27.11.05
la historia a contar
TODO SUCEDIÓ EN ELIZABETHTOWN
Cameron Crowe (el director de “Jerry Maguire” y “Casi famosos”) tiene una peculiar habilidad para construir escenas cotidianamente intimistas. Personajes emotivos, con dimensión humana, que no pierden el buen humor, aún en las peores circunstancias. Antihéroes que enfrentan un dilema ético, en un mundo con una escala de valores bastardeada. Una pequeña dosis del perfecto optimista americano, al estilo “¡Qué bello es vivir!”. Seres que dudan, pero que se saben, en el fondo, buenos. Protagonistas que necesitan confirmar esa bondad, ante otros seres tan buenos como ellos. “Elizabethtown” (el título original del film) tiene algunas de esas pinceladas con el olor de tarta de manzana. Pero, Crowe comete un pecado fatal: no sabe que historia quiere contar. De pronto, en el mismo filme, se superponen dos o tres argumentos. Y como ninguno termina de imponerse al otro, la película hace agua.
Hay una primera historia, la más fuerte, las que nos parece que era la película a contar; podemos llamarla “enterrar al padre”. Drew está al borde del suicidio. Joven promesa que toca el cielo con las manos, diseñando el calzado deportivo de la próxima generación, se da cuenta que todos sus sueños derivaron en un monumental un fracaso y que ha malgastado sus últimos ocho años. Al borde de la renuncia y el ridículo, Drew prepara todo para despedirse elegantemente de este mundo. Entonces, suena su celular: su padre ha muerto. Pospone su suicidio y va a buscar el cuerpo de su padre, fallecido de un ataque cardíaco durante la visita a unos parientes en Kentucky, en el pueblo de Elizabethtown. Ese sería el núcleo de la primera historia. Un duelo que a la vez es un volver a la vida. Recuperar las mejores cosas de un ser humano: los afectos, la familia, la dignidad, el respeto de los otros. Rubros en los que un mejor o peor calzado deportivo, no parece encajar.
Historia dos: en el camino, Drew entabla conversación con un torbellino de vida, extrovertida, enérgica y provinciana, la azafata del vuelo, la bella Claire (lindo bomboncito Kirsten Dunst). Esta es la segunda historia: el amor como tabla de salvación, la auténtica razón para estar vivos.
Historia tres: una road movie por las carreteras norteamericanas, al ritmo del blues y el rock, en el viaje que Drew no pudo hacer con su padre en vida; lo hará ahora, llevando sus cenizas en una urna, en el asiento de al lado.
Historia cuatro: viejo pase de facturas, entre los parientes y vecinos que perdieron al mejor de sus hombres, seducido por esa citadina californiana (aunque viva en Oregon), que lo alejó del sencillo poblado sureño, para vivir en la ciudad. Ahora, recuperar el cuerpo, regresarlo a la ciudad para cremarlo, es la última herejía para esa población que no puede perdonar la afrenta.
Bueno, cuatro historias. Cada una puede ser una muy buena película, según como se cuente y se distribuyan los personajes. Juntos, son una mescolanza, y se nota. Por momentos, la película se eleva y aporta algunos diálogos notables. Por otros, se hunde sin remedio, con escenas francamente incomprensibles (por ejemplo, el discurso de Susan Sarandon, en el homenaje a su marido). Como agravante, Cameron Crowe se ha dejado tentar por Orlando Bloom como protagonista y eso ya es una cuesta muy difícil de remontar para cualquier guión. Una mención aparte para el pequeño papel de Alec Baldwin (como Phil) y para Bruce McGill como Bill Banyon otro personaje totalmente desaprovechado.
Escenas: el diálogo entre Phil y Drew; el primer diálogo entre Drew y Claire; la llegada de Drew a Elizabethtown; Drew contemplando el cadáver de su padre dentro del ataúd. Frases: “Soy difícil de recordar, pero imposible de olvidar”; “Hay una gran diferencia entre un fracaso y un fiasco”; “¿Qué tal una cremación parcial?”; “Los hombres ven las cosas dentro de una caja; las mujeres las vemos alrededor de un cuarto”; “Creo que he estado dormida la mayor parte de mi vida”, “Yo también”; “Cuando ellos dicen 'te afectará', puede ser en diez minutos o en diez años”; “He gastado tanto tiempo pensando en las respuestas a los problemas que olvidé cuál era, en realidad, el problema”; “Creo que todos deberían tomar un viaje de carretera, al menos una vez en la vida. Sólo tú y algo de música”; “Muerte y vida. Vida y muerte. Una puerta al lado de la otra. ¡Como si hubiera un pelo de distancia entre ellas!”; “¡Mucha atención con la 60B!”; “¿Sabes el modo que tiene la gente de verte por última vez? He comenzado a coleccionar esa clase de miradas”; “Quisiera tener la profunda belleza melancólica de todas las cosas que han ocurrido”; “Toma tiempo divertirse. Toma tiempo extraer lo divertido de la vida”; “La tristeza es más fácil porque es rendirse. Digo que hay que hacerse un tiempo para bailar solo, con una mano sobre la cabeza”; “En ese momento supe que el éxito, y no la grandeza, era el único Dios al que mundo servía”; “Siempre estás tratando de romper conmigo. ¡Y ni somos pareja!”; “¡Ah! ¡Eres un hijo de Mitch! (son of Mitch)”; “Sabes... me he convertido en una sustituta”; “Le enseño a mi hijo sobre las cosas que verdaderamente importan. Le enseño sobre Abraham Lincoln y Ronnie Van Sandt, porque ellos son igualmente importante en mi casa”; “No sé mucho sobre un montón de cosas, pero sé mucho sobre todo lo que sé: como son las personas”.
CONSEJO: esperar al video, sin apuro.
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