1.6.06
salen cuatro
CRÓNICA DE UNA FUGA
Confieso que fui con pocas expectativas, con ese prejuicio de "¡Uh! ¡Otra película del Proceso!" que uno ha adquirido con tantos años de ver cine argentino. (Conste: no es porque el tema no sea importante; el problema es que algunos han agotado la manera de contarlo). Bueno, me llevé una grata sorpresa. Pese a que conocemos la historia y su desenlace (el escape del ex arquero de Almagro, Claudio Tamburini, de la Mansión Seré, el campo de concentración clandestino del Proceso), la película mantiene el suspenso constante. "Crónica de una fuga" es un excelente ejercicio cinematográfico de Adrián Caetano, demostrando su oficio y capacidad de cineasta. Con rubros superlativos en las actuaciones, sonido, fotografía, "Crónica de una fuga" es una ejemplo de lo que queremos del cine argentino: historias nuestras, bien filmadas, bien actuadas, con un sólido guión detrás.
Uno de los aciertos del filme, es retratar la burocracia del sádico. Esa maquinaria perversa donde el mismo tipo que te tortura a la mañana, te levanta a la noche para que tomés una copa con él para festejar la Navidad. Esa rutina del torturador, esa asfixiante etiqueta de la máquina del terror, esos símbolos de que no es nada personal, sólo un mero expediente burocrático. Acertadamente, Caetano desvía la cámara en los momentos de tortura. Evita la complicidad del sadismo, volviendo más densa la opresión del encierro que cuenta la historia.
El brillo de los diálogos, nunca artificiales ni sentenciosos, realza esta naturalidad casi documental para asistir a la tragedia de Tamburini. Montados en las excelentes actuaciones de Rodrigo de la Serna, Pablo Echarri y Nazareno Casero (un trabajo consagratorio).
El relato de Caetano (adaptando el libro autobiográfico de Tamburini) se centra en las interacciones de los prisioneros. El detalle de los torturadores es menos preciso, más cercano a la uniformidad. Algunos momentos de Pablo Echarri y de Diego Alonso (Lucas) cortan esa monotonía de la descripción. Pero terminan siendo datos externos, no son determinantes para el accionar dramático de los protagonistas.
En cambio, los cuatro prisioneros tienen un fino entramado psicológico. Está el que no sabe porqué está ahí y quiere sobrevivir; el guerrillero que se la banca; el guerrillero incapaz de oponerse a su captor; el prisionero bloqueado por el miedo. También, ha tenido la sutileza de mostrar a los detenidos no desde el blanco y negro redentor, sino cuestionar (aunque muy ligeramente) la ética de la militancia de los '70. "¿Ésta es la revolución que querés?" arroja el protagonista a su delator, detenido como él "¿Metiendo presa a gente inocente? Me mataste, hermano. ¿No te diste cuenta de eso? Me mataste". (Sirva de antecedente histórico. Tal vez el cine nacional se anime, próximamente, en contar la historia de la guerrilla de los '70, el otro demonio en danza que no ha tenido tanto espacio en el cine local como hubiera debido).
En algún momento, "Crónica de una fuga" se transforma en un thriller, al mejor estilo del cine norteamericano. La secuencia de la fuga de la prisión tiene una dinámica que es raro encontrar en el cine nacional. Brillante, manteniendo la tensión, con pequeños detalles que definen la angustia de los personajes (por ejemplo, el tornillo que muerde Nazareno Casero).
Escenas a destacar: el "interrogatorio" de Echarri a la mamá de Tamburini; el cruce de Claudio con su delator; la secuencia de la fuga; la escena en la cocina, con los torturadores mirando el partido de fútbol. La frase: "Gracias, Lucas".
CONSEJO: ir a verla.
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