20.11.06
fresco americano
LAS TORRES GEMELAS
La versión Oliver Stone del 9/11, esto es, un collage por momentos sublime y por otros cursi, que navega por todas las posturas del inconsciente estadounidense. “Las torres gemelas” tuvo pésima crítica, pero el filme es más que interesante en su propuesta. Un mismo hecho (un acto terrorista) provoca dos reacciones: la del marine que espera que lo llamen para tomar venganza y la del tipo que asiste, casi con sorpresa, a las muestras de bondad y heroísmo de la comunidad, que ya creía perdidas.
“Las torres gemelas” sigue la historia verdadera de dos policías de la Autoridad
Portuaria (McLoughlin y Jimeno) que quedan atrapados bajo los escombros del derrumbe de las torres del World Trade Center. Por un momento, podemos creer que la película habla de las torres y del atentado. Pero, en realidad, es la heroica resistencia de dos hombres aferrados a no morir, a apelar a sus sentimientos más íntimos y cálidos, para mantenerse con vida, para no ceder a la tentación de cerrar los ojos y dejarse dormir por siempre. En ese plano debe verse el filme, pese a que los personajes secundarios que pueblen el área del derrumbe (el caso del Marine, por ejemplo), nos haga creer otra cosa.
El guión de Andrea Berloff opera en tres unidades dramáticas. La primera parte es la descripción de un día normal, la calma que precede a la tormenta. Los héroes afrontan su responsabilidad, no sin miedo. La segunda parte (en el vientre de la ballena), los protagonistas se empapan de la angustia y el terror. Miedo a lo que enfrentan, miedo a la muerte, miedo al mal que acecha en el mundo. La tercera unidad dramática es un nacimiento, el resurgir a la luz. Si en la segunda parte, los protagonistas se preguntan cómo resistir a tanta oscuridad, en la tercera parte, la pregunta queda respondida: con lo mejor de nuestra bondad.
Los bomberos que se arriesgan por otros; los tipos que dan ánimo cuando pasa un sobreviviente en una camilla; los familiares que se apoyan mutuamente, llorando uno sobre el hombro de otro; las personas que amamos y nos aman. Toda esa luz opera para que dos sobrevivientes (de los tantos miles que murieron) puedan volver a la vida.
¿Con cuál de las dos posiciones nos quedamos? ¿La vengativa revancha del marine, la voz de la guerra? ¿O la solidaridad y la fuerza que nos da compartir las grandes tragedias con los que amamos? En algún momento del filme se asiste a un discurso de Bush, diciendo que es un momento en que está a prueba el temple de la sociedad y que Estados Unidos superará ese examen. Claro, uno conoce el final, de cómo la sociedad norteamericana se perdió en los años posteriores al 2001, cuando siguió la senda del marine. Pero esa frase era una buena observación para lo que Estados Unidos vivió ese día.
Si en “Vuelo 93” había un respeto a las víctimas, desde la elección del formato cuasi-documental, aquí Oliver Stone echa mano a los recursos más típicos del cine de Hollywood, manipulando a los espectadores. Por momentos es tan burdo el uso de imágenes prefabricadas (por ejemplo, cuando Cage dobla la calle y ve la gente salir ensangrentada del edificio), con ánimo de postal épica, que es difícil pensar que no hay una elección estética, aquí también. Oliver Stone echa mano a los trucos del cine comercial de Hollywood para contarnos esta historia y por largos momentos, funciona. Es cierto que a veces, el recurso termina jugándole en contra y se vuelve lacrimógeno. Pero no deja de conmovernos y hacernos participar de esa epifanía paradójica: la existencia del mal nos hace reconocer nuestra tendencia al bien. Esta elección por el brochazo grueso afectó las actuaciones que tienden a caer en el desborde (Maggie Gyllenhaal es un ejemplo). Nos quedamos con María Bello y Michael Peña (Jimeno).
Escenas destacadas: el derrumbe de la primera torre, desde el interior de la otra; el rescate de los protagonistas; el abrazo interracial en el hospital entre una madre y una esposa; el terror dibujado en las caras de los voluntarios del grupo de McLoughlin cuando llegan al pie de las Torres.
Frases: “Manténgame vivo”; “¿Puedo tomar un descanso, Sargento?”, “Sí… toma un descanso”, “No lo olviden… traté de rescatarlos… yo traté…”; “¡No se duerma, Sargento!”; “No te dejaremos. Somos Marines. Eres nuestra misión”; “Nos preparamos para todo. No para esto. No para algo de esta magnitud. No tenemos ningún plan”; “Mañana no iré a trabajar. Supongo que esperaré. Necesitarán gente para cuando quieran tomar venganza de lo que pasó aquí”.
CONSEJO: se puede esperar al video.
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