Cada tanto, cuando nos quedamos secos de ideas para las secciones de “Libreta Chatarra”, echamos mano a esos tipos infalibles que sabemos que nos van a sacar del apuro, esa clase de salvavidas como “El chavo del 8” o “Los Simpsons” para la programación de Telefé. Esto es: un Groucho Marx, un Jorge Luis Borges, un Oliverio Girondo, un Woody Allen o un Oscar Wilde.
Bueno, otro de esos tipos es George Bernard Shaw, escritor irlandés, autor de “Pigmalión” y “Santa Juana”, entre tantas obras, con cientos de anécdotas y frases ingeniosas que merecen la pena rescatarse del olvido.
Descontracturémonos un poco del agobio cotidiano y arrojemos una picadita de Shaw sobre la mesa, para hacer la digestión, en una serie de varios posts:
Shaw era vegetariano y argumentaba a favor de su dieta diciendo: “Entierre usted una semilla y sale un árbol. Entierre una pata de cordero y a ver qué sale”.
Un día rechazó un ramo de flores de un admirador quién, sorprendido, le preguntó si no le gustaban las flores. “Me gustan las flores” contestó “Pero también me gustan los niños y no me dedico a cortarles la cabeza para ponerlas en un jarrón”.
Su obra de teatro, “Santa Juana”, era tan larga, que el público se perdía el último tranvía por la extensión de la obra. Alguien sugirió que se aligerara la obra, quitando el último acto (dónde Santa Juana habla con los otros personajes). En un prólogo a su obra, Shaw escribió: “Si la cuna es chica, serruchar al bebé”.
Se cuenta que una dama le dijo: “Maestro: lo amo. Casémonos y tengamos un hijo. ¡Imagínese lo que sería! ¡Un niño con mi belleza y con su inteligencia!”. “Sí” contestó “Pero imagina lo que sería si saliera con mi belleza y con tu inteligencia”.
Uno de las pocas réplicas que perdió fue con una actriz a la que le envió un telegrama, tras el estreno de una de sus obras, con dos palabras: “¡Genial! ¡Estupenda!”. La actriz, con falsa modestia, respondió con otro telegrama: “Alabanzas inmerecidas”. Shaw contestó con otro: “Me refería a la obra”. Y ella cerró con un magistral: “Yo también”.
Otra vez, le dijo a una bella joven, en una fiesta: “¡Qué hermosa es usted, señorita!”. La dama contestó: “Caballero, lamento no poder decir lo mismo de usted, ¿qué quiere que le haga?". “Lo mismo que hice yo" dijo Shaw “Mentir”
(continuará)
8.9.06
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