5.10.05

autitos chocadores

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VIDAS CRUZADAS

“Es el sentido del tacto. En cualquier ciudad real, caminas, ¿sabes? Te rozas con la gente cuando pasas, te chocas con la gente. En Los Angeles, nadie te toca. Siempre vas dentro de metal y el vidrio. Creo que extrañamos tanto tocarnos que nos chocamos con cada otro, tan sólo para poder sentir algo”. Ese parlamento inicial de Don Cheadle, la primera escena del filme, el punto central en la línea de tiempo de los personajes, es la tesis de “Vidas cruzadas”. Las casillas de metal y vidrio, no son los autos; los autos metafóricos es el estereotipo, el racismo, con que todos los personajes enfrentan al otro: el chino, el negro, el latino, el blanco, la mujer, el policía, el musulmán. Cada uno con el casette puesto, para pelearse con el otro. Confrontación por necesidad: temor de mostrar las heridas que se tienen, de la soledad del que conduce sólo en la ruta.

Película coral, “Vidas cruzadas” tiene el guión y la dirección de Paul Haggis, el mismo guionista de “Millon Dollar Baby”. Para ubicarla, es una “Magnolia” chiquita. Bastante maltratada por la crítica argentina, “Vidas cruzadas” no es una película para dejar pasar de largo. Ni por el elenco, ni por las emotivas situaciones de esos personajes que durante dos días, se cruzan y empujan por Los Angeles, buscando amor, respeto, destilando bronca y dolor. El mote racista asoma rápido en la boca de los personajes; detrás, está el miedo, la inseguridad y la sensación de derrumbe que los abruma. Esa sola idea (detrás del estereotipo, hay un ser humano asustado) justifica el film.

“Vidas cruzadas” cuenta con un muy buen elenco, nombres famosos como Brendan Fraser, Sandra Bullock, Don Cheadle, Matt Dillon, con otros que reconocemos de series y de buenos roles secundarios. Todos logran, en sus mayores o menores participaciones, credibilidad y emoción. No es poco. El guión puede mostrar alguna escena que sobra, algún tinte recargado que podría obviarse, pero eso es buscarle el pelo al huevo. “Vidas cruzadas” funciona y nos identifica, en ese par de horas, con las vidas de estos seres que se cruzan por la ciudad.

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Babita emérita del día de la fecha a Jennifer Esposito, la policía latina compañera de Don Cheadle (no sólo en la patrulla). El personaje, el ladrón negro paranoico por la discriminación hacia los negros.

Escenas: la del director de cine detenido por la barricada policial; el diálogo entre el policía racista con la afroamericana de la agencia de salud; la escena del aventón del policía rubio al ladrón negro; el último diálogo de Sandra Bullock con su mucama. Frases: la inicial, ya citada; “Ellos creen que somos árabes. ¿Desde cuándo los persas somos árabes?”; “Es sólo negros humillando a negros, usando la palabra uno contra otro. ¿Has escuchado a los blancos llamándose uno al otro ‘blanquito’, todo el tiempo?”; “¿Por qué esos chicos tenían que ser negros? No hay modo de dar vuelta esto. ¡O pierdo el voto negro o pierdo el voto de los que votan la ley y el orden!”, “Sabes, creo que te estás preocupando demasiado. Tienes respaldo en la comunidad negra”, “Correcto. Si no puedo evadir esto, podemos neutralizarlo. Lo que necesitamos es una fotografía poniéndole una medalla a un negro. El bombero… ése que salvo un campamento o algo… ¿cuál es su nombre?”, “Él es iraquí”;

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“… y fue mi culpa, porque sabía bien lo que iba a pasar. Pero si una persona blanca ve a dos hombres negros caminar hacia ella, y ella gira y se aleja, ¿ella es racista, correcto? Bien, yo tenía miedo y no hice nada y diez segundos después, tenía un arma frente a mi cara”; “Tú me haces quedar mal. Tú quedas mal”; “¿Quieres escuchar algo gracioso?”, “¿Qué, Mrs. Jean?”, “Eres la mejor amiga que tengo”; “Madre, no puedo hablar ahora. Estoy teniendo sexo con una mujer blanca”; “¿Crees que sabes quién eres? No tienes idea. Espera estar 20 años en este trabajo y luego dime”; “¡Mira alrededor! No encontraras un lugar más blanco, más seguro o más iluminado en esta ciudad. Pero esa mujer blanca ve a dos muchachos negros, que parecemos estudiantes de la UCLA, caminando a su lado y su reacción es de miedo. ¡Míranos! ¿Estamos vestidos como gangsters? ¿Somos amenazadores? No. En los hechos, nosotros deberíamos tener miedo, los únicos dos negros rodeados de un mar de sobrecafeinados blancos, patrullados por los gatillos-fáciles del Departamento de Los Angeles. Así que… ¿por qué tiene miedo?”, “¿Por qué tenemos armas?”, “Correcto”.

CONSEJO: primera opción de video o una buena segunda opción en cine.

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