14.11.06
amor en venta
BIENVENIDAS AL PARAÍSO
Hay una escena inicial en la que se define el tema de la película: una mujer intercepta a un hombre en el aeropuerto (que está esperando, cartel en mano, a una turista) y le ofrece a su hija. La señora no es una perversa ni un non plus ultra de la maldad; quiere salvar a su hija, adolescente, pobre y bella, de un futuro peor, aún más corrupto que el que le puede esperar en manos de un desconocido. Esa escena marca el lugar y la tónica: Haití, 1971, la vida de las personas no tiene ninguna importancia.
En este duro filme de Laurent Cantent (el mismo de “Recursos humanos”), la gente se vende por dos motivos: es lo único que pueden hacer para sobrevivir; su persona es lo único que tienen para vender.
“Bienvenidas al paraíso” es la historia de unas señoronas blancas y veteranas del Primer Mundo que vienen a Haití en plan de turismo sexual. Las correctas señoras se voltean a los jovencitos morenos, de carnes firmes y buen trato. Lo que empieza siendo un nauseabundo ejercicio del poder (las turistas tienen el dinero y el color del poder), se invierte con el transcurso del filme. Se adivina una escala de jerarquía que trasciende las fronteras. Ellas son los negros subdesarrollados de su sociedad: mujeres y viejas. Los flirteos en la isla son patéticos juegos otoñales. No hay nada que las espere allá; no tiene nada que pueda durar acá.
“Bienvenidas al paraíso” se centra en el triángulo Ellen – Legba – Brenda. A su alrededor estratégicos personajes secundarios, dando realce a un juego de poder, en el que Ellen aparece como el personaje que tiene el control, para observar cómo todo se va de las manos, sin poder evitarlo.
Con su tiempo, ese cierto quietismo, “Bienvenidas al paraíso” es una película no de consumo amplio, con mucha sutileza y observaciones críticas fuertes, dichas en medio tono, en frases ocasionales. En el medio, la excelente actuación de Charlotte Rampling, en un personaje ciertamente memorable, por la trayectoria dramática que debe afrontar. El resto del elenco, apoya con corrección esta historia que en apariencia, sólo en apariencia, parece hablar de perversión sexual, cuando en realidad es una historia sobre la soledad más absoluta.
Escenas: el encuentro inicial entre Ellen y Brenda, en la playa; la escena inicial comentada al principio del filme; el baile de Brenda con el niño pequeño; los monólogos de los personajes; el descubrimiento del cuerpo en la playa. Frases: “Las buenas máscaras se mezclan con las malas, pero lo que si está claro es que cada uno lleva una máscara", “Tú no le entiendes, no sabes nada de él"; “Los turistas nunca mueren”; “Siempre supe que cuando llegara a cierta edad, pagaría para tener sexo. Nunca pensé que iba a ser tan pronto”.
CONSEJO: buena opción para el cine, aunque se puede esperar al video.
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