5.3.18

la caminata de Störtebeker

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Klaus Störtebeker (1360-1401), un gigante de rostro duro y barba bermeja. Era un pirata de agua dulce en el más estricto sentido de la palabra, ya que faenaba en las aguas del río Elba, pero no por eso sus acciones delictivas fueron menos punibles.

El nombre de Störtebeker viene de la corrupción del germano «Stürz den Becher«, que significa «acabar con el jarro», porque al parecer era capaz de beberse, sin respirar y de un solo trago, una vasija de cuatro litros de cerveza. Una hazaña que seguro también tiene en su haber algún que otro estudiante universitario.

Störtebeker no pudo resistirse a entrar en la nomina de la corona sueca durante la guerra que libró este país con Dinamarca, y su actividad básicamente consistió en aprovisionar con víveres a Estocolmo, tarea que ejecutó con gran acierto.

Cuando la conflagración finalizó Störtebeker y su tripulación, a la que se conocía por aquel entonces como los Vitalienbruder (Hermanos de las vituallas) decidieron ampliar su caladero al mar Báltico y asaltar a sus anchas a barcos holandeses, rusos y daneses.


Zancadilleando después de muerto


En una de las muchas tropelías que cometieron, Störtebeker y sus setenta y tres hombres fueron aprehendidos por las autoridades de Hamburgo y condenados a morir decapitados. El capitán, en un gesto que le honra, retó al alcalde a dejar en libertad a uno de sus hombres por cada paso que pudiera dar una vez decapitado. El regidor accedió ante tan inusual propuesta y pidió al verdugo que lo decapitara de pie. Ante la sorpresa de todos los allí congregados, una vez convertido en acéfalo, Klaus comenzó a caminar, consiguiendo dar once pasos. Es posible que hubiese podido dar alguno más, si el alcalde, furibundo, no le hubiera puesto la zancadilla. Claro está, como Störtebeker ya no tenía cabeza, no le vio venir y cayó al suelo. ¿Qué pasó con sus hombres? Como buena historia de piratas, el alcalde no cumplió lo prometido y mandó ejecutar a los setenta y tres piratas restantes.

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PEDRO GARGANTILLA
“¿Puede un ser humano caminar once pasos después de muerto y sin cabeza?”
(abc, 28.02.18)

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