Cuando asesinaron a John Fitgerald Kennedy, el 22 de noviembre de l963, hace hoy exactamente 42 años, no sólo lo mataron. También lo filmaron. Abraham Zapruder, un ignoto sastre con su nueva cámara Super 8, ingresó en la historia, o al revés hizo ingresar a la historia hacia el interior de su cámara, para poder proyectarla luego hacia el exterior global, a máxima intensidad. Su documental (destinado prima facie a ser visto por sí mismo) es un testimonio público y extraordinario del magnicidio. Era un aficionado, con una cámara de aficionado. Y fue él quien capturó la noticia.
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La grabación de la Super 8 de Zapruder avanzaba a una velocidad de 18,3 fotogramas por segundo. Fueron 22 segundos de filmación. 22 segundos y una eternidad. Primero aparecen ante la vista las motos que antecedían al Cadillac convertible en el que acontecería la tragedia, auto que aparece recién en el fotograma 133, y en el 186 se observa cómo Kennedy deja de saludar al público, cómo gira su cabeza hacia la derecha, cómo Jacqueline también gira su cabeza hacia la derecha, y el fotograma 313 captura el mismísimo momento del disparo mortal a la cabeza.
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De hecho hay otro filme, "JFK" de Oliver Stone, (basado en buena medida en la dimensión visible y en la invisible de la película de Zapruder) que arriesga una visión conspirativa del asesinato y sospecha de la tesis del matador solitario. El de Zapruder es cine directo, el de Stone es cine, indirecto, es cine en sí. El de Zapruder es no ficción.
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Como cuenta el estudioso Michael Chanan, fueron Mike Waldleigh (director del documental de Woodstock y el genial Martin Scorsese) quienes inventaron el concepto de "Coeficiente Zapruder". Encontraron una relación directamente proporcional entre el grado de amateurismo del filme, y su apabullante nivel de impacto documental. Todo está muy mal encuadrado, la cámara se sacude cuando irrumpen los disparos, las imágenes se borronean, pero en ese momento, en ese instante tremendo en el que el tiempo se detiene y se bifurca, en el fotograma 313, el filme alcanza su máximo valor testimonial.
Zapruder calcó en su cámara el asesinato de Kennedy.
Después los medios profesionales filmaron, en vivo, y propalaron el asesinato de Lee Harvey Oswald (el magnicida) a manos de Jack Ruby. Como se sabe, apenas capturado Oswald, y mientras era trasladado hacia un interrogatorio por un salón caótico y policial, e inundado de periodistas, cámaras y micrófonos e intrusos, fue liquidado por un disparo y filmado también. El instante congeló su rostro retorcido, y su pullover negro y agujereado para siempre.
Todo parecía un sueño, dos películas documentales, la del asesinato de Kennedy captado por Zapruder y la del asesinato de Oswald, conjugando ambas un sueño, una pesadilla, y un climax mediático: la muerte en vivo, si es que cabe la paradoja. "Como un pulpo, los medios se apoderaron del acontecimiento con sus tentáculos..." Escribió Norman Mailer...
MIGUEL WIÑAZKI
Kennedy, Oswald y Zapruder
(clarin, 22.11.05)
25.11.05
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