24.11.05
Besson desganado 2
EL TRANSPORTADOR 2
Desde el momento que sacamos la entrada sabíamos, sin lugar a duda, que estábamos ante una película pochoclera. No le íbamos a pedir profundidad, vuelo poético, conflicto dramático, honda introspección del alma humana. Tiros, persecuciones, piñas, minas que rajan la tierra, villanos malos muy malos, un poco de humor, buena fotografía. Bueno, "El transportador 2" amaga con un comienzo para un pochoclo épico, con un buen planteo y algunos personajes que prometen. Pero entonces, en cuanto avanza el filme, el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen se olvida de esos personajes que prometían (el nena, la asesina a sueldo, la esposa del jefe), para caer en lo convencional, con tanto desgano que desluce esta segunda parte de una más que digna primera parte.
Jason Statham se mudó con su Audi a Miami. Es el chofer temporal del hijo del Secretario Antinarcóticos norteamericano, una suplencia que se complicará cuando una matón a sueldo intente raptar al chiquito, en un retorcido plan que es un tiro por elevación al padre del nene y a una convención internacional de secretarios antidrogas. Lo que no cuentan los tipos malos que el chofer es, nada más ni nada menos, que Frank Martin, que ya hizo volar edificios, coches y villanos en Europa.
Bueno, ya sé, no es Shakespeare. Pero tiene un par de elementos que prometen. Primero, la relación entre el niño y el duro. Un tipo que surte a cualquier muñeco que se le ponga enfrente, pero que hace malabares a la hora de no romperle el corazón a un niño al que le ha prometido protegerlo. Amén, la mamá del nene, rubiona bien torneada, en minifalda y ojos claros, ronda al chofer, un poco podrida del pavote del marido.
Y el villano, también promete, una máquina de matar desalmada, con cierto toque chic pintoresco. Anoten la descripción: una flaca de largas piernas sobre tacos rojos altos, abdominales marcados, pelo corto rubio furioso, rimel desteñido por las regaderas antiincendios, corpiño y bombacha rosa con vivos negros, ligas negras haciendo juego con las dos pistolas con las que baja ñatos sin ningún escrúpulo. La princesita que todo hombre sueña con presentarle a su madre, es Kate Nauta, modelo, con look europeo, a quien Bresson convenció para dar el papel de Lola, la ultravillana que se opondrá a Frank Martin, nuestro chofer de cabecera.
Con esos elementos, alcanzaba para dotar de acción y alma a una película pochoclo. Necesitábamos escenas de acción, autos que vuelan, tipos a los que fajar, tiroteos, el juego del gato y ratón entre Lola y Frank, hasta que nuestro héroe rescate al pibe y acabe con los malos. Nada que sorprenda a ningún espectador, pero efectivo.
Bueno, "El transportador 2" se mete en un berenjenal de la conspiración, de un ataque químico detrás del secuestro, de la participación de un personaje traído de la ventana (el comisario que perseguía / ayudaba a Frank en la primera parte) y de unas cuantas peleas sin ton ni son, alguna coreográficamente atractiva, pero para nada funcional a la historia. El pecado fatal: olvidarse de los prometedores personajes de la primera media hora de película.
Rescatamos una sola cosa de este barullo: el gaste de los franceses a los norteamericanos, devolviéndoles parte de "El código Da Vinci" y otros estereotipos del Gran País del Norte.
Escenas: la pelea de Frank con los matones, manguera mediante; el primer cruce entre Lola y Frank, en el consultorio del médico; los saltos con el Audi, por los techos de Miami; Lola lamiéndolo a Frank, prometiéndole placer si se encuentran en otra situación; la escena inicial, en la que Frank se saca el saco recién salido de tintorería, para surtir a una patota. Frases: "¿Cuál es la primera regla cuando se entra al auto de un hombre?", "Respeta el auto de un hombre y él te respetará", "¿Regla número dos?", "Saluda al hombre. ¡Buenas tardes, Frank!".
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
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