fotograma. Pero se agreden verbalmente con la fluidez que no encuentran para decirse que se quieren. ¿Incapacidades propias para expresarse o hay algo más? Cuando miramos con detalle cómo reaccionan las personas, habitualmente vemos que reaccionan ante los que les duele. Generalmente, montando una coraza para disimular su dolor. Marion está enojada con Lady Bird, aparentemente. Pero rascando la superficie de su enojo, entendemos que la ira es con ella misma. Como ha decodificado el papá de Christine cuando le dice a su hija: “No sabe cómo ayudarte y eso la frustra”. Marion teme que Christine arruine su vida, tal vez como ella piensa que arruinó la suya. Y eso genera un enojo por partida doble: por no haber logrado su sueño; por ver a su hija fracasar en lograr el suyo.

Hay otra idea que es muy astuta en el guion de la directa Greta Gerwig: cómo amamos aquello que creemos odiar. Christine cree odiar a su madre, pero la ama. Lady Bird cree odiar a Sacramento, pero lo ama también, al punto de describirlo con la debida atención. Como lo resume uno de los mejores diálogos de la película, el de Lady Bird con la monja del colegio: “Escribes sobre Sacramento con tanto afecto y con tanto cuidado”; “Sólo lo describí”; “Bueno, eso demuestra tu amor”; “Claro, supongo que presto atención”; “¿No crees que son la misma cosa? ¿Amor y atención?”. En esa sencilla observación, realizada por una monja a la que ridiculizó y no le dio crédito, Christine ve revelada su habilidad, la que le posibilita cumplir el sueño de la Costa Este. Ella es una artista. Una artista de Sacramento.



Hay dos supremas actuaciones en “Lady Bird” que explican gran parte del atractivo del filme. Saoirse Ronan es la primera cima. La segunda, Laurie Metcalf. No por casualidad, los cruces entre madre e hija son lo mejor de la película. El resto del elenco acompaña, siempre con el tono amable y sensible que caracteriza al filme.

La adolescencia es una tierra de confusión. Esos torpes intentos por encontrar el camino que nos lleva a la adultez, una vez alcanzado el destino, no pueden ser vistos más que con cariño, aceptación y cierta dosis de nostálgica condescendencia porque pese, a su torpeza, nos ha permitido llegar a lo que somos.

Mañana, las mejores frases.

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