TODOS LOS HOMBRES DEL REY
“Claro que tendremos fascismo en Estados Unidos, ¡pero lo llamaremos democracia!”Hay dos historias en “Todos los hombres del rey”: la historia de Willie Stark, el gobernador populista de Louisiana y la historia del desencantado periodista, testigo de su ascenso y caída, Jack Burden. La primera historia es la transformación de un candidato del pueblo en un autócrata corrupto; la otra, puede ser la del representante de una clase social acomodada que teme ver perder sus privilegios. Esta versión de “Todos los hombres del rey” amaga con hacer pie en la gran historia política que tiene como protagonista a Willie Stark (Sean Penn). Lamentablemente, el filme de Steven Zaillian se pierde en el melodrama desteñido de Jack Burden y la película se hunde, al punto de dejar pedaleando en el aire a Sean Penn. En el medio, se adivina la gran historia que pudo ser. Tal vez por eso, sea mayor la decepción.
HUEY LONG
“Todos los hombres del rey” se basa en la novela de Robert Penn Warren (premio Pulitzer) que ya produjo una versión fílmica anterior, en 1949, con Broderick Crawford. Si bien su autor negó toda relación, Willie Stark no es otro que Huey Long, gobernador y senador de Louisiana que manejó los hilos políticos del Estado desde 1928 hasta su asesinato en 1935, cuando su figura ya había tomado tal dimensión que podía desafiar al propio Franklin Delano Roosevelt. Long fue el Juan Domingo Perón de Louisiana, con todos los claroscuros que sugiere el filme. Bajo su gobierno, duplicó la cantidad de kilómetros pavimentados, construyó más de una centena de puentes (dos, llevan aún hoy su nombre), construyó un hospital, impuso un programa de provisión gratuita de libros para todos los escolares del Estado, se enfrentó a la Standard Oil y rompió con Roosevelt cuando vio que su gobierno no planeaba redistribuir drásticamente la riqueza de la nación. También vapuleó a la oposición, a la que compró o apretó, según las circunstancias y su administración estuvo fuertemente manchada por los actos de corrupción. Las balas del yerno del Juez B. H. Pavy culminaron con su ascendente trayectoria política, en el lobby del Capitolio de Baton Rouge (algunos aseguran que también recibió algún disparo perdido de su guardaespalda). Su hermano, su esposa, su hijo continuaron dominando el tablero político del Estado, durante muchos años después de su muerte. Su slogan de campaña (y también un tema musical de su autoría) era “Cada hombre es un rey, pero ninguno usa corona”.
Esa era la gran historia a contar: cómo un hombre idealista se corrompe con el poder. O, tal vez, como es necesario corromperse en el poder para lograr algún cambio en la sociedad. O, más aún: no hay modo de ejercer el poder sin mancharse en el ejercicio del cargo. Esa historia convertía a Sean Penn en la figura exclusiva y a Jude Law, el periodista a su lado, en un cronista de la degradación. Lo que no queda muy en claro es cuál es la relación que une a ambos personajes. ¿Amor, odio, admiración, simple conveniencia?
De elegir, me hubiera gustado que el desencantado Jack Burden, testigo de tantos candidatos que pasaron por el sillón de gobernador para que nada cambie, se convirtiera a la pasión del cambio de Stark. No es que sea un fanático: ve que es tan corrupto como los otros. Pero también observa que Stark abre una puerta, una posibilidad, para integrar a la gran masa paupérrima del Estado, como ningún otro antes. “¿Y si fuera posible?” se pregunta Jack “¿Y si efectivamente es mejor alguien que haga algo, aunque no sea perfecto?”. La caída lo llevará a un desengaño más profundo: ni siquiera estos outsiders pueden alterar la sólida estructura de clases. No es por ahí el cambio. Son sólo otros recursos para mantener el status quo.
Bueno, “Todos los hombres del rey” sigue por otro camino. Abandona a Stark y empieza a contar una historia menos importante, la relación de Jack con los Stanton: Adam y Anne. Éste es el tramo en que el guión de Steve Zaillian cae en el relato en off, síntoma de que algo no funciona. Efectivamente, hay tantas idas y venida, que esta parte de la película desaprovecha, no sólo a Sean Penn, sino a Kate Winslet y Mark Ruffalo, meras anécdotas en la historia. Sólo Anthony Hopkins salva, con mucha dignidad, sus parlamentos.
Escenas destacadas: el discurso de Stark, rompiendo con Tiny Duffy (James “Soprano” Gandolfini); el discurso de Stark inaugurando el hospital; el asesinato de Stark sobre el escudo del Estado. Frases: “Ellos los engañaron mil veces, como me engañaron a mí. Pero esta vez, yo engañaré a alguien. Estoy en carrera. Soy mi dueño y quiero sangre. ¡Escúchenme, campesinos! ¡Levanten los ojos y miren la bendición del Señor, soplando la verdad! ¡Esta es la verdad! Eres un campesino. Nadie ayudó nunca a un campesino, salvo un campesino. ¡Escúchenme, escúchenme! Iban a utilizarme para dividir el voto. Pero estoy aquí, erguido en mis patas traseras. Incluso un perro puede aprender eso. ¿Están erguidos en sus piernas? ¿Lo han aprendido? ¡Aquí está, campesino! ¡Clavemos a cualquiera que nos quiera de otra forma! ¡Clavemos a Joe Harrison! ¡Clavemos a McMurphy! Sino lo entregan, denme un martillo y yo mismo los clavaré. ¡Quiero cortarles las gargantas, de oreja a oreja!”
“¿Cuál es mi debilidad?”, “No puedes ver algo que está roto, sin tratar de arreglarlo”, “¿Por qué es una debilidad? ¿Por qué?”, “Porque te hace hacer las cosas que no quieres hacer”; “La vida está llena de putas en patines”; “Recuerden, no soy yo quien ha ganado, sino tú. Tu deseo es mi fuerza. Tu necesidad, mi justicia. Y viviré a tu derecha y a tu deseo. Y si cualquier hombre trata de detenerme antes que cumpla con tu derecho y tu deseo, lo quebraré, lo quebraré con mis propias manos, porque tengo la fuerza de muchos”.
CONSEJO: esperar al video.
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