6.12.06

sobre una bomba de tiempo

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LA VERDAD INCÓMODA

Desde varios puntos, “La verdad incómoda” es un documental notable. En primer lugar, es un ejemplo de claridad expositiva. Si usted tiene que explicar un tema técnico de cierta complejidad y quiere ver como ser lo más didáctico posible, “La verdad incómoda” es un material de referencia ineludible. Es una delicia observar como expone Al Gore, de la manera más clara posible, la amenaza del calentamiento global. Pequeños detalles que conmueven más que la simple exposición de los números. Por ejemplo: para mostrar un valor ostensiblemente fuera de escala, recurre a una grúa. Otra: el gráfico de las corrientes marinas y el efecto del derretimiento de un glaciar en el Atlántico Norte.

En segunda lugar, el documental le ha dado un espacio a su protagonista, el ex vicepresidente Al Gore Jr., para reflexionar sobre los mecanismos del poder. Su desencanto ante la estructura política que ignoró su prédica contra el calentamiento global, es una película dentro de la película. Por momentos, la lucha del hombre solo resulta poética. Su caminata por los pasillos del aeropuerto, buscando un signo (inexistente) que indique que sus palabras están teniendo un efecto en la población, posee una honda melancolía y desencanto. La maldición de Cassandra, el hombre que ve la marcha alocada hacia el precipicio, sin que nadie intente, siquiera, disminuir la velocidad del daño.

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Finalmente, “La verdad incómoda” logra algo más que describir la inmensa estupidez de la especie humana y la estrechez de miras de la codicia a corto plazo. Al Gore logra inspirar, apelando a lo mejor del ser humano, motivando el cambio, poniendo la responsabilidad de la mutación mental que necesitará la resolución de este problema, en manos de cada uno. Gore trae al escenario político algo que ya está pasado de moda en la sociedad: preguntarse si es honesto continuar con una política.

En los títulos finales, hay una serie de medidas que puede aplicar cada uno para evitar el calentamiento global. Uno de ellos es: “Escríbale a su representante al Congreso. Si no obtiene respuesta, postúlese”. Democracia con mayúsculas. La mejor herencia que los Estados Unidos le dieron a la humanidad. Un hombre puede ser la diferencia.

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Cuando uno observa a un político como Al Gore en escena (aún aceptando que manipula el discurso y el medio) uno tiende a preguntarse, casi sin poder impedirlo, ¿cómo puede ser que los Estados Unidos hayan elegido al pavo que tienen de presidente en detrimento de éste? La segunda pregunta es inevitable: ¿habrá algún político argentino que puede exhibir tal nivel intelectual?

Más allá de todos estos chiches técnicos e intelectuales, “La verdad incómoda” opera con una necesidad extracinematográfica. No va a redefinir el género como tampoco lo hacen “Fahrenheit 9/11” o “Whisky Romeo Zulú”. Pero son documentales militantes, necesarios, absolutamente imprescindibles. Son otra forma más de hacer política, pero política en serio, la de discusión de los temas que deben ser incluidos en la agenda política de la sociedad. Más allá de la precisión de algún dato particular o de un número tomado en detalle, Al Gore muestra, descarnadamente, que el calentamiento global no es una teoría, sino un hecho y que los efectos de este hecho ya son tangibles y tienen nombres y apellidos como Katrina. ¿Qué más necesitamos para afrontar este problema?

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Escenas destacadas: la secuencia del recuerdo de la chica que cuidaba a Gore de niño, fallecida de cáncer de pulmón; la secuencia de la exhibición de la temperatura mundial correlacionada con el dioxido de carbono en la atmósfera; los títulos finales.

Las mejores frases del filme, mañana.

CONSEJO: ir a verla. De visión obligatoria y difusión más obligatoria todavía.

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